© 2012 Richard Dulask
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Confianza: nuestra arma contra la preocupación
A través de la capacidad de confiar que Dios nos ha dado, tenemos el poder de liberarnos de complicaciones, de purificarnos de emociones corrosivas. Con tiempo y práctica no hay emoción negativa que la confianza no pueda hacer desaparecer. Toda ansiedad, todo temor al futuro puede ser abolido. Cuando aprendemos a confiar absolutamente en Dios, nos liberamos de todas nuestras preocupaciones. Nuestro estado de conciencia se eleva a un nivel en el que somos positivos, seguros, confiados y capaces de actuar como se supone que debemos hacerlo. Nuestro estado de conciencia se siente libre y ligero.
La confianza es una gran fortaleza de aplicación universal. Es tan sencillo como respirar, tan sencillo que hasta un niño puede hacerlo. Quizás una breve oración o una afirmación de la verdad sea suficiente para darnos un estado mental de confianza. Quizás nos gustaría preceder nuestra afirmación con un momento de relajación respirando profundamente o descansando unos instantes. Esto es útil para recordarle al cuerpo que no tiene nada de qué preocuparse, que todos los detalles de nuestra vida están entregados a Dios que tiene la solución perfecta. Podemos usar esta capacidad de confiar en Dios en cualquier lugar y en cualquier momento. Basta un momento de relajación para dejar lo que nos concierne al cuidado de Dios, para confiar plenamente en Él.
Al adquirir el hábito de expresar nuestra confianza, esta se vuelve cada vez más fuerte. Recordamos que como Dios lo sabe todo, tiene una solución perfecta para cada caso. Recordamos que Dios siendo todo Amor, nos comprende y acepta completamente. Este poder de confiar absolutamente en Dios es una luz que disipa toda oscuridad. Vemos nuestro problema más claramente. Confiados y relajados, vemos todas las cosas como realmente son. Las oscuridades de la mente, las fobias de la imaginación, las tensiones y las vanas preocupaciones, ¡todo se evapora como niebla al sol!
A medida que crece, entendemos que la confianza es una fuerza liberadora que rompe las cadenas y grilletes que crean nuestras mentes temerosas. La confianza como la ansiedad es un hábito. Mientras que la preocupación nos debilita, la fe en Dios nos fortalece siempre y cuando le demos la atención que le damos a lo que nos atormenta. A medida que nos acostumbramos cada vez más a expresar nuestra confianza, entendemos que podemos contar con Dios para librarnos de todo mal y traernos mayores bendiciones.
¿Qué queremos? ¿Una carrera más satisfactoria? ¿Ayuda para salir de nuestros problemas de dinero? ¿Mejor salud? ¿Serenidad y sabiduría? ¿Ser más capaz de amar?
Con confianza podemos entregar nuestros deseos legítimos al tierno cuidado de Dios. Tranquilos y confiados en el desarrollo de nuestro Bien, podemos permitirnos ser pacientes, esperar el momento perfecto para que florezca cada una de nuestras bendiciones. No es necesario que luchemos demasiado. Al contrario, con facilidad y eficacia estamos atentos, cuando se presentan, a las oportunidades que Dios nos ofrece en nuestra vida.
¡Qué gran privilegio y qué gran alegría poder confiar todas nuestras preocupaciones a Dios! Podemos tener fe absoluta en Él. Otros pueden decepcionarnos, estar demasiado ocupados para escucharnos o demasiado absortos en sus propios problemas para prestarnos atención. Sin embargo, siempre podemos acudir a Dios, seguros de su tierno cuidado por los detalles y aspectos de nuestra existencia. Dios es nuestro compañero constante, nuestro amigo perfecto, siempre dispuesto a ayudarnos. Todos nuestros deseos legítimos son lo que Dios quiere para nosotros. Cuentemos con Dios para que nos proteja, para que nos dirija. Confiemos en Él para que nos enseñe sabiduría. Confiemos en Él para mantener nuestra salud y vitalidad. Cuentemos con Él para traer a nuestras vidas las personas y los acontecimientos que aumentarán nuestra felicidad.
Dios está esperando que lo invitemos a compartir nuestras vidas, para ayudarnos a alcanzar todas nuestras metas que valen la pena. Él no nos obliga a aceptar sus regalos, sino que espera amorosamente que los aceptemos con confianza.
El grado en que podemos confiar en Dios no tiene límites, y los efectos de nuestra confianza no tienen límites en nuestras vidas. Sólo nosotros podemos limitar la participación de DIOS en nuestra existencia.
Experimentémoslo. Pongamos toda nuestra confianza en Dios y veremos qué cosas maravillosas logrará en nuestras vidas. Dediquemos tiempo cada día para calmarnos, confiar, escuchar las instrucciones de Dios y obedecer su tierna dirección. Sus consejos son accesibles a todos sus hijos y en todo momento. Dios sólo nos pide que nos tomemos el tiempo para aquietar nuestros pensamientos personales y escucharlo.
“Detente y reconoce que YO SOY DIOS” es un mandato bíblico. ¡No hay mejor manera, ni más fácil, de calmar nuestros pensamientos personales que confiar y depender absolutamente de Dios para la realización de todos nuestros deseos legítimos y buenos.
Confianza: nuestra arma contra la preocupación, carta de Unity, (UNITY SCHOOL OF CHRISTIANITY, Unity Village, Missouri 64063 USA)
Richard Dulask