© 2008 Carmelo Martínez, Eduardo Altuzarra, Santiago Rodríguez, Olga López, Andrés Pérez, Antonio Moya
© 2008 Asociación Urantia de España
De varios autores
Participantes:
Carmelo: Santi insiste en que no todos sobreviven, sin embargo su argumentación no refuerza esa idea, al menos yo no lo he visto.
Yo por mi parte insisto en que teóricamente no todos sobreviven, pero en la práctica creo que sí, quizá con contadas excepciones a lo largo de todas las edades. Hablo de todos los que antes o después reciben Ajustadores. Otra cuestión, muy interesante, es saber cuántos reciben Ajustadores y por qué. Y hablo de ese sobrevivir que es despertar en los mundos mansión después de esta primera vida. Asunto diferente es saber cuántos sobreviven en último término, cuántos rechazan sobrevivir en alguno de los mundos mansión, una vez repersonalizados en cuerpos moronciales, y una vez que toman contacto con la mota moroncial y los circuitos de conocimientos de esos mundos.
Santi ha dado a entender, en el hilo sobre cuántos sobreviven, que el alma no nace con la llegada de Ajustador. Yo sin embargo, creo que sí, que nace justo en ese momento.
La primera decisión moral trae al Ajustador precisamente para recoger ese valor universal para siempre, y comienza la espiritualización del yo. Esta espiritualización del yo hace nacer el alma. Os copio dos párrafos de 111:2.
«Esta transacción sublime de hacer evolucionar el alma inmortal resulta posible porque la mente mortal es primero personal, y segundo está en contacto con realidades superanimales; posee una dotación supermaterial de ministerio cósmico que asegura la evolución de una naturaleza mortal capaz de tomar decisiones morales, llevando a cabo por ello un contacto creativo auténtico con los ministros espirituales asociados y con el Ajustador del Pensamiento residente.» LU 111:2.9
«El resultado inevitable de tal espiritualización contactual de la mente humana es el nacimiento gradual de un alma, el vástago conjunto de una mente ayudante dominada por una voluntad humana que ansía conocer a Dios, trabajando en unión con las fuerzas espirituales del universo que están bajo el sobrecontrol de un fragmento propiamente dicho del Dios mismo de toda creación —el Monitor de Misterio-. Y así, la realidad material y mortal del yo trasciende las limitaciones temporales de la máquina de vida física y alcanza una expresión nueva y una identificación nueva en el vebiculo en evolución de la continuidad de la individualidad, el alma moroncial e inmortal.» LU 111:2.10
A ver qué os parece.
Santiago: Insisto en abundar en la idea de que el proceso de aceptación de alguna deidad por parte del ser humano es crítico para su futura supervivencia, y por eso creo que los Dioses han puesto «toda la carne en el asador». Siendo conscientes de que nuestro grado de desarrollo racial no ha llegado a ser el esperado, se han permitido alterar el curso normal de las venidas de los Hijos Descendentes, otorgándonos primero el Autootorgador, para poder disponer del Espíritu de la Verdad, y disponer así cuanto antes de una mayor «ayuda» espiritual, ya que nuestro receptáculo carnal no es lo suficientemente «sensible» a las realidades espirituales.
Carmelo, si el individuo no «ansía» conocer a Dios, no tiene voluntad o ganas de conocerlo, el Ajustador no puede iniciar el nacimiento del Alma. Se necesitan dos que estén de acuerdo: El Ajustador (que siempre quiere, evidentemente) y el mortal, que no es necesario que sepa de esas transacciones, sólo NECESITA ANSIAR A DIOS. Si no lo ansía, no hay nada que hacer. Si no lo ansía, no sobrevivirá, porque el alma no se habrá podido originar a pesar de todos los esfuerzos de la mente y del Ajustador.
Como el párrafo mismo indica, la llegada del Ajustador comienza la espiritualización del individuo, y el alma se originará después. Perdonad mi insistencia, pero yo no puedo menos de interpretarlo así.
Y vuelvo a insistir, uno de los pasajes más claros es LU 112:3.2-4, cuando describen los tres tipos de muerte (de supervivencia de la personalidad) ¿Qué sentido tendría facilitarnos información sobre posibilidades teóricas, que si no se llegan a dar nunca, dejarían de ser posibilidades?
Si se dieran «anecdóticamente» alguna vez de muy tarde en tarde, pienso que no sería relevante incluirlo en una revelación, cuando por otro lado cada vez nos convencemos más de que TODO lo que está escrito tiene un buen motivo. ¿No os parece?
