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Soy Jeannie Vázquez, vivo en Montevideo, Uruguay. Me dedico a estudiar y servir a la revelación de El Libro de Urantia.
Lo encontré leyendo un breve artículo en una revista publicada por un diario de Uruguay. Allí se mencionaba brevemente que El Libro de Urantia afirmaba ser una revelación divina que presentaba la vida completa de Jesús de Nazaret. Yo tenía años de buscar información sobre Jesús y Dios, el alma, la vida eterna. Necesitaba saber si todo eso existía realmente. Mi búsqueda había sido casi angustiosa; había leído numerosos libros (supuestamente) espirituales y asistido a conferencias que trataban de esos temas.
Leer en aquel articulo «revelación de la vida completa de Jesús» fue como un disparador dentro de mí. Salí corriendo (literalmente) y llegué sin aliento a una librería que estaba a siete cuadras de mi casa. Allí lo tenían, enorme, con su tapa azul engomada. Ver que era un libro grande me encantó porque siempre fui una lectora ávida, y leer un buen libro que durara mucho era, y sigue siendo, un placer para mí.
Lo primero que leí fue el índice, mientras caminaba despacio de regreso a mi casa. Me fascinó ver que hablaba del Padre Universal. Luego leí partes sueltas. Mi primera impresión fue que lo que leía era (es) verdadero.
Desde el principio lo acepté como verdad, no dudé de que es una revelación divina real. La revelación respondió a todas mis preguntas y dudas, satisfizo mi hambre de verdad.
El Libro de Urantia me dio paz en cuanto a la realidad espiritual, calmó mi sed de conocimiento y entendimiento de cómo funciona realmente la sobrevivencia del alma, la vida después de la muerte, la verdad sobre Jesús, el origen de la vida, la realidad universal. Pero lo que cambió mi vida fue decidir hacer y vivir lo que el libro enseña: consagrarme a hacer la voluntad del Padre, de todo corazón, y esforzarme por vivirla.
Sí, muchísimo. Sí tenía fe, puedo darme cuenta de ello ahora, al mirar hacia atrás. Pero era una fe llena de incertezas, vacilante en cuanto al direccionamiento confiado y sereno que tengo ahora. Sí me esforzaba por vivir en rectitud, tenía ideales, buscaba crecer interiormente, pero el objetivo de mis esfuerzos no era claro, mi mente estaba sumida en un mar de dudas. Ahora sé que Dios vive en mí, y comulgar con él en oración y adoración diaria y recibir sus dones ha alimentado mi fe de manera maravillosa.
Ya no, pero al principio sí. Cuando leí que la reencarnación no existía pensé que el libro estaba equivocado, que el revelador debía haber querido decir alguna otra cosa. Busqué y busqué algo en el propio libro que confirmara mi creencia. No encontré nada, por supuesto. Hasta que un día leí la historia de cómo se había recibido el libro. Esa información fue decisoria para mí, porque me mostró el método divino de hacer las cosas. Entonces acepté íntegramente la revelación, descarté mis creencias y toda enseñanza que contradijera los conceptos contenidos en el libro.
No puedo decir que una parte me haya impresionado más que otra. Todo el libro me impresionó y conmovió (y conmueve cada día).
Primero, es una decisión personal que debe ser total, profunda, incondicional. Luego, es un esfuerzo diario de comunión adoradora con el Padre, que alimenta el alma y nos sostiene en el servicio a los demás. Es un anhelo que motiva, una comunión que transforma, una vida dedicada a mostrar el amor divino a todos nuestros hermanos, a crecer en frutos del espíritu, valores divinos, semejanza con el Padre, amando a nuestros hermanos cada día más, esforzándonos por ser como Jesús fue en su vida humana.
Sí.
Sí, cada día desde hace más de 20 años. El resultado ha sido amor, paz, felicidad, anhelo de servir a mis hermanos, búsqueda de una mayor comprensión de la verdad divina, dedicación a servirles, crecimiento y madurez.
La verdad, creo que lo que hace que las personas lo lean o no, no está tanto en el libro sino en el interior de las personas. Su hambre (o no) por la verdad divina y por conocer a Dios, el estado de su mente, su apertura interior o el grado de apego a sus creencias, determinarán si leen y aceptan la revelación o la rechazan.
Quisiera que muchos más de los que conocemos y creemos en las enseñanzas divinas de El Libro de Urantia nos atreviéramos a ser y hacer las cosas que Jesús y los reveladores nos enseñan, y así contagiar a los que están abiertos a la espiritualidad, a recibir también el tesoro que nosotros recibimos cuando conocimos esta revelación divina.