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Urantiatón Iberoamericana, 21 de noviembre de 2021
El libro de Urantia ha redefinido muchos términos y les ha dotado de un nuevo significado. Entre esos términos están justamente líder y liderazgo. Antes de El libro de Urantia, al leer o usar esas palabras pensábamos en figuras autoritarias y carismáticas. La historia de las religiones y de las civilizaciones en general está llena de ejemplos de este tipo de líderes, que crecen a costa de anular al resto del grupo. Son como torres muy altas, que empequeñecen todo el paisaje que les rodea. Creen que el grupo es él, como el rey Luis XIV de Francia cuando decía «El Estado soy yo». Hace todo lo posible porque nadie sobresalga más que él. No lleva bien las críticas, que toma como ataques personales. En lugar de escuchar y tomar el pensamiento del grupo, genera pensamientos que el resto ha de repetir sin cuestionarlos.
Sí que es cierto que en este modelo de liderazgo se afirma la importancia del grupo, pero siempre con el corolario de que solo el líder es capaz de canalizar el valor del grupo. Quien critica al líder menosprecia a la comunidad que dirige, lo que hace que los críticos sufran castigo, sean expulsados o ambas cosas.
Hemos podido ver esta deriva en el cristianismo. Las primeras comunidades de cristianos poco tenían que ver con la jerarquía rígida y en forma piramidal en la que se organizó la Iglesia en siglos posteriores, fundamentalmente a partir de convertirse en la religión oficial del imperio romano.
Después de ver en las enseñanzas de El libro de Urantia la importancia que se le da al servicio en nuestra carrera ascendente y el ejemplo de antiguos líderes de revelaciones anteriores, está claro que hay que comprender de qué trata el liderazgo desde otro punto de vista. Si bien es cierto que los dos tipos de líderes han coexistido en la historia (por ejemplo, en la Iglesia cristiana, tenemos ejemplos maravillosos, como Francisco de Asís, Teresa de Jesús o Martin Luther King, por poner unos pocos ejemplos), también lo es que el mundo necesita más que nunca que predomine otra clase de líderes. Vamos a ver cuáles son sus características.
Se necesitan líderes que se pongan a servicio del grupo, y no que pongan al grupo a su servicio. Líderes que no sobresalgan por encima de los demás, sino que hagan que todos crezcan junto a él. Son los que se ha dado en llamar líderesservidores.
Igual que los catalizadores, sustancias químicas que hacen que las reacciones sean mucho más rápidas o incluso que sean posibles, los líderes-servidores son verdaderos catalizadores sociales. En lugar de impedir que otros sobresalgan, están siempre vigilantes en el grupo para detectar quién destaca y en qué, para usar esas habilidades en beneficio de todos.
Los líderes-servidores trabajan tan duro o más que los demás. No se limitan a dar órdenes, sino que son los primeros en arremangarse si la situación así lo exige. No se creen en posesión de la verdad absoluta, sino que escuchan y aprenden de otros puntos de vista.
Y sobre todo, y en el caso particular de la comunidad de lectores de El libro de Urantia, los líderes-servidores dan ejemplo: viven su vida de acuerdo con las enseñanzas de la quinta revelación.
El ejemplo vivo es fundamental: el líder debe reflejar los valores que destilan las enseñanzas del libro de manera natural. Esa es la mejor carta de presentación de El libro de Urantia para todos los que se relacionan con él y no conocen la existencia de estas enseñanzas. Realmente debemos despedir fragancia espiritual, que las personas se sientan a gusto con nosotros y se pregunten qué es lo que ha hecho que vivamos la vida de esa forma.
