© 1997 Meredith Sprunger
© 1997 The Christian Fellowship of Students of El libro de Urantia
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por Meredith J. Sprunger
Los seres humanos somos, por naturaleza, criaturas resolutivas. Nuestras necesidades e impulsos básicos interactúan con los estímulos del entorno en busca de satisfacción y plenitud orgánicas. Toda resolución de problemas, desde el nacimiento hasta la muerte, se enmarca en el contexto de nuestra naturaleza, experiencia y aprendizaje. La forma en que resolvemos nuestros problemas está determinada fundamentalmente por nuestra naturaleza y recursos. Somos seres materiales integrados y controlados por un sistema neuronal dirigido por la mente y un mundo interior controlado por el espíritu. Por lo tanto, los seres humanos contamos con recursos físicos, mentales y espirituales que nos ayudan a resolver problemas. Todas estas capacidades interactúan y funcionan de forma holística.
Siglos de experiencia, verificados por el descubrimiento científico, la comprensión racional y la revelación espiritual, nos han enseñado que estos recursos humanos trinos existen en una relación jerárquica. Nuestra naturaleza material está dirigida por los significados y la calidad de la mente, y esta, en última instancia, es influenciada y determinada por los valores de la realidad espiritual. Cuanto más inmaduro y subdesarrollado sea el individuo psicológica y espiritualmente, mayor será el dominio de las leyes y condiciones físicas. Por el contrario, cuanto más maduros y desarrollados seamos mental y espiritualmente, menos influenciados y controlados seremos por nuestra condición física y el mundo material.
El enfoque humano para la resolución de problemas refleja esta relación jerárquica de recursos y conduce a una estrategia diferencial para encontrar una solución a nuestras dificultades. Generalmente comenzamos analizando la situación, intentando descomponerla en sus componentes más simples. Aislamos los hechos y las influencias. Si este proceso analítico no conduce a una solución, hemos aprendido a emplear las técnicas más sistemáticas del método científico. El método científico es especialmente útil para comprender y resolver problemas relacionados con el mundo material.
Cuando estos intentos analíticos de resolución de problemas no dan resultados, recurrimos al método más holístico o integral del pensamiento creativo. Graham Wallas, pionero en la investigación del pensamiento creativo, describe este tipo de pensamiento como un proceso de cuatro pasos: preparación, incubación, iluminación y verificación. Esto se conoce como solución por introspección. En el pensamiento creativo, podemos superar la frontera entre nuestras capacidades empírico-racionales para la resolución de dificultades y la resolución de problemas mediante la oración. No podemos distinguir si las introspecciones se originan en nuestra mente consciente y subconsciente o si provienen de recursos espirituales y supraconscientes.
Descubrimos que, tarde o temprano, llegamos al límite de nuestra capacidad humana para resolver problemas difíciles. En este punto, quienes aceptamos la realidad y la disponibilidad de los recursos espirituales, así como la eficacia de la oración, podemos participar conscientemente en la resolución de problemas mediante la oración. Desde el principio, las personas espiritualmente maduras deben descartar la oración como una forma de magia o una técnica para negociar con Dios o cambiarlo. Dios es infinito en bondad y amor, y no necesita ser persuadido para hacer el bien. En segundo lugar, debemos comprender las leyes de Dios y del universo que permiten que la resolución de problemas mediante la oración funcione eficazmente. Dios estableció las leyes físicas, mentales y espirituales para regular el mundo y nuestras vidas. La oración no es un medio para eludir estas leyes.
Si bien la relación de Dios con la realidad material se basa principalmente en leyes impersonales, su relación con las personas es personal. Mediante la comunicación personal, Dios busca ayudarnos a usar las leyes del universo con mayor eficacia para nuestro bienestar. Recibimos este ministerio espiritual principalmente a través de nuestra mente y la de los demás. La mente es el ámbito donde se resuelven los problemas mediante la oración.
La oración eficaz no es una solución fácil para los problemas difíciles ni un desvío fácil en el camino accidentado de la vida rigurosa. Cuando la oración se usa como mecanismo de escape o red de seguridad psicológica por parte de los temerosos, perezosos o cobardes, no alcanza auténtica calidad ni poder espiritual. La oración no es una muleta espiritual ni una varita mágica. Es la materialización de una alianza innata con Dios. Dios obra con nosotros, no “para” nosotros como un hacedor de milagros indulgente. Existen requisitos espirituales elementales que deben preceder a la oración para resolver problemas. Se nos exige afrontar la realidad con valentía y hemos agotado nuestra capacidad humana para afrontar las dificultades. Debemos renunciar a los objetivos egocéntricos, egoístas o puramente personales para dedicarnos a los valores y al crecimiento espiritual. La indecisión y la vacilación son barreras para la guía divina. Solo una decisión sincera de seguir la voluntad de Dios, tal como la entendemos sinceramente, traerá sabiduría espiritual. Nuestra oración debe ser para obtener guía, no un suceso milagroso. Por último, debemos proseguir nuestra búsqueda con fe viva, sin dudar de que nuestros recursos espirituales serán suficientes para cualquier eventualidad mortal.
