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Nota de la redacción: comenzamos una nueva sección, en la que un lector destacado responderá a unas preguntas sobre cómo llegó a El Libro de Urantia y por qué le resulta tan inspirador. En esta ocasión responderá a nuestro cuestionario Ginés Avilés, actual presidente de la Asociación Urantia de España.
¡Hola, hermanos! Soy Ginés y soy un buscador de la Verdad, eso es lo más importante que puedo decir de mí mismo, mi mejor currículum.
Además, estoy casado con dos preciosos hijos y resido felizmente en la ciudad de Murcia. Tengo una vida variada pero principalmente soy empleado público en el Banco de España y, como todos sabéis, participo de la Asociación Urantia de España.
Desde bien pequeño era curioso y abierto, estaba interesado en casi todo, quería saber más de las personas en general… y creo que esa misma actitud con sus idas y venidas fue la que me llevo a esta nueva espiritualidad que representa El Libro de Urantia.
Porque buscaba la Verdad y Dios respondió. Siempre lo hace. Con todos y cada uno de nosotros. Eso sí, Dios maneja sus tiempos y nada fue inmediato, ni mucho menos.
¿Cómo llegue al libro o más bien a sus enseñanzas? Una aburrida tarde, sentado en mi habitación de la residencia, decidí buscar algo de jarana en alguna de las otras habitaciones de mis compañeros y unirme a ellos, sin más pretensiones.
Entré en la habitación de un compañero, y al momento me llamó la atención un libro en su estantería: Caballo de Troya. Pregunté por él a su dueño y tardé poco en pedírselo prestado, esa misma tarde comencé una aventura que, sin saberlo, me cambiaría la vida.
La emoción me embargó casi desde las primeras páginas y a ese primer libro siguieron otros Caballos y mi querido Testamento de San Juan, un regalo de cumpleaños donde, por primera vez, leí párrafos enteros de El Libro de Urantia y con el que descubrí el tesoro incalculable de la religión del espíritu.
Como no podía ser de otra forma, había una nota de agradecimiento a la Fundación Urantia y desde ahí tirar del hilo fue fácil, todo estaba en un libro revelado y, sobre todo, ¡no era ficción!
Desde entonces, el libro se unió a mí cual compañero de viaje, lo llevaba a todas partes, me daba seguridad, a pesar de que no entendía la mitad de lo que leía…
El Padre me fue llevando sabiamente hasta él para que fuese capaz de aceptar un libro relevado haciéndome antes creyente de la espiritualidad que el libro contenía, ¡Gracias, Padre!
Y la Aventura continua…
Me impresionaron fuertemente el azul y el blanco de la portada y las hojas de un fino papel, semejante a una Biblia, que desbordaban información. Tenía la sensación de estar ante algo especial, como si un ángel me hubiese entregado el libro en mano.
Comencé a leer la cuarta parte y recuerdo sentirme desbordado por todo, la deslumbrante figura de Jesús, el descubrimiento de su vida oculta, el orgullo por cómo llevo su pasión, la coherencia de todo, la dificultad por entender partes de sus enseñanzas, etc. Era desbordante.
En realidad, el Testamento de San Juan me preparó para aceptar la nueva espiritualidad del libro, así que estuve convencido desde el principio. Además, se sobresaturaba mi sentido de la Verdad continuamente, que es la mejor prueba para mí sobre la veracidad de algo.
El Libro de Urantia construyó y asentó los pilares de mi casa espiritual, reforzó la idea de la religión del espíritu tanto que no recuerdo dudar nunca más de ello. Mas que el libro en sí, sus ideas espirituales han formado parte de mi hasta el punto de hacerlas propias. Me han dado mucha seguridad y reafirmado mi esperanza en un futuro prometedor; todo ello justo en el momento en que era necesario.
Antes de las novelas de Benítez y de El Libro de Urantia estaba más por la labor de negar la existencia de Dios y fijarme solo en los puntos negativos de las otras religiones, más en la línea de un ateo o agnóstico. Ahora soy un acólito de la bellísima y valiente religión del espíritu. Ahora los problemas pasan por el filtro de la objetividad/verdad y las acciones por el del bien común/amor, al menos, ese intento siempre que sea mi punto de partida.
Siempre me ha quedado claro que El Libro de Urantia propone un respeto tan sumamente exquisito por todos nosotros individualmente que me resulta fácil aceptar las distintas controversias del libro, pues sé que busca un bien global sin perder de vista un pulcro respeto a cada ser. Bajo ese prisma todos esos puntos se ven diferentes, más aceptables.
Han sido varias y en distintos momentos. Aparte de la vida de Jesús que comentaba, me ha impresionado mucho toda la sección de las inevitabilidades, los documentos 100 y 101 sobre religión, la fascinante historia del planeta, la cantidad de seres que cuidan de nosotros, el amigo Rodán, etc. Todo ha tenido su momento.
Ahora mismo, estoy descubriendo la interrelación de términos espirituales como fe, adoración, religión, nacer del espíritu, el miedo… me encanta descubrir que entre tanta cita y tanto concepto se puede derivar una explicación que los engloba todos.
Para mí hacer la voluntad del Padre consiste en seguir la Verdad, aquella que uno entiende en la mente como valor espiritual, hasta donde te lleve y por encima de todo con la confianza puesta en la bondad del resultado, aunque este llegue en el muy largo plazo.
Sinceramente creo que sí, aunque con la advertencia que nos hace el libro siempre soy muy cauteloso.
A veces, en palabras sueltas, pero con mucho significado para mí, creo ver la «mano» del Ajustador, nunca en forma de diálogo ni mucho menos.
Practico el arte del silencio y la quietud poniendo toda mi atención en escuchar lo que el Ajustador pudiera decirme y tratando de sintonizar con Él o sentir su presencia. Es un ejercicio que me hace sentir bien y más cerca de mi Ajustador, aunque no se obtenga el contacto en sí.
Por supuesto. ¿De que serviría tanto esfuerzo de leer, pensar y reflexionar si no hubiese práctica? Sería una fe en vano.
Lo importante en sí no es el resultado sino la intención, y si esta es buena ya se encargará Dios de las buenas consecuencias. Con esto os digo que en el corto plazo los resultados no siempre han sido lo esperado, a veces, lo contrario.
De hecho, al principio pensaba en por qué la vida se me complicaba más si yo ya era un creyente. Ahora sé que cuánto más creyente, mejor puedo aprovechar para mi propio crecimiento las vicisitudes que me plantea la vida.
Cada persona (si lo desea, por supuesto) tiene su propio proceso en el descubrimiento de la Verdad, su propio ritmo, incluso los medios que utilizan los de arriba son distintos para cada uno.
En mi caso ha encajado el libro pero no sé si es para todo el mundo y lo que, por experiencia, me queda claro es que el momento fue el más oportuno, antes no lo hubiera considerado.
Además, yo necesite un ritmo de lectura de poco a poco, necesitaba ir asimilándolo o madurándolo en pequeñas dosis. Otras personas, en cambio, llegan con más edad y lo leen por completo en pocos días.
Que cada uno siga a su corazón en este sentido, solo sirve ser abierto a lo que la vida te trae y valiente para asumirlo, Dios sabe cuáles son los mejores tiempos para ti.
Resaltar que lo importante del libro son sus enseñanzas y no el libro en sí, como bien nos dicen los reveladores. Y que estas, nos os quepa duda, transformarán la faz de la Tierra, ¿os gustaría participar?