He aquí una de mis citas favoritas del documento 195, que nos interpela como creyentes sinceros en la quinta revelación de época, y que nos llama a dar lo mejor de nosotros como líderes de una nueva manera de ver la religión, que tiene el potencial de transformar nuestra vida y el mundo en el que vivimos:
En verdad, el cristianismo ha hecho un gran servicio a este mundo, pero a quien más se necesita ahora es a Jesús. El mundo necesita ver a Jesús viviendo de nuevo en la Tierra en la experiencia de los mortales nacidos del espíritu que revelan el Maestro eficazmente a todos los hombres. Es inútil hablar de un renacimiento del cristianismo primitivo; tenéis que avanzar desde el lugar donde os encontráis. La cultura moderna debe bautizarse espiritualmente con una nueva revelación de la vida de Jesús, e iluminarse con una nueva comprensión de su evangelio de salvación eterna. Y cuando Jesús sea elevado así, atraerá a todos los hombres hacia él. Los discípulos de Jesús deberían de ser más que conquistadores, e incluso fuentes desbordantes de inspiración y de vida realzada para todos los hombres. La religión no es más que un humanismo elevado hasta que se hace divina mediante el descubrimiento de la realidad de la presencia de Dios en la experiencia personal. LU 195:10.1
No se pretende, sin embargo, que debamos ser perfectos: todos tenemos derecho a tener un mal día. Pero sí que es cierto que los líderes-servidores se esfuerzan por vivir a la altura de las enseñanzas, igual que los apóstoles en su día cuando la cuarta revelación se otorgó en carne y hueso como Jesús de Nazaret.
Quizá se podría pensar que un líder así no tiene poder y corre el riesgo de no ser escuchado, pero no es así: precisamente tiene la autoridad que da ser ejemplo vivo, una autoridad que no reclama para sí ante los demás, sino que son los otros los que la reconocen y apoyan por representar la visión de todo el grupo.
En El libro de Urantia nos ofrecen ejemplos de líderes magníficos. En cada una de las cuatro revelaciones de época anteriores, tenemos personajes que nos inspiran, que no solo dan muestras de grandeza moral y espiritual, sino que también trabajan duro para servir a los demás. También, cómo no, tenemos antiejemplos, esto es, personajes que nos muestran lo que no debe hacer un líder.
En la primera revelación de época tenemos, por supuesto, a Van y a Amadon, que durante milenios y milenios trabajaron incansablemente por elevar la civilización de nuestro mundo, con la ayuda de miles de generaciones de humanos de aquellos tiempos. También tenemos los antiejemplos de Lucifer y Caligastia, que justamente pretendían imponer sus puntos de vista sin respetar el libre albedrío de los seres que tenían a su cargo.
En la segunda revelación de época tenemos a Adán y Eva. Aunque cometieron una falta, supieron sobreponerse y dedicaron su estancia en la Tierra a hacer todo lo posible por salvar la misión para la que fueron enviados.
En la tercera revelación de época tenemos el ejemplo de Maquiventa Melquisedec y de Abraham: el primero un líder de una importante orden celestial, como son los Melquisedec; el segundo un líder humano notable que ayudó a Melquisedec a que el concepto de Dios no se perdiera para el mundo.
En la cuarta revelación de época tenemos, cómo no, el magnífico ejemplo de Jesús de Nazaret, que tiene como contrapunto los antiejemplos de los líderes religiosos judíos de su tiempo, que también, como los seguidores de la rebelión de Lucifer, en última instancia atentaban contra el libre albedrío de los creyentes judíos y no vacilaron en deshacerse de Jesús para no ver cuestionada su autoridad.
Y llegados a este punto, puede que os preguntéis, ¿y quiénes son los líderes de la quinta revelación de época? En este caso, a diferencia de las revelaciones anteriores, no hay una figura de autoridad visible detrás (Caligastia, Adán y Eva, Melquisedec, Jesús de Nazaret); la quinta revelación viene en forma de libro que, además, no tiene un solo autor, sino muchos diferentes. Autores que ni siquiera son humanos, a los que no podemos ver y que solo nos hablan a través de las páginas de El libro de Urantia.
Esta importante diferencia me lleva a pensar que los líderes (y los maestros) de la quinta revelación de época no son un puñado de personas elegidas, sino que todos los creyentes sinceros en las enseñanzas del libro están llamados a ser líderes en sus respectivos entornos y lugares de origen. Para abordar los retos de muchos tipos a los que nos enfrentamos como civilización, el mundo necesita un tipo diferente de liderazgo… y de organizaciones.
Por supuesto, los líderes no son nada si no hay un grupo que les dé apoyo, independientemente del tipo de organización que adopte ese grupo. Solemos concebir a los líderes autoritarios como la cabeza visible de una organización cuya jerarquía es piramidal (recordemos una vez más la Iglesia católica, por ejemplo, con el Papa a la cabeza, y cardenales, obispos y sacerdotes en los niveles inferiores). Pero ¿qué tipo de organización deben tener como cabezas visibles a los líderes-servidores?