Olga: Queridos amigos: yo tengo la misma impresión que Santi. Si se habla en la revelación tan insistentemente sobre la muerte «de verdad», es porque es una posibilidad real, no algo meramente hipotético que no ha pasado jamás. Teniendo en cuenta que toda revelación es incompleta (cosa que se encargan también de decirnos más de una vez), ¿por qué incluir algo que no ha pasado nunca? No creo que quisieran meternos miedo, simplemente nos quieren dar todos los elementos de juicio para que comprendamos que, si no deseamos sobrevivir, no hay ayuda divina que pueda hacer que tiremos p’alante.
Creo que en el fondo nos resistimos a concebir que alguien pueda desear no continuar la carrera de ascensión (y con ello dejar de existir), porque es algo que a nosotros y a los que son «de la misma cuerda» nos parece inconcebible. Pero no todos tienen las mismas ganas de saber qué pasará al otro lado, no todo el mundo mira hacia arriba y se pregunta qué más puede haber ahí fuera, no todo el mundo tiene ganas de currarse la supervivencia, no todo el mundo está por librarse de las cadenas de la materia.
Carmelo: No, si yo no digo que tal muerte espiritual (la del alma) no sea una «posibilidad real»; no digo que no haya pasado jamás, o que se dé raramente. Lo que digo es que me parece difícil que ocurra en la primera transición, la que corresponde con la repersonalización tras la primera vida, la de la carne. Desde luego, y lo dije en un mensaje anterior, se dará sin duda en los mundos mansión; habrá quienes no quieran seguir.
Yo para estas cosas hago siempre una comparación. Imaginad una familia; el padre tiene una empresa y le gustaría que sus hijos tomaran parte en dicho negocio. Pero no les impone nada, quiere que ellos lo decidan libremente. Primero, no creo que espere una decisión antes de que lleguen digamos que a los 18 ó 20 años.
No espera que cuando tienen un año entiendan lo que les pide, ni que sean capaces de decidir por sí mismos. Con un año, cuando apenas se sostienen en pie, no tienen ni la madurez ni la información suficientes para tomar una decisión. ¿Qué idea puede tener un bebé terrestre de lo que es una empresa?
Éste es nuestro caso; somos bebés todavía. No tenemos ni la madurez ni la información suficientes para aceptar el plan de nuestro Padre; ni siquiera para comprenderlo suficientemente. Si el padre humano no espera una decisión hasta cierta edad y sabe que sus hijos no son capaces hasta entonces de decidir, ¿por qué pensamos que nuestro Padre, infinitamente sabio, actuará de otra manera? Nos dejará crecer; nos dejará que aprendamos cómo es la realidad, y sólo entonces esperará una decisión definitiva y final. La decisión debemos tomarla todos, pero yo creo que en la primera vida es demasiado pronto, al menos para la inmensa mayoría. Siempre puede haber alguno que crezca más rápido y le dé tiempo en la primera vida a acercarse a cierta madurez espiritual. Éstos sí pueden tomar la decisión, pero, en nuestra edad, son una inmensa minoría.
Es verdad que conocemos personas como las que describe Olga, sin interés aparente por el más allá, sin ganas de «currarse la supervivencia», apegados a las «cadenas de la materia», pero esto no quiere decir que hayan decidido no formar parte del negocio de su Padre, simplemente son bebés espiritualmente hablando. Ya tendrán oportunidad de espabilar, y entonces tendrán que decidir lo que quieren, tendrán que demostrar cómo son en realidad. Ahora ocurre simplemente que no sienten el reto, por diferentes circunstancias. Y el Padre les juzgará misericordiosamente; eso sí, existe la ley de las compensaciones; tendrán que recuperar en los mundos mansión el tiempo perdido.
Santi, me has hecho dudar. Tengo que reflexionar más sobre el asunto del alma. Ya os contaré.
Antonio: He encontrado este párrafo en el Doc.5, último párrafo del punto 5. No sé si clarificará algo el debate.
«La capacidad de los padres mortales para procrear no está basada en su nivel educativo, cultural, social o económico. La unión de los factores parentales en condiciones naturales es completamente suficiente para dar comienzo a una descendencia. Una mente humana que discierne el bien y el maly que posee la capacidad de adorar a Dios, en unión con un Ajustador divino, es todo lo que necesita ese mortal para dar comienzo y fomentar el nacimiento de su alma inmortal con sus cualidades de supervivencia, si ese individuo dotado de espiritu busca a Dios y desea sinceramente volverse como él, elige bonradamente hacer la voluntad del Padre que está en los cielos.» LU 5:5.14
Carmelo, lo que expones me parece perfectamente razonable, y estoy contigo.
