© 2010 Philip G. Calabrese, Ph.D.
© 2010 Carmelo Martínez, por la traducción
© 2010 Asociación Urantia de España
Para empezar hoy, quizá algunos de ustedes recuerden el último Scientific Symposium en Nashville en el que concluí que no hay forma de que la resurrección en Jerusem tenga lugar «el tercer día después de la muerte natural» porque los serafines guardianes, que son los que llevan el alma humana, no pueden llegar hasta allí en menos de veinte años. El Libro de Urantia insiste en que no hay forma de que un serafín atraviese el espacio a más velocidad que tres veces la de la luz (LU 23:3.2). Dado que la estrella más cercana está a 4,3 años luz de aquí y que Jerusem debe estar muchas estrellas más allá, los ángeles, a su velocidad, no pueden estar allí en unos días. La distancia desde la Tierra hasta Jerusem no puede ser de nueve días luz; estará más cerca de sesenta años luz.
Además, en el primer Scientific Symposium en Nashville llegue a sugerir que algún innominado Melquisedek podría haber sido llamado a capítulo por usar la expresión «al tercer día de la muerte natural», que nosotros podríamos tomar literalmente. Bueno, hoy voy a retractarme de mi apostasía a El Libro de Urantia; he pensado una forma de que los ángeles guardianes lleguen a Jerusem en menos de tres días: ¡El ángel simplemente no viaja hasta allí por su propio poder! Debe ser trasladado a Jerusem mediante alguna técnica no revelada del universo o del Paraíso. Una lectura atenta de El Libro de Urantia nos revelará que en todos los casos en que se describe este viaje del serafín desde Urantia hasta Jerusem, el autor no dice nunca que el ángel llega allí mediante un viaje o transporte seráfico normal. En lugar de eso, se usa alguna vaga expresión como «se dirige a Jerusem» para denotar el modo de transporte del ángel. Espero que esta explicación resuelva la anomalía y apunte a algún fenómeno seráfico no revelado asociado a la muerte humana. Sigamos pues, con la parte principal de mi presentación de hoy.
Meditemos pues, ahora, sobre el cosmos - La Totalidad de la Realidad-. Cada uno de nosotros, sea cual sea nuestra posición en la vida, ha tenido la oportunidad de formarse una visión personal del cosmos, no sólo introspectivamente cuando intenta pensar en el espíritu morador del Padre Universal, sino también externamente cuando contemplamos las estrellas en una noche estrellada. Esta mirada al cosmos nos lleva a billones de kilómetros en todas las direcciones, se alarga millones de años en el pasado y nos permite proyectarnos millones de años en el futuro. Que el universo nos ofrezca a cada uno de nosotros la oportunidad de formarnos una visión personal de la totalidad del cosmos, por pequeñas que sean supuestamente nuestras actividades aquí en la Tierra, demuestra lo implicado que está Dios con cada uno de nosotros como individuos - no sólo como un conjunto-.
En último término, el INFINITO ES, y eso es todo lo que se puede decir de él. ¡Pero, por supuesto, vamos a intentar decir algo más de él! Antes de hacerlo, detengámonos un momento con respeto reverencial, para experimentar en la conciencia de nuestra personalidad la UNIDAD infinita que llamamos Dios, y para sentir quizá la amorosa sonrisa de alguien al que podemos llamar Padre.
La Realidad Total es el Infinito Incualificado. La realidad total abarca la infinidad sin fronteras así como la Infinitud, y también a estas dos unificadas como un todo, al Uno Infinito. Antes de intentar entender, la mente humana debe dividir la Realidad Total en una infinitud (en contraste con una sola unidad) y en una infinidad ilimitada (en contraste con lo finito con fronteras), y entonces sintetizar de alguna manera estas dos concepciones en un todo unificado.