Está claro que, en este nuevo tipo de organización, la base desempeña un papel mucho más importante que en las organizaciones jerarquizadas presididas por líderes de autoridad. Es natural que así sea, pues en este tipo de organización todos sus miembros son importantes y deben poder expresar sus puntos de vista.
En el caso de la comunidad de lectores de El libro de Urantia, puesto que no existe nada parecido a una interpretación «oficial» del libro, se sigue de manera natural que no hay maestros, eruditos ni expertos que tengan una autoridad situada por encima de cualquier otro lector. Esto hace que la misma naturaleza de la comunidad impida que haya líderes de autoridad a la antigua usanza, y nos da la gran oportunidad de formar parte de un movimiento distinto al de las religiones institucionalizadas, comunidades religiosas o cualquier otro grupo humano al que nos podamos comparar.
Como comunidad de personas comprometidas con llevar a la práctica las enseñanzas de El libro de Urantia y darlas a conocer a otros buscadores de la Verdad, somos pioneros en muchos aspectos, lo que nos lleva a enfrentarnos a una serie de desafíos:
Los que pertenecemos a esta comunidad de lectores del libro hacemos mucho más que leer el libro: somos personas religiosas, esto es, en las que la religión (entendida como experiencia personal con Dios) es una parte fundamental y omnipresente en nuestra vida cotidiana.
¿Implica esto que debamos formar parte de una Iglesia, tal como se entiende este término? ¿Debemos crear algún tipo de ritual o de oración en grupo que nos distinga de otros grupos religiosos? En mi opinión, no, si bien es cierto que los reveladores admiten la importancia de los rituales y el poder de la oración en grupo. Para vivir y difundir las enseñanzas del libro no necesitamos una Iglesia, y mucho menos un clero. De alguna manera, podríamos considerar que las reuniones de grupo de estudio y los eventos en los que se reúnen los lectores de El libro de Urantia (conferencias, seminarios, etc.) son nuestra celebración religiosa particular.
Una de las cosas que a mí particularmente me gustan de esta comunidad es que no tenemos un nombre como tal, más allá de «comunidad Urantia» o de «lectores de El libro de Urantia». Algunas veces se nos ha dado en llamar «urantianos», cuando esa denominación designa en realidad a todos los habitantes del planeta Tierra, así que tampoco se ajusta realmente a lo que somos en cuanto grupo. Todas esas denominaciones se quedan cortas por un motivo o por otro, pues creo que somos mucho más que lectores de un libro, y todo lo que lleve asociado la palabra Urantia debería referirse al planeta Tierra, más que a la quinta revelación de época.
Este quizá sería el aspecto que más me preocupa, y más aún en la etapa de desarrollo en la que nos encontramos ahora como comunidad. Ahora mismo las organizaciones de lectores de El libro de Urantia son grupos de tipo social, esto es, están comprometidas con la difusión de las enseñanzas de El libro de Urantia, pero no deciden en aspectos que tienen que ver con la preservación de la revelación como tal, ya que de la publicación, traducción y protección del texto del libro se encarga la Fundación Urantia.
El libro de Urantia se publicó en inglés en 1955, de modo que la comunidad Urantia ha ido creciendo lentamente desde entonces, desde que surgió el Foro pasando por la Urantia Brotherhood hasta hoy, en la que hay dos grandes asociaciones que aspiran a integrar la comunidad Urantia: la Asociación Urantia Internacional y la Urantia Book Fellowship.
De todas formas, no debemos creer que fuera de esas organizaciones no hay comunidad Urantia: hay un porcentaje desconocido pero significativo de personas que siguen las enseñanzas de El libro de Urantia pero que no pertenecen activamente a ninguna de las dos organizaciones o a alguna asociación nacional o local que esté bajo el paraguas de ambas. Puede que pertenezcan a algún grupo de estudio, pero la mayoría ni siquiera conocen a otros lectores del libro (es más, puede que ni les interese).
Todo esto, junto con la ausencia de jerarquías y de líderes de autoridad, hace que la comunidad Urantia como tal sea algo nebulosa y poco definida, lo cual no es un inconveniente en absoluto si sabemos gestionarlo y dirigirlo.
La comunidad Urantia pretende ser un grupo de alcance mundial, que esté presente en todos los países y territorios del planeta. Hoy esta meta está muy lejos de lograrse, pues son muchos más los países que no tienen asociaciones Urantia que los que sí las tienen. Además, salvo la Fundación Urantia, muy pocas asociaciones tienen una sede física que sirva como punto de referencia para todos aquellos que están interesados en formar parte de la comunidad de manera activa.