Yo no sé cuál es la verdad y, por lo que veo en el debate, tampoco parece que se pueda deducir claramente del texto del LU. Pero tú has metido el dedo en la llaga con tu ejemplo. El cual, dicho sea de paso, se asemeja enormemente a los que ponía Jesús cuando trataba de enseñar a los apóstoles las relaciones entre el hombre y Dios: Recurría a poner ejemplos sobre la vida familiar corriente y moliente. El mérito es tuyo. Y desde luego, clarifica el asunto enormemente.
Carmelo: La cita que ha encontrado Antonio es muy oportuna. Pero a mí no me parece tan clara como sugiere una primera lectura. La condición que se pone al final del párrafo rompe la comparación con lo «completamente suficiente» de la «unión de los factores parentales». Hace falta algo más que la unión de una mente humana y un Ajustador.
Todas las mentes humanas (normales) tienen capacidad de adorar a Dios; eso es precisamente lo que las hace humanas y no animales. Todas las mentes humanas (normales) disciernen el bien y el mal a partir de cierta edad, precisamente la edad en que reciben el Ajustador. Y, desde Pentecostés, todas las mentes humanas (normales) reciben un Ajustador.
Pero aunque parece que esas dos condiciones van a ser suficientes para hacer nacer y fomentar el alma inmortal, de hecho no lo son: es necesario además desear «sinceramente volverse como él», elegir «honradamente hacer la voluntad del Padre que está en los cielos». O como decía Santi, citando el párrafo de mi mensaje anterior, «ansiar conocer a Dios».
Siendo capaces de discernir el bien y el mal, ¿elegir hacer el bien es en sí mismo hacer la voluntad del Padre? Si la respuesta es sí, el alma nace con la llegada del Ajustador provocada por la primera decisión moral (la primera elección del bien frente al mal) de la mente humana. Ahora mismo no veo razón para que no sea así. Pero aquí estaba mi duda. A ver qué opináis vosotros.
Santiago: Cierto, cierto, hay un condicional…
Teniendo en cuenta que estamos en una parte del universo en el que se da la causalidad, no veo posible que la primera decisión moral que es la que «abre la puerta al Ajustador» para que se instale en el individuo, y por consiguiente es previa a su llegada, pueda originar el alma, porque en ese momento de la decisión moral, no está el Ajustador, luego no puede originar el alma.
Perdonad mi tozudez, pero sigo diciendo que las decisiones morales que tienen que ver con el bien/mal, lo primero que hacen es abrir la puerta al Ajustador, y ¿a que todos entendemos que no basta con «ser buenos» una vez en la vida? Indudablemente, si hacemos el bien estaremos haciendo la voluntad del Padre, pero recordad que hay situaciones en las que el bien es claro, pero otras quizá no tanto; todos somos capaces de entender que pueden darse situaciones en las que estaremos haciendo con nuestra mejor voluntad lo que entendemos que es el bien, pero por nuestras cortas miras la «estaremos cagando a base de bien», evidentemente en este caso nuestra intención puede ser de lo más noble (y esto nos hará crecer espiritualmente), pero no estaremos haciendo la voluntad del Padre.
Por eso Él fue tan genial, y NO SUPEDITÓ NUESTRA EXISTENCIA FUTURA, al hecho de hacer el Bien o el Mal, porque sabe de nuestra Ignorancia con mayúsculas, y sería demasiado; por eso se conformó con algo más simple: sólo tenemos que querer acercarnos a ÉL (y todo lo que ello conlleva); evidentemente si somos buenos, y además no nos equivocamos, todo ello nos hará crecer y madurar nuestra alma, para enfrentarnos a la decisión definitiva.
Pero, ¡caramba! hemos de cubrir ese mínimo, que repito no lo veo relacionado con el Bien/Mal.
Antonio: He aquí otro párrafo, esta vez de la vida de Jesús (Doc. 133:6):
«El espiritu divino llega al mismo tiempo que la mente humana efectua su primera actividad moral, y en esa ocasión es cuando nace el alma.» LU 133:6.5
En cuanto al párrafo que envié anteriormente, he aquí el original en inglés:
«A human mind discerning right and wrong and possessing the capacity to worship God, in union with a divine Adjuster, is all that is required in that mortal to initiate and foster the production of his immortal soul of survival qualities if such a spirit-endowed individual seeks God and sincerely desires to become like him, bonestly elects to do the will of the Father in heaven.»
