© 2010 Olga López
© 2010 Asociación Urantia de España
Es innegable el gran atractivo que tiene el catastrofismo en la mente de muchas personas. A mucha gente no le gusta lo que ve, siente que estamos abocados en una huida hacia delante y quiere (ya sea consciente o inconscientemente) una ruptura con la situación actual. Como los cambios a escala planetaria son costosos y requieren mucho tiempo y esfuerzo, piensan que una catástrofe sería una manera de solucionar de un plumazo muchos problemas; sería una manera de hacer «borrón y cuenta nueva», aunque desde luego sería una manera muy drástica que comportaría un gran coste en todos los ámbitos (en este caso, el coste económico sería el menos importante, pues lo que estaría en juego es nuestra supervivencia como humanidad)
De vez en cuando, como presidenta de la asociación, me llegan preguntas de lectores o de personas curiosas en general, que quieren que expresemos nuestra opinión ante las muchas páginas web de tinte conspiranoico y catastrofista. En general, esas personas están interesadas en saber si El Libro de Urantia dice algo respecto a los cambios profundos que algunos vaticinan (en el momento de escribir estas líneas, hay mucho revuelo acerca del año 2012 y del posible cumplimiento de las profecías mayas)
Ante todo, hay que dejar claro que El Libro de Urantia no es un libro de profecías; eso no quiere decir que no haya algunas afirmaciones que puedan tomarse como algo que sucederá en el futuro. También es cierto que ninguna de ellas está situada en un momento concreto; no sabemos cuándo van a producirse. Es más; no siempre queda claro si es una «profecía» o simplemente la expresión abierta de un deseo. Veamos aquí un par de ejemplos:
«Tarde o temprano deberá surgir otro Juan el Bautista más grande, que proclamará que «el reino de Dios está cerca» — que propondrá un retorno al elevado concepto espiritual de Jesús, el cual proclamó que el reino es la voluntad de su Padre celestial, dominante y trascendente, en el corazón del creyente — y hará todo esto sin referirse para nada a la iglesia visible en la Tierra, ni a la esperada segunda venida de Cristo». LU 170:5.19
«…algún día puede aparecer en Urantia un verdadero músico, y pueblos enteros se sentirán cautivados por los magníficos acordes de sus melodías. Un ser humano así podría cambiar para siempre el curso de una nación entera, e incluso de todo el mundo civilizado…» LU 44:1.15
En concreto la primera cita, que hace referencia a la venida futura de «otro Juan el Bautista», ha hecho que muchos lectores se pregunten cuándo se producirá, y si ese momento está cercano en el tiempo (de hecho, hay un movimiento que afirma que Juan el Bautista se ha reencarnado aquí y vive ahora mismo en nuestro planeta - añadir información al respecto) Intriga también que se compare a esta persona (que está todavía por aparecer) con Juan el Bautista; todos sabemos que Juan el Bautista fue el anunciador de Jesús de Nazaret, nuestro Hijo Creador nada menos. Pero este párrafo del LU nos dice que este líder religioso no aludirá a la segunda venida de Cristo. ¿Se referirá quizá a la llegada de otro hijo instructor, tal como está previsto en las etapas planetarias de los mortales?
«…Urantia no camina según el orden normal. Vuestro mundo no sigue el paso de la procesión planetaria…» LU 52:6.1
«…Encontramos una vez más que Urantia no lleva el paso de sus esferas hermanas, en el sentido de que vuestro Jesús prometió regresar. Cumplirá ciertamente su promesa, pero nadie sabe si su segunda venida precederá o seguirá a la aparición del Hijo Magistral o de los Hijos Instructores en Urantia…» LU 52:7.1
Como vivimos en un planeta atípico que no parece seguir del todo estas etapas, cualquier cosa podría ser posible. Se han hecho muchas conjeturas respecto a este tema, que han hecho correr ríos de tinta entre los lectores del libro.
Una de las cosas que más me gusta de lo que se dice en el libro, pero que también reconozco que resulta poco atrayente para la gran mayoría de personas, es el hincapié que se hace en la evolución como el proceso de cambio más eficaz, en lugar de los cambios radicales y bruscos. Es cierto que, por ejemplo, en el caso de la evolución de las especies, se producen cambios «repentinos», pero estos son perfectamente naturales y están de alguna manera «escritos» en el material genético de los seres vivos. En el libro se aboga por cambios lentos pero eficaces.
