© 2020 Susan Hemmingsen
© 2020 ANZURA, Asociación Urantia de Australia y Nueva Zelanda
Por Susan Hemmingsen, Nueva Zelanda
Siendo este el tema del momento, decidí reunir algunas citas del Libro de Urantia para ver qué se dijo sobre la salud, la enfermedad, lo que sucedió en el pasado, cómo esto se refleja en lo que está sucediendo hoy y qué se puede esperar en el futuro. Los he clasificado en cuatro categorías diferentes:
Los Ángeles Ministradores funcionan en muchas áreas, pero específicamente para este tema contamos con ayuda continua a través del ministerio de los Ángeles de la Salud.
Son los ministros seráficos destinados a ayudar a aquellos agentes humanos que están consagrados a promover la salud y a prevenir las enfermedades. El cuerpo actual es el sexto grupo que sirve durante esta dispensación. (LU 114:6.12)
En el Documento 65, El control excesivo de la evolución se nos dice:
Muchas características de la vida humana proporcionan abundantes pruebas de que el fenómeno de la existencia mortal fue planeado de manera inteligente, que la evolución orgánica no es un simple accidente cósmico. Cuando una célula viviente es lesionada, posee la capacidad de elaborar ciertas sustancias químicas que tienen la facultad de estimular y activar las células normales vecinas, de tal manera que éstas empiezan inmediatamente a secretar ciertas sustancias que facilitan los procesos curativos de la herida. Al mismo tiempo, estas células normales no lesionadas empiezan a proliferar —se ponen a trabajar realmente para crear nuevas células que reemplacen a todas las células semejantes que puedan haber sido destruidas por el accidente. (LU 65:4.3)
El hombre antiguo tenía su propia forma de afrontar las enfermedades y, aunque muchos habitantes de nuestro planeta han salido de esta fase, otros no. Sin embargo, es reconfortante ver, a pesar de la ausencia de conocimiento científico, cuán sinceros eran los antiguos.
El ayuno, la dieta y los revulsivos se utilizaban a menudo como medidas curativas. Las secreciones humanas, como eran claramente mágicas, se tenían en gran estima; la sangre y la orina figuraron pues entre los primeros medicamentos, y pronto se añadieron las raíces y diversas sales. Los chamanes creían que se podía expulsar del cuerpo a los espíritus de la enfermedad con medicamentos nauseabundos y de mal gusto. Los purgantes se convirtieron muy pronto en un tratamiento rutinario, y los valores del cacao y de la quinina puros figuraron entre los primeros descubrimientos farmacéuticos. (LU 90:4.8)
Algunos pueblos creían que la enfermedad era causada por una conspiración perversa entre los espíritus y los animales. Esto dio nacimiento a la creencia de que existía un remedio vegetal benéfico para cada una de las enfermedades causadas por los animales. Los hombres rojos eran especialmente fieles a la teoría de las plantas como remedios universales; siempre ponían una gota de sangre en el agujero que dejaba la raíz cuando arrancaban una planta. (LU 90:4.7)
Algunos de nuestros grupos religiosos actuales creen que la fe es todo lo que se necesita para sanar, pero en el Documento 90, Chamanismo: curanderos y sacerdotes, El Libro de Urantia dice:
La fe que se necesitaba para restablecerse con los cuidados descabellados de uno de estos antiguos chamanes no era, después de todo, materialmente diferente de la que se necesita para experimentar la curación por obra de alguno de sus sucesores más recientes que se dedican a tratar las enfermedades de manera no científica. (LU 90:4.2)
Pero también debemos recordar:
Cuando os atrevéis a hacer un juicio crítico sobre la religión primitiva del hombre (o sobre la religión del hombre primitivo), deberíais recordar que hay que juzgar a aquellos salvajes, y evaluar su experiencia religiosa, de acuerdo con sus luces y su nivel de conciencia. No cometáis el error de juzgar la religión de otras personas según vuestros propios criterios sobre el conocimiento y la verdad. (LU 101:9.2)
Hay muchas maneras en que los humanos intentamos superar las enfermedades, muy eficaces y otras no, pero durante la tercera gira de predicación de Jesús, hubo una discusión exhaustiva sobre todo el tema de la superstición humana y una de las cosas que Jesús dijo fue:
Los amuletos y las reliquias son impotentes para curar las enfermedades, evitar los desastres o influir en los malos espíritus; la creencia en todos estos medios materiales para influir sobre el mundo espiritual no es más que una vulgar superstición. (LU 150:3.6)
¿Por qué estamos tan devastados por este virus Covdi-19? ¿Es esto lo mismo en otros planetas?