Pudiera ser que la condición de «buscar a Dios» se necesite para FOMENTAR el desarrollo del alma, que no su nacimiento.
Carmelo: Pues esta sí, es definitiva, las criaturas intermedias nos lo dicencon toda claridad: el alma nace con ocasión de la llegada del espíritu divino, un hecho que es simultáneo a la primera actividad moral de la mente humana. Y un poco más arriba nos aseguran que «La elección moral y el logro espiritual, la capacidad de conocer a Dios y el impulso de ser como él, son las características del alma». Yo interpreto que la elección moral y el logro espiritual son igual a la capacidad de conocer a Dios y el impulso de ser como él. Y eso responde a mi pregunta: elegir el bien es hacer la voluntad de nuestro Padre, lo que despeja mis dudas.
Santiago: Antonio expresa perfectamente lo que estamos comentando, sólo que yo subrayaría también donde pone:
«…Si ese individuo dotado de espiritu busca a Dios y desea sinceramente volverse como él, elige honradamente hacer la voluntad del Padre que está en los cielos». LU 5:5.14
Carmelo, es cierto que hacer el bien es hacer la voluntad del Padre, siempre que ese bien sea BIEN. El problema está en que a veces lo que nos parece el bien no lo es tanto…
Muchos fueron confundidos en la rebelión de Lucifer, porque siguiendo las instrucciones de sus superiores creían que hacían el bien, pero evidentemente no estaban haciendo la voluntad del Padre.
Eduardo: Amigos míos, soy de la opinión de Santi, Olga y de todos aquellos que piensan que si nos mencionan ciertas cosas sobre la supervivencia de los seres mortales de este mundo, algo tienen que haber de cierto. Considero que todos hemos vuelto a releer muchas páginas del LU para comprender e interpretar mejor lo que nos quieren decir los reveladores en torno a este tema y pienso que algunas cosas las podemos comentar con cierta seguridad, salvo los matices personales que cada uno de nosotros apliquemos, pues debemos tener presente que los comentarios siempre serán relativos.
Es mi deseo haceros saber que todos nosotros estamos interpretando y analizando este tema porque pensamos, sentimos y deseamos como fervientes creyentes en Dios y en toda su existencia. O sea, nosotros ya hemos decidido hacer la voluntad del Padre. Nosotros hemos elegido. Nosotros estamos ya comprometidos en intentar ser mortales ascendentes. Nosotros estamos engrandeciendo nuestra alma. Yo he llegado a pensar que desde que me puse a «buscarle» comencé a crear mi alma, antes no, a sabiendas al día de hoy, de que poseo un Ajustador.
Bien, pues como expone Carmelo, todo padre desea lo mejor para su hijo y a lo largo de la vida intenta que haga aquello que desde la perspectiva de ese padre es lo mejor para ese hijo. Si para ello lo intenta encaminar por los mejores senderos y da la casualidad que el muchacho no desea ir por ellos y elige otros que lo encaminan mal, el padre se arma de paciencia y le vuelve a aconsejar de otros nuevos senderos por los que caminar. La criatura se empeña en dirigir sus pasos por otros distintos y diferentes, resultando al final del camino otro desacierto. El padre decide dejar de aconsejarle y al final observa como ese hijo está viviendo caminos equivocados. Si el padre es sabio comprenderá que a pesar de haber intentado orientar a su hijo por el buen camino, el hijo con su libre albedrío ha decidido hacer lo que la ha dado la gana.
Cuando Carmelo nos habla que somos bebés, yo pienso que lo hace desde una visión paternalista, realmente no somos bebes. Pudimos ser bebes, hoy todos somos maduros y desde luego a la mayoría nos han dicho que existe Dios y he comentado más veces que en el fuero interno de cada ser humano Dios se ha «manifestado» más de una vez y quiero pensar que hasta en la mente más «mala». Voy a ser «malo e incisivo». En este jodido mundo, por suerte, a la mayoría de los más de 6.000.000.000 de seres humanos les han dado mente y Ajustador, les han hablado de Dios, le han dicho hasta la saciedad que hay que ser buenos, justos, tolerantes, comprensivos, etc. Hoy, que la comunicación es instantánea a nivel mundial, nos están repitiendo lo mismo una y otra vez desde diferentes «consignas»: ¡Sed buenos, llevaos bien, que Dios lo ve todo! Hay muchos seres humanos a los que deberíamos imitar, pues considero que son un buen ejemplo de vida ya que ellos representan por si solos la bondad, la tolerancia y la comprensión, pero casi nadie repara en ellos. Es mejor y más bonito dedicarte al materialismo y esconder la cabeza debajo del ala.