En la primera transacción absoluta, el Uno Infinito se convirtió en el Padre del Hijo-Madre Eterno (la persona original de espíritu) y también en la fuente eterna del Paraíso (la manifestación original no de espíritu y no personal). Toda acción conjunta de Padre y del Hijo-Madre se consuma con el DiosMente, el Actor Conjunto, la Tercera Persona de la Trinidad Infinita. Del Paraíso emerge el espacio, que al igual que el concepto del universo maestro, es una realidad trascendental que existe de alguna forma entre lo infinito y lo finito. El quinto absoluto es el Absoluto Incualificado, que permea todo el espacio pero que no está limitado por el espacio. El Absoluto de Deidad y el Absoluto Universal completan los siete absolutos de la infinidad. Estos siete absolutos se unificaron funcionalmente en las catorce triunidades, cada una de las cuales es una asociación funcional del Padre con dos de los otros seis absolutos.
Se ha sugerido que podría ser de utilidad concebir el cosmos total como una elipse casi ilimitada con unos de sus focos absolutos ubicado en el Paraíso. ¿Qué dice El Libro de Urantia sobre estos asuntos?
Sobre el Paraíso:
Sobre el Absoluto Incualificado:
Sobre el espacio:
Sobre la materia última y el movimiento:
La longitud de onda asociada a la emisión de una partícula es de 860 veces el diámetro de la partícula emitida (LU 42:4.14, LU 42:5.15).
Surgen ahora una serie de preguntas:
¿Cómo puede ser el Paraíso el núcleo del ultimatón sin estar en el espacio?
¿Cómo puede el Paraíso tener una ubicación en el universo (en el foco de las zonas de espacio intermedio) pero no tener una posición en el espacio?
¿Cómo puede ser el Paraíso el centro geográfico de la infinidad?
¿Cómo pueden Havona y los superuniversos (que están en el espacio) dar vueltas alrededor del Paraíso?
¿De qué está hecho el ultimatón?
¿Qué aspecto tiene un ultimatón? ¿Cuál es su forma geométrica?
¿Cómo se organizan los 100 ultimatones dentro de un electrón?
¿Qué significa que los ultimatones se «apiñan»?
¿Cómo pueden los ultimatones y los electrones cambiar de posición y emitir masa?
¿Cómo surge la carga positiva y la carga negativa de un electrón y por qué las partículas de luz no tienen carga?
¿Cómo surgen las propiedades ondulatorias de la material?
¿Cómo puede un electrón emitir un fotón (una partícula de luz) cuando cae a un estado más bajo de energía?
¿Cómo absorbe un electrón una particular de luz (un fotón) y cambia de posición?
[Por cierto, las dos últimas y provocativas preguntas y la observación anterior sobre la luz solar son contribución de Dick Bain en una carta personal.]
Y hasta aquí es a donde he llegado con estos problemas.
La topología es la rama de las matemáticas que trata de los aspectos geométricos que son invariantes en los estiramientos o en las contracciones. Por ejemplo, un donut y una taza con asa son equivalentes topológicamente porque uno se puede transformar en la otra mediante una correspondencia unívoca continua. Pero una esfera y un donut no son equivalentes. La topología intenta también modelar el concepto de «proximidad». Formalmente, un espacio topológico (una topología) se compone de un universo U de puntos junto con una colección especial de subconjuntos de U llamados conjuntos abiertos. La colección de conjuntos abiertos tiene la propiedad de que la intersección de dos conjuntos cualquiera de conjuntos abiertos es también un conjunto abierto, y de que la unión de cualquier subcolección de conjuntos abiertos es también un conjunto abierto. El entorno de un punto es cualquier subconjunto del universo que incluye un conjunto abierto que contiene el punto dado. Por ejemplo, el universo de puntos del plano euclidiano junto con la colección de los interiores de todos los círculos (y sus uniones) forman un espacio topológico. A otro ejemplo interesante de topología se le llama la topología cofinita.
