© 1992 Meredith Sprunger
© 1992 La Christian Fellowship de Estudiantes de El libro de Urantia
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Las autoridades religiosas suelen ser las personas más difíciles de presentar a la nueva verdad espiritual. A los seguidores de Jesús les resultó imposible trabajar dentro del judaísmo. Era necesario iniciar un nuevo movimiento religioso para dar cabida a la enseñanza cristiana. De manera similar, durante el período de la reforma, los reformadores no pudieron trabajar dentro de la Iglesia Católica Romana. Como resultado nació el movimiento protestante. No sorprende, por tanto, que la mayoría de los líderes que trajeron nuevas verdades espirituales a la humanidad hayan sido laicos y no profesionales religiosos.
Nuestra experiencia durante los últimos treinta y cinco años revela el mismo patrón que se está desarrollando en la difusión de la Quinta Revelación de Época. El grupo de personas que recibieron los Documentos de Urantia eran laicos. La difusión de las enseñanzas del Libro de Urantia ha sido llevada a cabo en gran medida por laicos. Cuando nuestro pequeño grupo de ministros de la Iglesia Unida de Cristo descubrió El Libro de Urantia, planeamos trabajar en la iglesia y a través de ella para difundir esta Buena Nueva. (Nuestra Red del Clero actual tiene objetivos similares).
La experiencia demuestra lo difícil que es esto. Para la mayoría de los teólogos y autoridades religiosas, si una pieza de literatura no se ajusta a sus parámetros preconcebidos de verdad espiritual, no le dan una consideración seria y completa. Normalmente, esta evaluación «atajada» es una forma razonablemente adecuada de determinar el valor de los escritos religiosos. Tratándose de un libro que contiene la amplia reconstrucción de nuestra visión de la realidad espiritual que presenta El Libro de Urantia, es completamente inadecuado. Esta mentalidad «tradicional» es una de las razones por las que se necesita tanto tiempo para que una nueva verdad espiritual significativa llegue a nuestras instituciones y cultura.
Normalmente, esta evaluación «atajada» es una forma razonablemente adecuada de determinar el valor de los escritos religiosos. Tratándose de un libro que contiene la amplia reconstrucción de nuestra visión de la realidad espiritual que presenta El Libro de Urantia, es completamente inadecuado.
En 1980 escribí cartas personales a alrededor de 100 profesores de teología en seminarios afiliados a la Asociación Americana de Escuelas Teológicas, adjuntando un folleto que presentaba El Libro de Urantia y ofreciendo un libro en préstamo. Sólo dos de estos maestros religiosos, que normalmente son personas amables y consideradas, se molestaron siquiera en responder a mi carta. Esto ilustra aún más lo difícil que es para los tradicionalistas y las disciplinas académicas estructuradas reconocer nuevas fuentes de verdad. Por lo general, no examinan seriamente nada que no se ajuste a sus parámetros de criterio de verdad. (Esta precaución es esencialmente buena.) Nuestras estructuras religiosas evolutivas no están preparadas para reconocer nuevas revelaciones. Es a través de lo que Abraham Maslow llama el uno por ciento de la humanidad, quienes son los buscadores e innovadores, que se introduce la nueva verdad en nuestras instituciones.
A pesar de estas dificultades, la mayoría de los miembros de nuestra Red del Clero creen que eventualmente será posible compartir las verdades del Libro de Urantia dentro de la iglesia. Afortunadamente, el pluralismo que ha evolucionado en el cristianismo tradicional permite compartir ideas nuevas y heterodoxas. Una verdad más elevada e inclusiva reemplazará lentamente los conceptos más limitados de la Realidad. El progreso en la iglesia depende de nuestra capacidad de comunicar esta visión más amplia con amor, paciencia y sabiduría. El Espíritu de Dios siempre conduce a la humanidad a una realización más plena de la verdad.
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