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Convergencias y divergencias: la agricultura | Luz y Vida — Núm. 41 — Septiembre 2015 — Índice | Noticias de la Asociación Urantia de España |
Maria José es una lectora de El Libro de Urantia muy comprometida con la difusión de las enseñanzas de la quinta revelación. Maestra de profesión y madre de tres hijos, reside en Málaga y es la anfitriona del grupo de estudio que se reúne periódicamente en esa provincia desde hace unos años.
Siendo adolescente, mi forma de encontrarme a mí misma fue preguntarme: «si hubiera nacido en otra parte, ¿mi religión sería la cristiana? Si hubiera nacido unos kilómetros más al sur, en Marruecos, ¿mi cultura y religión serían muy diferentes a la actual? ¿Soy cristiana sólo por el azar de haber nacido en Málaga y en una familia cristiana?»
Al poco tiempo empecé a leer el primer Caballo de Troya de J.J. Benítez y me quedé impactada por la figura de Jesús de Nazaret. Incluso llegué a tener un sueño con Él. Para mí, aquello era la respuesta a mis dudas: tenía que seguirlo a Él, sin duda. Pero la religión católica me desasosegaba, y al seguir leyendo los libros de J.J. Benítez encontré una referencia a la Fundación Urantia. Poco después leí un libro de Ribera donde hablaba de los plagios de Benítez, pues afirmaba que sacaba su información de un tal LIBRO DE URANTIA. Después ya todo fue seguido: escribir a Chicago, a la Fundación para solicitarlo, etc.
Me impresionó bastante el tamaño tan voluminoso del libro azul. ¿Sería capaz de leerlo? Pues sí… lo devoré desde el principio hasta el final, sin dejar de leer durante meses. Tenía una curiosidad insaciable por comprender mejor nuestro mundo y a nosotros, y el libro hablaba de tantos temas tan interesantes…
La parte final del libro me gusta tanto y la veo tan lúcida que aquello no podía ser una tontería fantásticaesotérica. Ese Jesús de Nazaret que aparecía era el auténtico, sin duda.
Estaba en un grupo cristiano desde hacía años, mi familia es católica practicante, mi hermana es religiosa, pero todo aquello se había convertido para mí en un corsé. Que me dijeran lo que debía creer o los rituales que debía hacer no me agradaba. Así que al final me salí de toda relación con la iglesia y en consecuencia, me casé por lo civil, no tengo bautizados a mis tres hijos, etc. Tengo la sensación de una inmensa libertad, la tan querida libertad de los Hijos de Dios… para buscar la verdad.
Por supuesto que sí, pues no hay esa conciencia del deber hacia Dios que tenía antes, sino una relación más cercana y directa con El, sin frases hechas o rituales prefijados.
El tema de la eugenesia, la limpieza de las razas o elementos inferiores, me causa desagrado por las connotaciones racistas y del ideario nazi, pero entiendo que en un plan evolutivo a largo plazo, también el progreso físico tiene que estar contemplado.
Sin duda me entusiasma la cuarta parte, la de la vida y enseñanzas de Jesús. Es una nueva manera de ver y aprender sobre la divinidad, al acercarse tanto a nosotros los seres humanos. Qué hermoso descubrir que Jesús de Nazaret tuvo una familia con muchos hermanos, trabajó prácticamente en todos los oficios conocidos entonces, realizó grandes trayectos a las principales ciudades de entonces, trabajó y tuvo un grupo de discípulos formado por gentes sencillas de su entorno cultural, amó profundamente a los seres humanos…
Buena pregunta. Es una frase hecha, repetida muchas veces en la historia, pero creo que cada cual debe buscar su interpretación personal de esta sugerencia de vida dada por Jesús de Nazaret. Fue su lema de vida, luego es algo muy importante. Creo que hacer realidad esta frase implica estar en contacto con nuestro Dios interior, el Ajustador que nos han regalado, y dejarnos guiar de su mano como compañero inseparable, bueno y sabio. Por tanto, sería pensar, sentir y actuar como haría Dios en nuestras circunstancias personales. Algo difícil, pues las circunstancias normales del ajetreo diario no estimulan la introspección diaria y la serenidad para escucharnos.
Debo confesar que no. He tenido experiencias muy hermosas de serenidad o belleza que te dan energía para seguir en la vida con otra óptica, pero creo que no puedo personalizar tanto en un diálogo consciente. Ha habido descubrimientos y coincidencias muy hermosas como respuesta a preguntas, alguien parece estar ahí esperando que preguntes, pero no lo puedo definir totalmente.
Es lo primero que se me ocurrió. En casa, hablando de las enseñanzas de nuestro querido Miguel de Nebadon. Sin agobiar. Según vayan las circunstancias de la vida planteando preguntas. Creo que también es muy importante formar parte de asociaciones, estar en contacto con otras personas, para desplegar las buenas intenciones que tenemos dentro. Sin olvidar que ayuda mucho formar parte de un grupo de estudio de El Libro de Urantia, pues te refuerzas en tus convicciones con otras personas afines. En Málaga tenemos un grupo de estudio y cada vez aprendemos más y nos compenetramos más, a pesar de las distancias.
¿Resultados de esto? La verdad es que no me lo planteo, no voy buscando el proselitismo ni machacar a nadie con la verdad… una siembra y otros recogerán.
No creo que haya nada en especial, salvo que es un libro profundo, serio y que implica un estudio en su comprensión. Quien quiere las cosas masticadas, fáciles, de usar y tirar, como nos tienen acostumbrados con la televisión y la publicidad, no va a conectar con el libro. Con este libro y con otros. Pero quien desee profundamente respuestas nuevas a la vida, sí le llamará la atención. Una minoría, creo, pues el desarrollo espiritual todavía no es un objetivo clave de la sociedad, aunque las cosas irán cambiando. El mismo libro lo afirma, cuando dice que es un adelanto de una fase más espiritual de la civilización humana futura. No hay prisas…
El Libro de Urantia es un libro que ya tiene más de medio siglo de vida y, para saber llegar a más personas, tenemos que pensar en las nuevas formas de comunicarnos los seres humanos: visual, tecnológica, sin fronteras, con testimonios personales más que sermones. Que Dios y sus queridos ángeles nos ayuden a hacer posible esta difusión tranquila, como Jesús de Nazaret hubiera querido, pero en el siglo XXI.
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