Pero a estas alturas sinceramente yo estoy convencido que una gran mayoría de ellos están intentando, cada uno a su manera, hacer la voluntad del Padre. De una manera muy lenta y personal, de acuerdo. Pegando «palos de ciego», de acuerdo. Sufriendo muchas vicisitudes, de acuerdo. Pero seguro que lo están intentando. De ahí que yo tenga claro que unos sobrevivirán y otros no, sin necesidad de llegar a los mundos mansión. Nosotros nos pusimos a buscar y encontramos, nos lo creímos y nos hemos puesto a trabajar. Todos hemos dado un pequeño «giro» a nuestra manera de pensar, de sentir y de desear. Todos nos hemos comprometido un poco. Actualmente lo mejor que podemos hacer es intentar ser ejemplo de vida y hablar claro y sin tapujos de la existencia de Dios y lo bien que nos va, intentando hacersu voluntad y con ello es posible que contribuyamos a que alguno sobreviva.
Por lo tanto no nos equivoquemos, tratemos de interpretar las cosas como el LU nos las dice. Nuestros padres nos «hacen», a continuación nos dotan de una mente y más tarde viene el Ajustador y a partir de ese momento «a crecer que son dos días». Unos eligen crecer y otros quedarse pequeños. El Padre les ayuda a todos por igual, pero cada uno utiliza su libre albedrío y a cada uno le va como le va. Al final unos tienen su recompensa y otros sencillamente no la tienen. Claro, todo esto hay que interpretarlo desde una perspectiva relativa. Es como intentar ver el vaso medio lleno o medio vacío. Con esto que estoy exponiendo no quiero decir que lo que dice Carmelo y Antonio está de acuerdo, no sea cierto. No, no me malinterpretéis, es la otra forma de ver el vaso.
Santiago: Queridos amigos, siguiendo con la fábula:
El padre quiere que sus hijos continúen con su negocio, pero evidentemente el negocio es complejo y aún son pequeños para comprenderlo y poder formar parte de él, pero los hijos tienen que hacer algo en su vida, ganársela de alguna manera, y el padre se entusiasma con darle la posibilidad de hacerlo. Pero evidentemente la decisión de los hijos puede tardar; no hay problema, el padre tiene paciencia, y como no quiere influir en sus decisiones, opta por no pedirles directamente que formen parte del negocio hasta que no se hagan mayores y comprendan algo más de todo y así puedan ellos mismos decidir con conocimiento de causa si quieren realmente continuar o abandonar.
Para ello dispone que cada uno puede hacer con su juventud lo que le venga en gana, no los obliga a elegir ninguna «carrera» en concreto, pero pone como condición para tener opción a formar parte de su mundo empresarial, que cursen algún estudio universitario, dándole igual que sea medio o superior, y le da lo mismo la orientación del mismo, sólo que considera que para poder abrirse un hueco en su empresa, entiende que ese es el mínimo esfuerzo que tienen que hacer sus hijos para no formar parte definitivamente del negocio, sino para poder entrar a conocerlo…
Y sabiendo esto hay uno que, aún oyendo lo interesantísimo que otros le dicen que es trabajar en el negocio de su padre, incluso él mismo le apetecería, pero no es que no sea capaz de estudiar y sacar unos estudios, es que le da pereza, ponerse a estudiar, y como no le falta de nada, dice que en fin, es su padre y a pesar de todo no le va a dejar fuera. Sí, ya sabe cuál es el requisito que hay, pero un padre es un padre, y malo será que al final no haga una excepción.
¿Cómo se las arreglaría el padre para cumplir su propia norma y no perjudicar al resto de los hermanos? (Es decir, ser justo, misericordioso, bueno y no hacer favoritismos a las personas)
Me gustaría conocer vuestra opinión…
Carmelo: Sobre cuántos sobreviven hemos debatido ya bastante y cada uno ha tomado la postura que más cierta le parecía. No quiero retomar ese debate, pero sí quiero aclarar por qué consideró que somos bebés.
Toda personalidad tiene unas características; no hay dos iguales. Y toda personalidad, que procede del Absoluto de Deidad, tiene unas determinadas capacidades de relación con otras personalidades y de actuación sobre lo inanimado, que procede del Absoluto No Cualificado. La evolución consiste, a mi entender, en ser más parecidos al Padre, en tener más conocimientos de la Realidad y de la Divinidad, y más capacidad de acción sobre esa Realidad; en ir actualizando los potenciales del Absoluto Universal. Somos cocreadores y por lo tanto actuamos sobre la creación para ir haciéndola más perfecta.