Sin embargo, es cierto que en la historia de nuestro planeta nos encontramos con ciertas «eclosiones» que no pueden explicarse como parte de la evolución gradual de las civilizaciones. ¿Cómo explicar, por ejemplo, el surgimiento de líderes religiosos y filósofos del siglo VI a. C.? Esto es lo que dice El Libro de Urantia de ese momento de nuestra historia, una de las «siete épocas religiosas mayores de la Urantia postadámica» LU 92:5.8 :
«…Éste fue uno de los siglos de despertar religioso más grandes que se haya visto jamás en Urantia. Muchos hombres surgieron para proclamar la verdad, y entre ellos se puede citar a Gautama, Confucio, Lao-Tse, Zoroastro y los educadores jainistas…» LU 92:5.12
Hubo otra «eclosión» destacable, esta vez en el ámbito de la ciencia, que podríamos situar en el siglo XVII. No hay más que recordar el gran desarrollo científico que se produjo en la Vieja Europa gracias a científicos geniales como Newton, Descartes, Leibniz, Pascal, Bacon, etc., que consiguieron que la ciencia fuera caminando de manera autónoma respecto a la religión, y que se despegara de este modo de su asfixiante tutela. También podemos destacar la llamada Revolución Industrial, que comenzó a finales del siglo XVIII y que se reveló como una época que trajo unos cambios espectaculares en la civilización occidental, que arrastró gradualmente al resto de pueblos.
Y, ya en nuestra época, ¿qué decir de Internet? Internet surgió a finales del siglo XX y pocos años después, en los primeros años del siglo XXI, se ha convertido en un nuevo espacio de interacción humana con unas posibilidades que hace unos pocos años no nos atrevíamos ni a soñar. Internet está haciendo que la humanidad dé pasos de gigante hacia la verdadera globalización (que de momento es globalización económica y no precisamente justa, pero esa es otra cuestión) Tan sólo apunto este dato: si Facebook fuera un país, y sus habitantes fueran los usuarios registrados en esta conocida red social, sería el tercer país del mundo en número de habitantes, solo superado por China y la India (en 2010, el número de usuarios de Facebook es ya de 500 millones) Es indudable que Internet traerá cambios profundos e importantes a nivel planetario. Algunos ya los estamos viviendo, pero estoy segura de que el futuro nos deparará muchas sorpresas.
Todo esto no parece fruto de la casualidad, de la concurrencia fortuita de una serie de circunstancias. Luego, llegados a este punto, podríamos preguntarnos si estos cambios más o menos repentinos son debidos a la acción de los seres celestiales que supervisan nuestro planeta. El Libro de Urantia habla de la existencia de diez cuerpos seráficos que velan por el progreso de nuestro planeta. En el documento 114, «El gobierno planetario de los serafines», se alude a estos cuerpos, de los que me gustaría destacar estos cuatro:
«2. Los ángeles del progreso. Estos serafines tienen encomendada la tarea de iniciar el progreso evolutivo de las épocas sociales sucesivas. Fomentan el desarrollo de la tendencia progresiva inherente a las criaturas evolutivas; trabajan sin cesar para hacer que las cosas sean como debieran ser…» LU 114:6.6
«3. Los guardianes de la religión. Son los «ángeles de las iglesias», los ardientes luchadores por lo que es y por lo que ha sido. Se esfuerzan por mantener los ideales de lo que ha sobrevivido, para que los valores morales puedan pasar con seguridad de una época a la siguiente…» LU 114:6.7
«6. Los ángeles del futuro. Son los ángeles de los proyectos, que pronostican una época futura y hacen planes para que se realicen las mejores cosas de una dispensación nueva y progresiva; son los arquitectos de las eras sucesivas…» LU 114:6.10
«10. Los ángeles de la industria. Este grupo seráfico se ocupa de fomentar el desarrollo industrial y de mejorar las condiciones económicas entre los pueblos de Urantia.» LU 114:6.14
Si nos paramos a reflexionar un poco sobre estos cuerpos seráficos y su trabajo en Urantia, cuesta creer que la evolución social, intelectual y espiritual de la humanidad sea algo azaroso y caótico. A pesar de que el libre albedrío es sagrado para nuestros socios celestiales, no estamos solos: pueden ayudarnos, y de hecho lo hacen.
