© 2018 Paul Anderson
© 2018 Fundación Urantia
Una manera de servir | Volumen 12, Número 1, Marzo 2018 — Índice | La Sesión de Estudio de Verano 2018 de la Urantia Book Fellowship |
De Paul Anderson (Illinois, Estados Unidos)
Cuando miro atrás a los tiempos en los que El libro de Urantia llegó a mi vida, veo a un chico como el que daba título a la ópera rock de Pete Townsend, Tommy: sordo, mudo y ciego. O sea, sordo, mudo y ciego a la realidad espiritual. A menudo me he preguntado cómo se abrió camino en mí la gravedad espiritual. Como un meteorito que se acerca lo suficiente a otro cuerpo celeste para alterar su rumbo, las realidades espirituales me atrajeron y cambiaron mi vida.
Creo que encajo en un molde donde, cuando despertamos a las realidades del espíritu porque el amor ha invadido nuestra vida, no estamos preparados para su poder. A veces es necesario tener el corazón roto para que aumente nuestra comprensión espiritual. Me refiero a la primera vez que me enamoré. Me acuerdo de la canción «The First Cut is the Deepest» (El primer corte es el más profundo). No tenía ni idea de lo que era el amor o de lo que podía hacerme. Y sí, me rompió el corazón, por supuesto. Pero si podía amar tanto a otra persona, ¿cuánto nos ama Dios?
Este crecimiento parece encajar en lo que dice El libro de Urantia: «El crecimiento espiritual es, en primer lugar, un despertar a las necesidades, luego un discernimiento de los significados, y finalmente un descubrimiento de los valores.» LU 100:2.2
Igual que el meteorito que se acerca demasiado, estaba en peligro de quemarme y estrellarme. Cuando tenemos el corazón roto siempre está el peligro de reaccionar de manera airada y autodestructiva. Tenía veintitrés o veinticuatro años, pero por suerte para mí, El libro de Urantia llegó a la vez que esta experiencia espiritual.
El libro tiene una gravedad por sí solo que me atrajo y me salvó. Estaba en California viviendo con otros hombres. Uno de ellos tenía un padre que era catedrático de inglés en Cal State Fullerton y que usaba El libro de Urantia en una de sus clases. Su hijo conoció así El libro de Urantia y nos habló sobre él, allá por 1970. El libro aclaró en verdad mi pensamiento y volvió a motivar mi vida hasta tal punto que creo que me salvó de una experiencia autodestructiva.
Se necesita tiempo no solo para leer El libro de Urantia, sino también para reencauzar una vida que estaba algo descarriada (demasiadas drogas, falta de confianza y cierta actitud antisocial). Me llevó probablemente al menos un año leer el libro entero. Comencé por la parte IV, La vida y las enseñanzas de Jesús, y después leí el resto del libro. Dice: «El alma hambrienta del hombre se niega a satisfacerse con cualquier otra cosa que sea inferior a la comprensión personal del Dios viviente.» LU 102:1.6
Cuando miro atrás a este periodo de mi vida puedo ver cómo empezó a afectarme mi creencia en el libro. Como el libro nos dice, la creencia es distinta de la fe. Para mí la creencia viene antes que la fe, pero incluso la creencia sola me ayudó a cambiar de rumbo de alguna manera. En el trabajo estaba muy abajo en la jerarquía, pero acabé siendo jefe y después decidí volver a la escuela. Me eduqué al menos hasta el máximo de mi capacidad (debería haber sido ingeniero, pero me HICE psiquiatra). Me establecí en una carrera que tenía el potencial de llenarme y me casé, aunque quizá no por las razones adecuadas.
Por desgracia para mí, seguí tomando drogas y viví mi vida de manera hedonista. No era feliz y finalmente esa vida acabó por atraparme y perdí supuestamente todo lo que había conseguido.
Pero Dios me estaba enseñando. Descubrí que con cada contratiempo llegan nuevas oportunidades que nos llevan a crecer y a ser felices de una manera que no habríamos conseguido de otra forma. ¡Al menos no en mi caso! El libro de Urantia ha sido decisivo en estas experiencias de crecimiento. Dice que «no se puede revelar a Dios a los que no lo buscan; no se puede conducir a las alegrías de la salvación a un alma que no lo desea. Es preciso que el hombre tenga hambre de la verdad como resultado de las experiencias de la vida, o que desee conocer a Dios como consecuencia del contacto con la vida de aquellos que conocen al Padre divino.» LU 132:7.2
He tomado muchas decisiones desacertadas en mi vida, pero debido a ellas ahora tomo mejores decisiones. No por miedo, sino porque sé; me han mostrado sabiduría. Y cuando las cosas van mal ahora, sé que me están mostrando un camino mejor. Ahora vivo más por la fe que por la creencia. Es difícil de explicar, pero aun así es cierto.
He creído en El libro de Urantia durante muchos años, pero vivir más por lo que enseña, esto es, la paternidad de Dios y la hermandad del hombre, es más de lo que he estado haciendo. Es verdad que no soy perfecto, pero creo que estoy haciendo un trabajo mejor del que hacía cuando era joven: «Lo que el joven más deseaba hacer en el mundo, lo estaba haciendo inconscientemente en ese momento.» LU 132:7.9
Comienzo el día escribiendo una oración poema y la publico en Facebook. Voy a un grupo de estudio los martes por la noche y a otro grupo de estudio de mi zona todos los domingos que se reúne. Tengo una relación estable. Tengo una felicidad que no había tenido antes. También tengo una relación personal con mi Padre del cielo que siempre está creciendo.
Entonces, ¿qué significa El libro de Urantia para mí? En muchos aspectos El libro de Urantia es como un padre y me ha dado una familia. Los documentos sobre la vida de Jesucristo me han dado a un Jesús que puedo comprender y en el que puedo creer, y el resto del libro me ha hecho comprender la realidad de manera que puedo tener fe y creer en ella. Cuando esto se asienta en nuestra alma es difícil encontrar palabras para expresar la gratitud que sentimos, pero «en adoración», tal como se usa en El libro de Urantia, se acercaría a describir dicha actitud, una manera más en la que el libro ha dado sentido y comprensión a mi vida.
Una manera de servir | Volumen 12, Número 1, Marzo 2018 — Índice | La Sesión de Estudio de Verano 2018 de la Urantia Book Fellowship |