Comparemos ahora nuestra capacidad de acción actual (y nuestra mente actual) con las de un Melquisedec, con las de Gabriel o con las del mismísimo Miguel, por no hablar de los Ancianos de los Días o los finalitarios. Comparemos las capacidades de nuestra mente, el conocimiento que tenemos de la Realidad o lo que sabemos del Padre, con los de estos personajes. Ridículos, no. Sin embargo estamos destinados a todo, no tenemos límites en nuestros poderes. Si comparamos este nuestro potencial, probablemente infinito, con lo que somos ahora y lo que sabemos ahora, concluiremos sin duda, yo lo hago, que estamos muy muy muy muy al principio, que somos simples bebés de finalitario, y no digamos de posfinalitario (superadas ya las limitaciones del tiempo y el espacio) Y después aún hay más.
Éstas son mis razones.
Eduardo: Carmelo, yo no hablo de no ser como un bebé en nuestra carrera ascendente. Por supuesto que somos recién nacidos en nuestra ascensión, eso no lo pongo ni en duda. Yo digo que ahora, en nuestro mundo durante el periodo que vivimos, algunos puede que sean bebés espiritualmente por circunstancias concretas y a esos sí que les darán otra oportunidad, pero que la mayoría ya debieran ser adultos espiritualmente en esta época que les toca vivir y el que no quiere ser adulto, es porque se ha posicionado en el peldaño más cómodo de la escalera que le toca subir. No es porque no haya podido conocer a Dios y hacer su voluntad, sino porque de una manera más o menos deliberada no quiere saber nada de esas «historias» y yo a esos no los justifico como bebés. Yo interpreto que tú sí les justificas, por ahí van mis «tiros», ¿me equivoco?
Santiago: Después de todo este intercambio de ideas, creo que hay que extraer «la moraleja», que no es concluir si todos continuaremos o no en la siguiente etapa, que como dice Eduardo, parece que se trata de un vaso a medias. De todas formas de este particular, en cuestión de 50 ó 60 años lo veremos… creo yo.
Lo importante (hablo desde mi punto de vista) es que dado que yo creo que no todos sobrevivirán/sobreviviremos, y dado que sé que desde arriba sólo empujan, no doblegan, creo que mi moraleja particular es tratar de que los que me rodean se planteen alguna vez la posibilidad de la existencia de ese Padre, en el que todos nosotros creemos, y sabiendo que el ejemplo es la mejor escuela, me toca trabajar duro, para limar todo lo que creo que he de retocar, para hacerme una buena cirugía estética…
Antonio: De nuevo estoy de acuerdo con lo que desarrolla Carmelo, más de acuerdo con su opinión que con las otras (todas respetables).
Creo que aquí todos somos bebés, sin excepción (recordad que el LU dice que el alma NACE realmente en el mundo morontial, que aquí está en embrión). No estoy de acuerdo con Eduardo en cuanto a que aquí haya algún ADULTO espiritualmente hablando. Las personas que no se interesan por estos asuntos, están justificadas porque les ha tocado vivir en un mundo que «vaya tela»: lejísimo del estado de luz y de vida, con una sociedad desordenada, y con una naturaleza mortal nada sensible al espíritu. ¿Qué demonios queréis que hagan esas personas? Seguir la corriente de la sociedad, moral, económica y religiosamente hablando. No buscan «otra cosa» porque sus exigencias interiores no les llevan por ahí. Sus intereses son otros. No son unos «peguijeras» como nosotros, que siempre estamos metiendo el dedo en alguna parte. No les inquieta el «más allá», es algo en lo que prefieren no pensar. ¿Quién sabe siquiera si hay «más allá»? En fin, se ocupan de sus intereses diarios, y el tema espiritual es algo que pertenece a los curas, a los de la iglesia. Es su profesión.
TODOS los lectores del LU que conocéis, de todos los países, son gente inquieta, que no se conforma con lo que nos ha legado la sociedad. Otras personas NO tienen ese nivel de exigencia interior. La gente tiene (tenemos) unos niveles MUY DIVERSOS de conciencia, y son nuestros niveles de conciencia los que nos llevan a buscar o no buscar. Como alguien ha dicho, puesto que la personalidad es ÚNICA, ninguna otra personalidad puede juzgarla. La gente que vive de manera «cómoda» están en ese peldaño porque hasta ahí es adonde llega su nivel de conciencia. Y no dan para más. Lo demás son opiniones nuestras… vistas desde nuestro punto de vista (pero no desde el de ellos)
En fin, los Dioses toman buena nota de nuestro lugar de nacimiento (circunstancias, entorno, herencia, etc.), y serán misericordiosos. No creo pues que aquí haya algún adulto espiritual. Sadler (hijo) dice en sus escritos que cuando seamos finalitarios seremos adultos espirituales. Yo creo que lleva razón. No antes de entonces.