Los Portadores de Vida dijeron en el Documento 65, El control excesivo de la evolución:
Pero durante toda esta aventura biológica, nuestra mayor decepción fue el retroceso de ciertas plantas primitivas hasta los niveles preclorofílicos de las bacterias parasitarias, y que se produjera a una escala tan grande e inesperada. Esta eventualidad en la evolución de la vida de las plantas ha causado muchas enfermedades desoladoras en los mamíferos superiores, principalmente en la especie humana más vulnerable. Cuando nos enfrentamos con esta complicada situación, disminuimos un poco las dificultades implícitas porque sabíamos que la dosis posterior del plasma vital adámico reforzaría de tal manera la capacidad de resistencia de la raza mezclada resultante, que la inmunizaría prácticamente contra todas las enfermedades producidas por este tipo de organismo vegetal. Pero nuestras esperanzas estaban condenadas a sufrir una decepción debido a la desgracia de la falta adámica. (LU 65:5.2)
También es interesante observar cómo algunos pueden estar expuestos a enfermedades, pero por tener más sangre adámica, son naturalmente más resistentes. Los científicos observan las diferencias en los sistemas inmunológicos de las personas ante las enfermedades, pero la mayoría no es consciente de la fuente adámica de esta inmunidad.
Las células del cuerpo de los Hijos Materiales y de su progenie son mucho más resistentes a las enfermedades que las de los seres evolutivos originarios del planeta. Las células del cuerpo de las razas nativas son similares a los organismos vivientes microscópicos y ultramicroscópicos del planeta que producen las enfermedades. Estos hechos explican por qué los pueblos de Urantia tienen que hacer tantos esfuerzos en el campo científico para resistir tantos desórdenes físicos. Seríais mucho más resistentes a las enfermedades si vuestras razas llevaran más sangre adámica. (LU 76:4.7)
Cada país ha reaccionado de manera diferente al Covid-19, algunos con condiciones de confinamiento muy estrictas y poco contacto (por ejemplo, Nueva Zelanda) y otros (por ejemplo, Suecia) con un enfoque completamente opuesto, por lo que cuando esta pandemia termine, un estudio de quién tiene mejores resultados la inmunidad podría no dar mucho resultado. Sin embargo, sabemos que:
Las llamadas razas blancas de Urantia son los descendientes de estos hombres azules, que primero fueron modificados por una ligera mezcla con los amarillos y los rojos, y más tarde mejoraron enormemente debido a la asimilación de la mayor parte de la raza violeta. (LU 64:6.24)
En el Documento 71, Desarrollo del Estado, bajo la sección 4: Civilización Progresista, uno de los puntos que indican una civilización progresista dice:
La economía, la sociedad y el gobierno tienen que evolucionar si desean seguir existiendo. Las condiciones estáticas en un mundo evolutivo son signos de decadencia; sólo sobreviven aquellas instituciones que avanzan con la corriente evolutiva. (LU 71:4.1)
En un planeta normal:
Durante esta era se han resuelto prácticamente los problemas de las enfermedades y de la delincuencia. La reproducción selectiva ya ha eliminado ampliamente la degeneración. La enfermedad ha sido prácticamente vencida gracias a las cualidades extremadamente resistentes de los linajes adámicos y a la inteligente aplicación mundial de los descubrimientos de las ciencias físicas de las épocas precedentes. La duración media de la vida durante este período asciende muy por encima del equivalente de trescientos años del tiempo de Urantia. (LU 52:5.9)
Todos podemos ser testigos de los enormes esfuerzos de todos los virólogos, inmunólogos, genetistas y otros científicos de todo el mundo, comunicándose entre sí de una manera sin precedentes y compartiendo sus investigaciones para ayudar a superar esta pandemia.