Por suerte, Internet ha servido como punto de referencia y contacto virtual, que ha facilitado poder contactar con otros lectores y líderes de la comunidad Urantia, a falta de dirección física a la que acudir. Siempre he creído que la aparición de Internet fue providencial en el desarrollo de la comunidad Urantia, que sobre todo en estos primeros años está muy dispersa geográficamente. Parece indudable que la comunidad ha ido creciendo a medida que el uso de Internet se hizo cada vez más generalizado.
Los lazos virtuales, aunque son valiosos, son desde luego menos sólidos que los que se establecen cara a cara; por ello es todo un reto reforzar los vínculos de diferentes maneras, como por ejemplo con eventos presenciales que fomenten la interacción entre personas. Es todo un reto cuando faltan sedes físicas, pero por la propia naturaleza de la comunidad, en la que el trabajo es llevado a cabo en su mayor parte por voluntarios, es necesaria una dosis muy alta de motivación y de sentido de propósito.
En este aspecto, no existen precedentes en las revelaciones anteriores: todas se transmitieron de persona a persona y había líderes visibles que transmitían esos conocimientos revelados; por otro lado, los seguidores estaban reunidos en comunidades donde se conocían, en lugares de culto donde podían reunirse periódicamente, y en nuestro caso estamos dispersos. El gran reto es, justamente, reunirnos para crear comunidad, y en eso Internet ha demostrado ser una herramienta providencial. Eso sí, hay que dedicar cierto esfuerzo a reforzar esos vínculos, que de lo contrario resultarían demasiado «líquidos».
La quinta revelación de época es una gran oportunidad que no podemos desaprovechar, que Urantia no puede desaprovechar. Si bien es cierto que somos humanos y como tales falibles, tenemos menos posibilidades de equivocarnos si echamos mano de la sabiduría de nuestro Ajustador por un lado, y de la sabiduría de grupo por otro.
Hace un tiempo leí esta frase en relación con las dinámicas de grupo que me pareció muy acertada: «cuando diez personas piensan lo mismo, al menos una de ellas no está pensando». Ese es un lujo que como comunidad Urantia no podemos permitirnos: se debe fomentar que todas las opiniones puedan ser escuchadas y consideradas, pues de lo contrario nos estamos perdiendo nuevos enfoques, aspectos que no se estaban teniendo en cuenta, problemas a los que no se había prestado atención. No repitamos el patrón de las antiguas maneras de líderes de otros tiempos de reprimir a los que discrepan sin escuchar antes lo que tienen que decir.
Repasemos ahora los errores más importantes en los que (a mi parecer) corremos el riesgo de incurrir, tomando como referencia las revelaciones anteriores:
Las enseñanzas de Jesús, contenidas en el mensaje cristiano, fueron introducidas repentinamente en esta etapa de la sociedad humana. (…) Esta situación significó un conflicto inmediato entre las antiguas prácticas religiosas y la nueva versión cristianizada del mensaje de Jesús al mundo. Este conflicto tenía que terminar o bien en una victoria inequívoca de lo antiguo o de lo nuevo, o en algún tipo de compromiso. La historia demuestra que la lucha terminó en un compromiso. El cristianismo se atrevió a abarcar demasiadas cosas como para que un pueblo cualquiera pudiera asimilarlas en una o dos generaciones. No se trataba de un simple llamamiento espiritual, tal como Jesús lo había presentado a las almas de los hombres; el cristianismo adoptó muy pronto una actitud decidida sobre los ritos religiosos, la educación, la magia, la medicina, el arte, la literatura, la ley, el gobierno, la moral, la reglamentación sexual, la poligamia y, en menor grado, incluso la esclavitud. El cristianismo no se presentó simplemente como una nueva religión — cosa que estaban esperando todo el imperio romano y todo Oriente — sino como un nuevo orden de sociedad humana. Y esta pretensión como tal precipitó rápidamente el conflicto sociomoral de los siglos. LU 195:0.3
Para mí está claro que no puede (o no debería haber) una Iglesia urantiana, ni un partido político urantiano (sabéis a lo que me refiero). Por supuesto, que los creyentes de la quinta revelación pueden participar en Iglesias o en partidos políticos, pero siempre a título personal, como creyentes individuales en la religión personal.