Eduardo: Bueno, de todas las maneras, inclinando la balanza hacia un lado o hacia el otro no vamos hacer que la realidad cambie. Yo me he propuesto sobrevivir y sobreviviré, pero además voy a tratar de «arrastrar» conmigo a todo el que pueda, aunque para ello tenga que meter algo de «miedo» en el cuerpo.
Bueno, yo creo que a estas alturas de estudio, pues para mí las cosas han quedado algo mejor «amuebladas» que antes, pienso que no nos ha quedado claro que existe la posibilidad de que algunos mortales no lleguen a sobrevivir. Tampoco hemos logrado discernir quiénes sobreviven en el supuesto de que algunos sí y otros no. En conclusión, sé más cosas pero no estoy muy seguro de si estoy en lo cierto, por lo tanto me sugiero yo a mí mismo tener paciencia para vivir con el compromiso de intentar hacer siempre que pueda la voluntad del Padre. Esperaré resultados, como dice Santi para dentro de… quién sabe cuánto.
Antonio: Querido Eduardo, queridos amigos: Leyendo tus conclusiones me estaba diciendo a mí mismo que con el LU siempre es así: Como la mayoría de las cosas se encuentran más allá de nuestro poder de demostración, sólo podemos especular, imaginar, opinar, pero no podemos demostrarlo. En consecuencia, todo esto nos sirve para ejercitar nuestras facultades mentales, quizás aprender algo más, pero las conclusiones definitivas casi siempre se quedan en «tablas». Así que, una vez más, «a darle a la fe», que no queda otra solución.
Carmelo: En esto del nacimiento del alma, para mí está claro ya cuándo nace. La cita de Antonio de la frase de los intermedios es clara. Sobre el bien y el mal y su relación con la voluntad de Padre podemos discutir más. Yo por mi parte creo que habría que distinguir entre el bien y nuestra percepción del mismo. Hacer el bien es seguir la voluntad del Padre, aunque a veces creamos que lo hacemos y no sea así. En cuanto a los rebeldes de Caligastia, es posible que empezaran creyendo que hacían el bien, pero llegó un momento en que ya sabían que no. No se les juzgará por equivocarse sino por no rectificar cuando conocieron su error. A todos se les ha ofrecido la misericordia; veremos si la aceptan finalmente o no.
Eduardo, yo tampoco los justifico; el que sabe y no quiere, no tiene justificación. Lo que yo digo es que no conocemos, ni siquiera podemos imaginar, la grandeza e inmensidad del plan del Padre. ¿Cómo juzgar al bebé remolón que es incapaz de valorar el objetivo y beneficios de la empresa de su padre? ¿Cómo condenarle porque su desconocimiento le desincentiva para ser diligente? Podemos sospechar que su naturaleza es así, y que si eso se confirma, no sirve; pero hasta que no lo confirmemos fehacientemente, no podemos tomar la decisión.
Sobre la adultez espiritual ya te ha contestado Antonio, y estoy de acuerdo con él. En este planeta ni nos acercamos a la madurez espiritual; como ya he dicho, puede que alguno llegue algo más lejos, pero la mayoría, no. Y ninguno, ni unos ni otros, pasan/pasamos de la más tierna infancia espiritual. La madurez la alcanzaremos cuando lleguemos a finalitarios.
Puestos a concluir algo, diré que nosotros, los lectores del LU, sabemos algo más, y por lo tanto tenemos más obligaciones y menos justificaciones Tengámoslo en cuenta.
Santiago: Aunque parezca que me aparto del hilo de esta discusión, no es así. Y sobre estas consideraciones que estamos poniendo encima de la mesa, tengo dos preguntas, de las que me gustaría conocer vuestra respuesta:
¿Una persona hoy en nuestra Urantia, que se mantiene al margen de planteamiento alguno sobre la existencia de Dios, podría pecar?
Podríais profundizar en lo que nos indica la frase que aparece en la pág. 382, el último párrafo:
«… El espiritu de vida de Cristo Jesús nos ha liberado de la ley de la vida animal y de las tentaciones del maly el pecado».
