© 2020 Olga Lopez
© 2020 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Siempre tuve en mi mente la idea de escribir, y cuando era niña escribí algunas historias, pero también tenía la impresión de que necesitaba años de lectura y experiencia para plantearme siquiera escribir una novela. Leer a grandes autores me hizo sentir un gran respeto por el proceso de escribir, y sentía que todos ellos me ponían el listón muy alto.
Así que seguí leyendo y aprendiendo de los libros y de la vida, esperando inconscientemente el momento de escribir algo que mereciera la pena. En mi búsqueda de la Verdad (con mayúsculas) encontré El libro de Urantia, que para mí era la respuesta a todas las preguntas importantes que todo ser humano debería plantearse en algún momento de su vida. Sentí que había llegado al final de mi búsqueda; podía leer otros libros, pero difícilmente iban a transformar mi vida de la misma forma que este.
Pero necesité muchos años más antes de darme cuenta de que tenía que escribir sobre aquello en lo que creía. Doy las gracias a mi buen amigo Eduardo Altuzarra, que me sugirió que había que escribir una novela que presentara las enseñanzas de El libro de Urantia de manera que cualquiera que la leyera se sintiera impulsado a buscar la fuente. Sí, ya sé que las novelas de Benítez (especialmente la saga de los Caballos de Troya) ya se habían encargado de eso en el mundo de habla española, pero pensé que las enseñanzas de El libro de Urantia necesitaban ser expresadas de otra forma, y sentí que podía encargarme de esa tarea.
De modo que un día, sin siquiera estar segura de si iba a terminar la novela, y después de mi cuarenta cumpleaños, sentí que había llegado el momento de comenzar a escribir algo en serio. En lo que llamo mi «cuaderno de las ideas» escribí una sinopsis de la historia, una breve descripción de los personajes y una lista de temas que quería tratar. Y así fue como, poco a poco, empecé a tejer las conversaciones entre los protagonistas principales, Miguel y Sofía.
En esta primera novela la base fundamental era el diálogo entre los personajes. En mis estudios de Filosofía me encontré con los diálogos de Sócrates y Platón, que fueron una gran fuente de inspiración para mí, especialmente la manera en la que transmitían las ideas de los autores. De hecho el nombre Sofía es de algún modo un tipo de homenaje a los filósofos griegos y viene del griego Σoφíα, que significa sabiduría. Y en cuanto a Miguel… bueno, ¡ya sabéis por qué este nombre es tan especial para nosotros!
A medida que desarrollaba los diálogos me di cuenta de lo difícil que era ir enlazando los temas, pero disfruté mucho del proceso y me esforcé al máximo para que las conversaciones fluyeran. Finalmente, en enero de 2007, escribí la última frase. Recuerdo ese momento como si fuera hoy, sentí la gran satisfacción de haber logrado una de mis metas. Pero quedaba la parte más difícil: que otros la leyeran. Tenía muchas dudas: ¿les gustaría? ¿La entenderían? ¿Había conseguido transmitir lo que quería? La mayoría de mis dudas se disiparon cuando Paco, mi compañero de vida, leyó la novela y me dijo que le había gustado mucho. Pues claro, pensé, ¿qué me va a decir si es mi marido? Aunque sé que si no le hubiera gustado habría encontrado la manera de decirlo sin herirme, todavía quedaba un pequeño rincón para la duda.
Así que después de corregir algunos errores que Paco había detectado, envié el fichero por correo a algunos amigos (los que aparecen en la dedicatoria), que me dieron muy buenas impresiones y consejos. Corregí algunas cosas más que me habían pasado inadvertidas y a partir de ese momento empecé a dar los pasos para publicarlo en papel.
Guardo con mucho cariño los correos de personas que han contactado conmigo para decirme lo mucho que les ha gustado la novela y el cambio que ha supuesto para ellas. Curiosamente pensé que el público de la novela serían personas que no han oído hablar de El libro de Urantia pero la publicidad, restringida por las circunstancias, ha hecho que los lectores del gran libro azul lo hayan valorado mucho. Sé que muchos de ellos han regalado ejemplares de Diálogos con Sofía a familiares y amigos con la esperanza de despertar su curiosidad por saber más. Ya solo por eso me doy por más que satisfecha.
Con este primer libro me di cuenta de que, una vez termina la tarea de escribir, el libro ya no te pertenece, cobra vida de una manera tan intensa que ahora cuando lo releo tengo la sensación de que lo ha escrito otra persona.
Gracias a algunos amigos lectores (Fran, Alex, Gabriel y Jay), Diálogos con Sofía se ha traducido al inglés, alemán y coreano. ¡Y está en marcha la traducción al hebreo!
La novela es gratis en formato electrónico. Estos son los enlaces para descargarla gratuitamente:
Las versiones Kindle están disponibles en Amazon.com. Las versiones impresas están disponibles en Amazon y Lulu.com. ¡Busquen por el título!
Siempre digo que escribo los libros que me gusta leer. Queda poco por inventar en cuanto a maneras de contar una historia, pero mucho por hacer en cuanto a las historias que necesitan ser contadas.
¡El mundo necesita conocer a Sofía y saber de las enseñanzas de El libro de Urantia!
En servicio.
Olga