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Luis Coll es un lector que vive en Planolas, provincia de Girona. Tiene 67, trabajó de jardinero pero ya está jubilado. Es padre de cinco hijos ya mayores que viven en España y Bélgica.
Yo llegué a El Libro de Urantia allá por el año 2000, a través de la novela El testamento de san Juan, de J.J. Benítez.
Me pareció interesante y con mucho contenido, lo fui leyendo poco a poco.
Me gustó en especial la primera parte, la descripción tan amplia que da sobre Dios, la Trinidad y el universo. Para mí esa parte fue muy interesante. Hay gente que dice que es difícil de comprender, pero a mí no me resultó tan difícil.
Yo siempre he creído en Dios y he sido un buscador de la verdad. El cambio más significativo para mí fue descubrir lo grande que es Dios, el Espíritu y la ampliación tan extensa que hace el libro sobre muchas cosas en general.
Yo diría que, más que cambiar mi fe, la ha aumentado.
No es que haya puntos que me cueste aceptar, pero sí hay que reconocer que el libro requiere un estudio a fondo y constante para poder entender algunas cosas que a veces son difíciles de comprender.
La primera parte es la que más me ha impresionado, por la profunda revelación que hace de Dios y las Deidades del Paraíso, y la descripción de los siete superuniversos, el lugar donde vivimos en la gran creación universal. Ni la Biblia ni ningún otro libro que yo conozca hacen una revelación tan extensa. Y no podía faltar la cuarta parte, la vida y las enseñanzas de Jesús, que es una excelente guía para nuestra vida.
Yo entiendo lo de «hacer la voluntad del Padre» como tener una actitud positiva ante la vida, y vivir el día a día haciendo lo mejor que podamos para nosotros y los demás.
Es difícil distinguir la presencia del Ajustador, porque en nuestra mente también se mezclan muchas emociones y pensamientos y muchas ideas, y es un verdadero rompecabezas distinguir lo que podría ser la «voz» real del Ajustador, pero me atrevería a decir que la mayoría de las veces sí que siento su presencia.
Cuando Jesús dijo a sus apóstoles y seguidores «id por todo el mundo a predicar el evangelio de la buena nueva», cada vez que hablamos de Jesús y para nosotros, en especial los lectores de El Libro de Urantia, y transmitimos esas verdades a los demás, estamos cumpliendo ese deseo y mandato del Hijo Creador, y el resultado es que esto da un propósito y alegría a nuestra vida y a la de los demás.
Creo que el mayor misterio del libro es el misterio de Dios, que nos va a tomar toda la eternidad para comprenderlo. Mucha gente creo que no quiere penetrar en El Libro de Urantia porque no se atreven a emprender esa gran aventura que es el descubrimiento de Dios.
Lo que quiero decir respecto a El Libro de Urantia es que es una gran revelación, y que espero que nosotros los lectores permanezcamos siempre como un grupo de buenos amigos estudiando el libro, sin títulos ni pretensiones, como un grupo de amigos y buscadores de la verdad.