Supongamos que empezamos con un plano euclidiano de puntos y que tenemos contiguos a él ciertos puntos en el infinito. Podemos imaginar que cada línea recta se prolonga hasta el infinito en ambas direcciones y que termina en dos puntos del infinito. Una línea paralela a la anterior termina en dos puntos diferentes del infinito, y una línea que corta a las dos anteriores termina en otro par de puntos del infinito. El conjunto P de todos los puntos del infinito de todas las líneas del plano se puede considerar un «círculo» del infinito. En la geometría tridimensional euclidiana tendríamos una «superficie» P de puntos del infinito. Un entorno topológico del infinito (es decir, un entorno de la superficie de puntos del infinito) es cualquier subconjunto del universo cuyo complemento está acotado por algún círculo finito, es decir, contenido en él. Así, un entorno del infinito es cualquier subconjunto del universo que incluye todo lo que está fuera de algún círculo finito.
Puesto que el Paraíso es el centro geográfico de la infinidad, el Paraíso debe ser un entorno del infinito. Debe contener de alguna forma el infinito. Después de todo, la zona del infinito existe en el centro del Paraíso bajo. La topología cofinita, aplicada al espacio tridimensional euclidiano en vez de al plano, parece justo lo necesario para modelar un cosmos cuyo origen está en el infinito en lugar de en algún punto finito del espacio. El Paraíso debe ser el centro de los que comúnmente imaginamos que está «hay fuera» en las extensiones infinitas del espacio exterior, e incluso más allá, fuera del borde mismo de nuestro concepto mental del universo maestro.
Pues bien, no es sólo que el Paraíso esté «ahí fuera», el Paraíso está también en el foco del espacio, en el foco de esas zonas de espacio intermedio quiescentes del espacio que hay entre las zonas de movimiento relativo, como por ejemplo, en el átomo, en el electrón y en el ultimatón. Así pues, de alguna forma el Paraíso está ubicado también en el centro de cada ultimatón. Finalmente, el Paraíso está ubicado en el centro del gran universo, en el centro de los superuniversos que dan vueltas a su alrededor. ¿Cómo puede ser todo esto? La respuesta es que la topología del espacio debe permitir la proximidad al Paraíso de todas estas maneras a la vez. Obsérvese por ejemplo, que es posible acceder al Paraíso periférico mediante una secuencia de puntos del espacio intermedio.
El espacio debe tener un agujero no espacial en el centro de cada ultimatón, en el que actúa el Paraíso bajo para mantener unido al ultimatón como partícula individual. La región nuclear de cada ultimatón debe estar ubicada en el Paraíso bajo, donde está la «focalización central de la presencia en el espacio del Absoluto Incualificado». Y éste debe ser el porqué de que el espacio parece originarse justo debajo del Paraíso bajo. Además, el macroscópico gran universo debe tener una intrusión única de espacio donde, de nuevo, está ubicado el Paraíso. La topología del espacio debe permitir esta proximidad del Paraíso al universo central, que existe en el espacio, si bien el Paraíso mismo no está en el espacio. La construcción de ultimatones es obra de los Organizadores de la Fuerza Trascendentales primarios y secundarios y el diseño del universo maestro es obra de los Arquitectos Trascendentales del Universo Maestro. Todo esto me conduce a descartar nuestra noción contemporánea del espacio como un vacío uniforme. El espacio ni es uniforme ni está vacío. No es necesaria realmente la uniformidad del espacio para nuestras teorías físicas. Todo lo que necesitamos son los movimientos de revolución de la materia del espacio alrededor del centro. Pero no es necesario concebir que el centro mismo esté en el espacio El espacio debe estar muy «agujereado». Debe tener un enorme agujero en el centro macroscópico del gran universo, pequeños agujeros en el centro de cada ultimatón y finalmente, un agujero inconcebible en el centro exterior, en el infinito, del universo maestro. ¡La materia tiene un núcleo de espíritu!
Y bien, ¿de qué está hecho el ultimatón? ¿y qué aspecto tiene? El ultimatón debe ser una cáscara esférica de espacio, relativamente delgada y giratoria, con un núcleo no espacial. El núcleo paradisíaco mantiene a la cáscara unida impidiendo que salte en pedazos hacia el infinito exterior. Un electrón debe estar compuesto de cien ultimatones dispuestos concéntricamente con un núcleo común no espacial.
