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Soy Jan Herca. Vivo en Valladolid, España. Me dedico a la cartografía digital. Estoy casado. Tengo tres hijos y un perrito.
Durante mis estudios universitarios, en un momento de mucha efervescencia de ideas y de estudiar profundamente los evangelios, creí que había dado con una buena teoría sobre quién era en realidad Jesús de Nazaret. Elaboré esta intrincada teoría inspirado por libros como Juan Salvador Gaviota y Caballo de Troya. Sin embargo, mi teoría tenía terribles lagunas que no lograba rellenar. En medio de esta experiencia frustrante, recuerdo que una noche pedí al Padre algún tipo de iluminación para encontrar explicación a mis insolubles preguntas. Solo una semana más tarde, una amiga, al observar muchos libros sobre Jesús en mi estantería, me sugirió que debería leer El Libro de Urantia.
Recuerdo el día como si fuera hoy. Mi amiga me dijo que la primera edición al español acababa de salir. Esto fue hacia 1993. Estuve a punto de no comprarlo. Me pareció el libro de una secta. Pero ojeé el índice y vi que una larga parte del libro era una biografía de Jesús año a año. Me paré en un parque y empecé a leer sentado en un banco. Ni qué decir tiene que desde ese día ya no he podido dejar de leerlo cada día.
Tengo profundas dudas de que El Libro de Urantia sea lo que dice ser. Encuentro esas dudas algo razonables puesto que entiendo que es imposible, por medio de un libro, encontrar la certeza absoluta de las cosas que cuenta. Pero eso no quita para que lo considere absolutamente cierto. Siento una certeza difícil de explicar que nunca me ha abandonado desde aquel primer día que empecé a leerlo en un parque. Esta certeza tan difícil de explicar hace que, con contadas excepciones, nunca haya podido atraer a nadie hacia su lectura.
En primer lugar, me ha dado un nuevo propósito: quiero ayudar a divulgar y hacer más accesible el libro. En segundo lugar, me ha dado una perspectiva mucho más larga de la vida. Ahora veo esta vida como un principio de una siguiente en la que pienso muy a menudo, recordando a mis familiares que ya se han ido e imaginando la vida que estarán viviendo. Pero en el fondo, El Libro de Urantia no ha cambiado mágicamente mi forma de ser. Sigo teniendo muchos defectos que me gustaría corregir, y el libro me ha hecho quizá más consciente de ellos, pero no solucionarlos fácilmente. El Libro de Urantia, por otra parte, me ha traído muchos conflictos en un entorno familiar muy tradicional.
Cuando descubrí El Libro de Urantia hacía tiempo que había abandonado la religión católica que me habían inculcado mis padres. Había demasiadas cosas que no me parecían coherentes con la idea que yo tenía de Jesús, y el estudio de la historia de la Iglesia no había hecho más que afianzarlas. Siempre he echado de menos una nueva religión cristiana, pero por mucho que he buscado, nunca la he encontrado. Si alguien me pregunta hoy por mi fe tengo difícil responder porque no me siento próximo a ninguna confesión actual. Suelo decir que soy creyente de la Quinta Revelación, pero esto obviamente deja con más preguntas que respuestas. Si además explico que la fe, para mí, es una experiencia personal que ha de vivirse, y no asumirse como una confianza ciega en una institución, entonces ya casi nadie entiende lo que digo.
Lo cierto es que no intento aceptar El Libro de Urantia. Pienso en él como uno de los muchos compendios más completos de la verdad que los reveladores podían darnos a principios del siglo XX. Pero ni es toda la verdad, ni está completa ni es la verdad definitiva. Habrá una sexta revelación de época, séptima, etc. Intento estudiar el libro para comprender lo que nos cuentan, por qué medio han llegado a esa enseñanza, y por qué nos la cuentan. Hay cosas sobre temas de candente actualidad moral que me gustaría que tuvieran unas respuestas en El Libro de Urantia, pero por lo demás, lo que nos ofrece me parece de un tamaño inconmensurable. Estudiar bien este libro y las implicaciones de lo que cuenta creo que va a llevar muchos cientos de años.
Sin duda la cuarta parte, porque es por ella que yo llegué al libro. Pero la parte sobre ciencia me tiene completamente intrigado.
Entiendo que el Padre tiene un plan universal de un alcance que difícilmente podemos visualizar. Parece que el universo actual es solo una escuela enorme para unos seres, como nosotros, que dentro de millones de años evolucionaremos hasta convertirnos en los gobernantes y ministradores de unos universos gigantescos que están ahora empezando a planearse. La voluntad del Padre, para mí, es unirse a ese plan y hacerlo propio. Es un plan de una ambición desmedida, y que requerirá de una paciencia sin límites por nuestra parte. Será una verdadera prueba de «fuerza de voluntad». Pero si somos fieles, si aguantamos la prueba, nos espera un futuro deslumbrante.
No, nunca. Sentí una respuesta muy directa a aquella súplica que hice cuando descubrí El Libro de Urantia, y a veces noto coincidencias al descubrir ciertas cosas en mis estudios que pienso que pueden tener alguna mano invisible detrás. Pero yo no llamaría a eso ser consciente de mi Ajustador.
El Libro de Urantia ha cambiado mi vida en mis principios y en mi visión del universo, pero a la hora de los detalles del día a día sigo siendo un desastre en muchas cosas, o yo al menos me veo así. Me gustaría ser capaz de aplicar solo un uno por ciento de las cosas que Jesús me inspira a hacer al leer El Libro de Urantia, pero ni eso he conseguido. Hay personas a mi alrededor que no han leído nada de El Libro de Urantia que son cien veces más bondadosas y preocupadas por el prójimo que yo. Tengo aún mucho que aprender y practicar en esta vida.
Creo que El Libro de Urantia es un regalo prematuro que nos han hecho a los habitantes de nuestro planeta, quizá porque hemos sido honrados con ser el planeta de la última donación de nuestro padre Miguel. Por eso pienso que este libro no es para todos en esta época. Cuando alguien me pregunta si debería leer El Libro de Urantia antes decía que sí, pero ahora casi siempre respondo que no porque veo a pocas almas hambrientas preparadas para leerlo.
Siempre he visto El Libro de Urantia como una lectura apasionante, pero muy compleja. Desde hace tiempo mi objetivo es buscar el modo de hacer el libro más accesible a otros. Por eso me he lanzado a la aventura de crear un sitio web, urantiapedia.org, donde aglutinar el enorme corpus de conocimientos que miles de lectores están creando desde hace años. Mi deseo es dejar esta gran herencia para las generaciones futuras como un proyecto que crezca, evolucione y llegue a muchos en su propio idioma.