© 1976 Marjorie Reed
© 1976 The Urantia Book Fellowship (anteriormente Urantia Brotherhood)
Érase una vez, según un antiguo mito, algunos dioses decidieron visitar la tierra, de incógnito, para participar en un gran festival. Disfrazados de humanos, se mezclaban sin llamar la atención hasta sentarse a la mesa. Allí, en el banquete, los dioses «revelaron su tapadera». Mientras los hombres se atiborraban con glotonería, se observaba que los dioses se metían unos a otros los bocados más deliciosos, acción nada habitual entre los mortales.
Compartir es divino. Compartir es uno de los patrones eternos de Dios. Además, El Libro de URANTIA nos dice: «Hacer la voluntad de Dios es ni más ni menos que una manifestación de la buena voluntad de la criatura por compartir su vida interior con Dios…» (LU 111:5.1), para invitar al Creador para participar en nuestra vida creativa.
¿Cuál es la vida ideal? Uno de amoroso servicio-servicio a Dios y servicio al hombre, el uno inseparable del otro. Dios comparte de sí mismo conmigo, y puedo elegir responder a este regalo de amor viviendo de la manera sugerida en LU 110:3.6 de El Libro de URANTIA, y tan bellamente demostrada por el Maestro.
Seguramente no hay mejor manera de servir a mi hermano que la que sirve a Dios. Mi vida interior, en la medida en que refleja mi comprensión y experiencia del evangelio de amor y verdad de Jesús, es lo único real que tengo para compartir con los demás. Los «caminos del servicio» y las «autopistas de la felicidad», de los que Jesús habló a la Fortuna, ciertamente pasan por el corazón de los hombres, y percibo que hay una alegría inexpresable asociada a ayudar al otro en su «comprensión progresiva de la realidad», llevándole una medida de Amor, por pequeña que sea.
Otro aspecto del servicio, que es inherente a las dos primeras r, es el servicio a uno mismo, ese yo del destino eterno. Es mi responsabilidad alcanzar un alto nivel de autorrealización, de autodominio y perseguir los conceptos de la bondad divina. Con este fin necesito su ayuda: esa «…tercera y sagrada obligación:» que Jesús designó como «servicio a la hermandad de los creyentes conocedores de Dios» (LU 178:1.5).
Para dar un posible ejemplo de esta obligación, y para completar lo que espero haya sido descriptivo de una forma de «simultaneidad circular», les pido que imaginen El Libro de URANTIA como una gran fiesta extendida ante nosotros. ¿Compartirás tu porción conmigo? ¿Pondrás en mi boca el bocado nutritivo que de otro modo no podría probar?
El tiempo y lugar para el servicio es siempre el momento presente, dondequiera que me encuentre. Quisiera ofreceros un condimento para la fiesta que realzase, para mí, el sabor y la fragancia del servicio. Es el breve libro de Martin Buber (disponible en edición de bolsillo), Hasidismo y el hombre moderno, una hermosa interpretación de la tradición del verdadero ayudante.
—Marjorie Reed