«Podéis ver por vosotros mismos que la cosecha es abundante, pero que los obreros son pocos…» LU 150:4.1
Estas palabras de Jesús siempre me han parecido muy apropiadas para describir el desafío al que se enfrenta la comunidad Urantia para dar a conocer las enseñanzas del libro. En mis casi 18 años de implicación activa en la comunidad Urantia, he visto a muchas personas ir y venir, algunas con un entusiasmo enorme, pero que por un motivo o por otro desaparecieron de la primera línea y no se volvió a saber de ellos.
Son realmente muy pocos los que mantienen un compromiso duradero con la difusión de las enseñanzas del libro y con la construcción de una sólida comunidad Urantia. Aquí recuerdo la excelente clasificación de lectores del libro que hacía el anterior presidente de la Asociación Urantia, Chris Wood, de acuerdo con su grado de compromiso. Al final de esta clasificación estaban las personas ultra-activas, que dedicaban mucho tiempo y muchas energías cada día a la comunidad Urantia.
La mayor parte de las veces, el peso recae sobre estas personas ultra-activas, y eso es crítico hasta cierto punto, pues hace que su ausencia (por enfermedad, fallecimiento o cambio de circunstancias personales en general) lleve a que el desarrollo de la comunidad Urantia en su ámbito de acción se vea retrasado o, en el peor de los casos, que se retroceda a situaciones anteriores. Además, tampoco es deseable que esas pocas personas se acaben saturando y quemando. A veces es necesario dar un paso atrás, volver a la segunda fila, para cargar energías y volver con nuevos bríos.
¿Cuántas veces hemos visto que los grupos de estudio se acaban desintegrando pues el anfitrión (o líder) ha fallecido, enfermado o simplemente sus circunstancias vitales le han llevado a no poder mantener el grupo? Y lo mismo puede verse en los niveles nacionales e internacionales. Nos gusta pensar (y de hecho debería ser así) que nadie es imprescindible, pero lo cierto es que a veces recae demasiado peso en personas concretas y su ausencia puede poner en peligro la misión de difundir las enseñanzas del libro.
Si tenemos en cuenta que The Urantia Book se publicó en 1955, y que las traducciones a los principales idiomas se publicaron mucho después (por ejemplo, en 1993 en español, en 2007 en portugués), y que disponer del libro en el idioma de una comunidad cultural concreta es una condición imprescindible para que se desarrollen grupos de lectores (y en última instancia, comunidad), está claro que la comunidad Urantia en los países de habla española y portuguesa está apenas en sus primeras etapas. Todavía queda mucho trabajo pendiente e imprescindible desde el punto de vista de las organizaciones Urantia:
Como dijo una vez mi querido amigo Carmelo, los lectores de El libro de Urantia «somos unos elegidos, sí, pero elegidos para trabajar duro». En ese sentido, y a pesar de que la cosecha es abundante, y los trabajadores pocos, no debemos sentirnos abrumados. Aunque todavía no seamos muy numerosos, debemos tener en cuenta que «un grupo social de seres humanos que trabaja en armonía coordinada representa una fuerza mucho más grande que la simple suma de sus componentes» LU 133:5.6
Sí, es cierto que es mucho lo que queda por hacer, pero en El libro de Urantia nos recuerdan varias veces que «con Dios, todas las cosas son posibles». De entre todas las referencias me quedo con esta, que son palabras de Jesús:
«… muchas cosas que son imposibles para el hombre no están fuera del alcance del Padre que está en los cielos; deberíamos reconocer más bien que con Dios todas las cosas son posibles.» LU 163:3.2
En este trabajo de dar a conocer la buena nueva de la quinta revelación, no debemos sentirnos cohibidos ante la palabra líder, porque no es de un líder carismático ni autoritario de lo que estamos hablando, sino de los líderesservidores. Estamos hablando de servir a nuestros semejantes en aquello para lo que estemos más capacitados. Se trata de hacer que nuestros talentos rindan, y eso se consigue con servicio, servicio y más servicio.
No olvidemos que, en última instancia, se trata de dar a conocer a Dios y su infinito Amor hacia nosotros a todos aquellos que están confundidos, deprimidos o asustados. ¿Quién no es capaz de ayudar al que lo necesita?