¿Qué quiere decir eso de la liberación de la ley de la vida animal, si aunque estemos confundidos por nuestra situación peculiar, ya lo resolveremos en la siguiente etapa?
Carmelo: ¿Puede un ateo pecar? Sí. Recordad la diferencia entre error, pecado e iniquidad. Para pecar hay que ser consciente de estar actuando mal. No conscientes de la existencia de Dios, sino conscientes de la naturaleza maligna de nuestro actuar.
Para interpretar la frase que cita Santi me he leído el contexto del que la extrae, el apartado 7 del documento 34. Se habla de la naturaleza animal original y de que para elevarse por encima de ella contamos con la ayuda del auxilio moral de una sociedad bien ordenada que nos proporciona el Príncipe Planetario y de una naturaleza física superior más en consonancia con las aspiraciones espirituales que nos proporciona la inyección de sangre adánica.
Se habla también de la desgracia de Urantia a la que le faltan prácticamente ambas ayudas, lo que resulta en conflictos intensos entre la carne (el egoísmo) y el espíritu (la entrega a los demás, hacer la voluntad del Padre).
Pero este problema ha sido aliviado por Jesús de Nazaret, que nos mostró el camino: la entrega entusiasta a hacer la voluntad de Padre que está en los cielos. La ley de la vida animal es el egoísmo de seguir los dictados de la carne, los deseos de autosatisfacción en todos los aspectos que nos plantea la carne animal, pasando para ello por encima de los demás. Tendríamos más facilidades para librarnos de esta esclavitud de la carne si Calisgastia y Adán hubieran cumplido su cometido.
Pero tenemos el Espíritu de la Verdad, el espíritu de la vida de Cristo Jesús que nos ha liberado (si queremos) de la ley del vivir animal, nos ha mostrado el camino de esta liberación. El párrafo siguiente al que cita Santi es claro:
«Aquellos hombres y mujeres conocedores de Dios que han nacido del Espiritu, no experimentan más conflictos con sus naturalezas mortales que los habitantes de los mundos más normales, planetas que nunca han sido manchados por el pecado ni tocados por la rebelión. Los hijos de la fe trabajan en niveles intelectuales y viven en planos espirituales muy por encima de los conflictos producidos por deseos físicos desenfrenados o antinaturales. Los deseos normales de los seres animales y los apetitos e impulsos naturales de la naturaleza física no están en conflicto con los logros espirituales incluso más altos excepto en las mentes de personas ignorantes, mal instruidas o lamentablemente escrupulosas.» LU 34:7.7
La pregunta ahora es: si tenemos el mensaje de Jesús, ¿hay excusa para alegar desconocimiento? Y yo respondo a la gallega ¿tenemos todos realmente el mensaje de Jesús?
Todo mi razonamiento a lo largo de este hilo se basa en el desconocimiento que es fruto de nuestra condición de bebés inmaduros y también de nuestra situación especial en una Urantia especial. Si supiéramos más, quizá algunos eligieran no seguir, y esa elección sería válida. O para añadir otro matiz, los urantianos sabemos menos que otros humanos de otros planetas normales que reciben información directamente de sus amigos de otro lado. Tenemos que elevarnos con más esfuerzo y podemos ser más benevolentes con quienes no lo hacen; y esto no es injusto, no es misericordia injusta, es misericordia y justicia. Quizá algunos urantianos que aquí parecen no querer saber nada, puestos en un planeta normal reaccionaran de otra forma, o quizá no. Esta duda es el problema.
Andrés: Sigo pensando como el amigo Carmelo. En este plano de la existencia, según mi opinión, no creo que podamos tomar esa decisión de la supervivencia.
Leyendo vuestras opiniones me viene a la cabeza otra forma de pensar que puede que no «pillemos» en la lectura de ese «tocho», como dice Antonio. Según mi opinión, creo que Dios no hace las cosas o mueve las energías por nada, todo contiene un significado o utilidad para Él. Supongamos que al crear todo tipo de seres, celestiales y evolutivos, a cada uno le asigna una función, un propósito, unos serán los «ingenieros constructores», pero otros serán los encargados de realizar las tareas más simples, tales como plantar las semillas, por ejemplo. Es decir que todos tenemos un lugar en la creación del universo, por eso pienso que nada se pierde, que el que no quiera seguir para constructor, pues puede que le resulte muy difícil el camino, pues a lo mejor le gusta más sembrar de flores los mundos.
Por eso pienso que a Dios nada le sobra ni le falta, y con el tiempo y una caña veremos cómo hasta con Lucifer hace que esa energía creada no se pierda en el camino.
(Continuará en el próximo número)