Estas cáscaras concéntricas esféricas de espacio podrían rotar con velocidades y ejes de rotación diferentes generando así un momento angular con 100 ejes diferentes. El resultado es un vector momento angular con componentes en las tres dimensiones espaciales convencionales, exactamente como aparece en la mecánica cuántica contemporánea (aunque la ciencia contemporánea no da precisamente una interpretación a este vector momento). El apiñamiento de los ultimatones significa que las cáscaras rotatorias de espacio se agrupan contrayéndose o expandiéndose, acercándose o alejándose entre sí.
Un ultimatón puede caer a un estado de energía rotativa más bajo emitiendo algún espacio (alguna masa) en rotación en forma de otro ultimatón. En este caso, la carga de la masa delespacio en rotación del ultimatón es igual al cambio en su energía dividido por el cuadrado de la velocidad de la luz. Por otra parte, la captura de una partícula en rotación de espacio en movimiento (un ultimatón) por otro ultimatón aumentaría su energía y su radio o su velocidad de rotación así como su masa. Se pueden imaginar transacciones similares cuando 100 ultimatones se disponen concéntricamente en un electrón. Cuando una partícula forma y emite otra partícula, se inician vibraciones en el contenido preultimatónico de espacio, y los físicos cuánticos contemporáneos interpretan aparentemente que estas ondas secundarias son la partícula misma. De ahí que tengamos la confusa noción contemporánea de «ondícula» —una hipotética dualidad híbrida partículaonda- Sin embargo, según El Libro de Urantia, estas ondas tiene una longitud de onda de 860 veces el diámetro de la partícula emisora.
La generación de las llamadas cargas lectrónicas positivas y negativas podría explicarse en términos del espín de los 100 ultimatones intraelectrónicos. Por ejemplo, dos electrones que tengan la mayoría de las 100 cáscaras ultimatónicas rotando en la misma dirección, podrían repelerse entre sí. Por otra parte, dos electrones (uno de ellos un positrón) que contengan direcciones de revolución opuestas podrían atraerse entre sí, y anularse uno al otro alguna de sus masas rotativas emitiendo alguna energía en el proceso. La construcción de electrones, protones y átomos a partir del ultimatón es obra de los centros del poder (LU 42:4.3).
Aunque estas explicaciones son todavía cualitativas, me parece que la mayoría de los fenómenos extraños de la mecánica cuántica de hoy en día son explicables potencialmente en los términos de este modelo de materia subelectrónica en forma de cáscaras de espacio esféricas y en rotación. Precisamente ahora estoy poniendo en obra algunas de las implicaciones cuantitativas de esta teoría, y los resultados preliminares son muy alentadores, pero la falta de tiempo no me permite hoy llegar muy lejos en este camino. En un futuro cercano, tengo planeado presentar para su publicación un trabajo más técnico en relación con estos aspectos cuantitativos de la teoría. Este trabajo redefinirá el concepto de la masa como un espacio en rotación y contemplará la conservación de las energías potencial y cinética y el momento angular de un ultimatón; intentaré resolver el problema de las transformaciones masa-energía y de la generación de ondas.
Un último comentario: la teoría de la relatividad de Albert Einstein predijo (y se ha verificado experimentalmente muchas veces) que la masa de una partícula aumenta ilimitadamente a medida que la velocidad de la partícula se acerca a la velocidad de la luz. Esto ha parecido siempre ser un fenómeno muy misterioso. Pero esta teoría de los ultimatones y los electrones ofrece al menos un atractivo camino para concebir la situación sin abandonar el sentido común -imaginando que a medida que aumenta la velocidad, una cantidad cada vez mayor de la energía aplicada a la partícula se transforma en energía (en masa) rotativa en lugar de en simple movimiento-. Así, la masa de la partícula aumenta más que su velocidad cuando ésta se acerca a la velocidad de la luz.
Revista Luz y Vida (todos los números antiguos): https://aue.urantia-association.org/numeros-antiguos-del-lyv/
Artículo original: https://archive.urantiabook.org/archive/science/calass2.htm