© 1994 Meredith Sprunger
© 1994 La Christian Fellowship de Estudiantes de El libro de Urantia
El otoño pasado, el Dr. Richard L. Hamm, el nuevo presidente de los Discípulos de Cristo, pronunció un sermón en la Primera Iglesia Cristiana en Fort Wayne, donde anteriormente fue pastor. Ojalá todos los miembros de la iglesia en Estados Unidos hubieran podido escucharlo. El Dr. Hamm se refirió a uno de los primeros ministros Discípulos, Walter Scott, cuyo sermón, «Un ejercicio de cinco dedos», ayudó a estructurar el mensaje de la iglesia. Si no recuerdo mal, los «cinco dedos» eran: la fe, la Biblia, el arrepentimiento, el bautismo y el Espíritu Santo.
En su sermón, Dick propuso «Un nuevo ejercicio con cinco dedos». Los nuevos criterios de verdad que propuso fueron: la Biblia, la Razón, la Experiencia, la Tradición y el Espíritu Santo. Señaló elocuentemente que el uso de un solo criterio puede dar lugar a conclusiones erróneas, como la doctrina de la inerrancia de las Escrituras o el predominio de tradiciones anticuadas. La iglesia, enfatizó, debe utilizar todos estos criterios en tensión y equilibrio creativos para buscar el camino creativo de la verdad espiritual.
Necesitamos la guía fundamental de la revelación en la base de nuestros esfuerzos. A menos que utilicemos los más altos estándares de la razón para moldear nuestra fe, es probable que se convierta en una mezcla descuidada de eufemismos, misticismo de otro mundo o incluso dogmatismo irracional. Las prácticas religiosas sanas siempre deben estar guiadas por la experiencia y responder a ella. Aunque existe una tendencia entre los religiosos liberales a rechazar la tradición, la sabiduría de la experiencia histórica del grupo tiene contribuciones auténticas que hacer al presente. Finalmente, el criterio más importante y más difícil de determinar para determinar la voluntad de Dios es la dirección y guía del Espíritu Santo.
En este sermón espiritualmente perspicaz, el Dr. Hamm enfatizó en gran medida, sin duda sin saberlo, el mensaje filosófico-teológico básico de El Libro de Urantia. Ojalá todos los ministros tuvieran esta fuente incomparable de sabiduría espiritual como recurso en su enseñanza y predicación. Creo que con el tiempo esto sucederá.