Teniendo en cuenta las ayudas que recibimos del gobierno superhumano de nuestro planeta, y reflexionando sobre las ideas catastrofistas que llevan siendo tan populares desde que terminó la II Guerra Mundial, ¿no parece ilógico pensar que van a dejar que nos autodestruyamos? Y mucho menos si consideramos que este fue el planeta donde se otorgó el soberano de nuestro universo local, Miguel de Nebadon.
A este respecto, hay un párrafo realmente revelador en El Libro de Urantia, en el que se indica que un Hijo Creador se reserva el derecho a influir directamente sobre el mundo en el que se donó como mortal:
…Un Hijo Maestro puede cambiar a voluntad el orden de los juicios espirituales y de los ajustes evolutivos de los planetas habitados. Y estos Hijos elaboran y llevan a cabo los planes elegidos por ellos mismos en todas las cuestiones relacionadas con las necesidades planetarias especiales, en particular con respecto a los mundos donde han vivido como criaturas, y mucho más en lo que concierne a la esfera de su donación final, al planeta de su encarnación en la similitud de la carne mortal. LU 21:5.9
Así que, por lo que se deduce, si el mismo Hijo Creador de nuestro universo local tiene un especial «cariño» hacia el planeta de su otorgamiento final, no creo que se permita que nuestra humanidad llegue hasta el final en la espiral de autodestrucción que muchos se empeñan en ver en la situación actual.
Podríamos clasificar las catástrofes que más preocupan al público en general en dos grandes grupos:
Frente al primer grupo, está claro que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad y por tanto todos podemos hacer algo para evitar que se produzcan. Estas serían las catástrofes provocadas por el hombre, que pueden sobrevenir por nuestra inconsciencia, nuestro egoísmo y nuestra cortedad de miras. Y, puesto que estas dependen de nosotros, tenemos el deber moral de contribuir a evitarlas. Ahí tendremos siempre a los miembros del gobierno superhumano para echarnos un cable en lo que ellos puedan (que es más de lo que nosotros imaginamos), siempre y cuando arrimemos el hombro. No va a venir nadie desde lo alto a hacer lo que nosotros podemos conseguir con nuestros propios medios. Además, debo insistir en que el libre albedrío es sagrado en el universo. No nos van a ayudar si no queremos ser ayudados.
Por mi parte, añadiría que nosotros, como lectores de El Libro de Urantia, deberíamos transmitir a todo el que quiera escucharnos un mensaje de optimismo. El mensaje que transmite el libro es, sin ninguna duda, positivo: la humanidad está destinada a la utopía, entendida en el mejor de los usos de este término.
En cuanto al segundo grupo (catástrofes que no dependen de nosotros), soy bastante escéptica en cuanto a su plausibilidad. No niego que hay una probabilidad (por muy pequeña que sea) que un cuerpo celeste como es un meteorito pueda caer en la Tierra y ocasionar el Apocalipsis, pero resulta un poco absurdo preocuparse por algo que no podemos evitar y que está fuera de nuestro control. En cualquier caso, me remito también a lo expuesto anteriormente: no estamos abandonados a nuestra propia suerte. Miguel de Nebadon no lo permitiría. ¡Recordemos que prometió regresar!
Además, hay un párrafo sobradamente conocido entre los lectores de El Libro de Urantia que, en mi opinión, es un verdadero bálsamo contra cualquier inquietud producida por las hipotéticas catástrofes que la humanidad pudiera padecer:
«Si una catástrofe física pusiera en peligro la residencia planetaria de una raza en evolución, los Melquisedeks y los Portadores de Vida instalarían la técnica de la desmaterialización para todos los supervivientes, y estos seres serían llevados por transporte seráfico hasta el nuevo mundo preparado para continuar su existencia. Una vez que la evolución de una raza humana ha empezado en un mundo del espacio, debe continuar independientemente por completo de la supervivencia física de ese planeta…» LU 51:2.3
Así que, ¿por qué preocuparse? Si una amenaza pusiera en peligro la continuidad de la humanidad que vive en la Tierra, se nos trasladaría a otro planeta para continuar con nuestra evolución. Fin del problema. De todas formas, me cuesta creer que nuestro Hijo Creador dejara que Urantia fuera destruida, por mucho que sus habitantes pudieran ser trasladados a otro planeta. Me da que, aunque solo fuera por puro sentimentalismo, no permitiría que eso sucediera.