Aunque la oración no cambia la mente de Dios ni es una forma de cambiar las leyes naturales o espirituales, es un proceso mediante el cual se puede alterar el curso natural de los acontecimientos. Vivimos en un universo abierto donde el pensamiento y la acción humanos pueden influir en la secuencia y la calidad de los acontecimientos. La oración es una técnica espiritual mediante la cual, a veces, descubrimos o utilizamos leyes superiores que pueden anular o contrarrestar leyes inferiores. Es una relación psicoespiritual que puede cambiar nuestro pensamiento y comportamiento. Como resultado, se presentan diferentes opciones o eventos, se pueden poner en marcha leyes superiores e inclusivas, o se pueden disponer de recursos superiores para ayudarnos a resolver o afrontar problemas.
Los editores de Guideposts in His Mysterious Ways (1988, Guideposts Associates, Inc.) han recopilado las historias de más de cien personas que han escapado de la tragedia o la muerte, o cuyas vidas han cambiado drásticamente gracias a sucesos aparentemente milagrosos, fruto de la oración. ¿Cómo podemos entender estos sucesos inusuales? ¿Y por qué personas en situaciones similares, que parecen ser igual de buenas y justas, no reciben una liberación tan milagrosa gracias a sus oraciones?
Si bien la respuesta a estas preguntas queda oculta por nuestro conocimiento incompleto y nuestra visión limitada de la sabiduría divina, parece que el factor fundamental en la relación de Dios con las personas es una cualidad espiritual de amor, única para cada individuo en cada situación. El efecto de cada relación personal con Dios está determinado por la calidad y las circunstancias de su realidad singular.
Puede ser útil reflexionar sobre las metodologías para resolver problemas mediante la oración. Nuestras mentes están habitadas por el espíritu del Padre Universal y nutridas por el Espíritu de la Verdad y el Espíritu Santo. Sin duda, existen muchas maneras en que este ministerio espiritual trino puede ayudarnos. Se sugieren las siguientes vías para que la oración brinde ayuda espiritual en la resolución de problemas.
Cualquiera o todos estos métodos de ministerio pueden estar involucrados en la resolución de problemas mediante la oración. A veces, la oración nos permite encontrar enfoques a nuestras dificultades que no estaban disponibles mediante el pensamiento analítico-racional y creativo. En otras ocasiones, descubrimos que la oración no nos brinda las ideas, actitudes o acciones que alteran las condiciones externas del problema. Este sigue presente en toda su terrible realidad. Pero incluso en estas situaciones, la oración es espiritualmente efectiva. Es una comunidad espiritual dinámica que inspira actitudes creativas y valentía que nos permiten vivir incluso con los problemas más difíciles, como las deficiencias personales, la tragedia, la injusticia, el dolor y la muerte.
Una de las preguntas más difíciles asociadas con la resolución de problemas mediante la oración es el lugar de la oración intercesora. ¿Es una técnica espiritual legítima para ayudar a los demás o solo una forma psicosocial de expresar nuestra preocupación por su bienestar? Dios no necesita que se le informe de su condición ni que se le convenza para que realice buenas obras. Dios es nuestro amoroso Padre Universal, cuyo espíritu mora en cada uno de nosotros, y no necesitamos que santos, seres supramortales ni otros mortales intercedan por nosotros. Cada persona debe determinar su propio destino espiritual, y la oración intercesora no puede utilizarse para manipular sus vidas.
Independientemente de su efecto, oramos espontáneamente por quienes amamos. Las ramificaciones psicosociales de la oración intercesora son de gran valor. Sin embargo, existe evidencia de que la oración intercesora tiene una validez que va más allá de la autosugestión o la sociosugestión. De ser así, ¿cómo entendemos esta forma de ministerio? Una explicación es que nuestras capacidades extrasensoriales tienen la capacidad de penetrar en la mente de otras personas y brindar consuelo, fortaleza y amor. Otra posibilidad es que Dios no solo nos da la oportunidad de ser sus colaboradores en la formación de nuestras propias vidas, sino que también ha creado canales espirituales a través de los cuales tenemos el privilegio de ser sus co-ministros para ayudar a otros dentro de los límites de su autonomía espiritual. De no ser así, ¿por qué sentimos este impulso espiritual de orar por los demás?
Al concluir nuestra reflexión sobre la resolución de problemas mediante la oración, debemos recordar que el estímulo de los problemas es fundamental para el crecimiento personal y espiritual. Los problemas son, en realidad, oportunidades de desarrollo y servicio. Existen límites inherentes a la resolución de problemas en el universo evolutivo. Estas limitaciones son inherentes a nuestro glorioso destino y a la calidad de la perfección espiritual que estamos forjando entre los martillos de la angustia y los yunques de la necesidad aquí en el planeta Tierra.