Esperamos que toda esta colaboración dé como resultado una vacunación eficaz y segura, además de otros medicamentos que puedan ser eficaces para curar el Covid-19. ¿Me imagino que estos son los «descubrimientos de las ciencias físicas» mencionados anteriormente?
Durante la Edad de Oro:
Durante esta era de luz y de vida, el mundo prospera cada vez más bajo el gobierno paternal del Soberano Planetario. En esa época los mundos progresan bajo el impulso de un solo idioma, de una sola religión y, en las esferas normales, de una sola raza. Pero esta era no es perfecta. Estos mundos poseen todavía hospitales bien equipados, clínicas para cuidar a los enfermos. Aún subsisten los problemas de atender las lesiones accidentales y las enfermedades inevitables que acompañan a la decrepitud de la vejez y a los trastornos de la senilidad. La enfermedad no ha sido vencida por completo y los animales terrestres tampoco han sido sometidos perfectamente; pero estos mundos son como el Paraíso en comparación con los primeros tiempos del hombre primitivo durante la era anterior al Príncipe Planetario. Si pudierais ser transportados repentinamente a un planeta con este estado de desarrollo, describiríais instintivamente a este reino como el cielo en la Tierra. (LU 55:3.1)
La siguiente cita retrata lo que sucede en un planeta normal después de la llegada del Hijo Post-otorgamiento. Por supuesto, nos hemos beneficiado del autootorgamiento de Jesús, nuestro Hijo posterior al autootorgamiento, pero como no estábamos en la etapa habitual de evolución que existe en un planeta normal para este autootorgamiento, los avances en la cita a continuación no son nuestros.
Durante esta era se han resuelto prácticamente los problemas de las enfermedades y de la delincuencia. La reproducción selectiva ya ha eliminado ampliamente la degeneración. La enfermedad ha sido prácticamente vencida gracias a las cualidades extremadamente resistentes de los linajes adámicos y a la inteligente aplicación mundial de los descubrimientos de las ciencias físicas de las épocas precedentes. La duración media de la vida durante este período asciende muy por encima del equivalente de trescientos años del tiempo de Urantia. (LU 52:5.9)
El gran obstáculo que se le presenta a Urantia en el asunto de alcanzar el elevado destino planetario de la luz y la vida se encuentra en los problemas de la enfermedad, la degeneración, la guerra, las razas multicolores y el multilingüismo. (LU 55:3.21)
En la Provincia de Oración:
La oración no es una técnica para curar las enfermedades orgánicas reales, pero ha contribuido enormemente al disfrute de una salud abundante y a la curación de numerosos malestares mentales, emocionales y nerviosos. Incluso en el caso de enfermedades bacterianas reales, la oración ha acrecentado muchas veces la eficacia de otros procedimientos curativos. La oración ha transformado a muchos inválidos irritables y quejumbrosos en modelos de paciencia, y ha hecho de ellos una inspiración para todos los demás enfermos humanos. (LU 91:6.2)
Todos los que tienen fe en Dios y están tratando de vivir la Regla de Oro tienen el beneficio de una visión más amplia junto con más consuelo y tranquilidad durante este tiempo inusual…
La experiencia religiosa espiritual personal resuelve eficientemente la mayoría de las dificultades de los mortales; clasifica, evalúa y ajusta eficazmente todos los problemas humanos. La religión no aleja ni destruye las dificultades humanas, pero las disuelve, las absorbe, las ilumina y las trasciende. La verdadera religión unifica la personalidad para que se ajuste eficazmente a todas las necesidades de los mortales. La fe religiosa —la guía positiva de la presencia divina interior— permite indefectiblemente al hombre que conoce a Dios salvar ese abismo que existe entre la lógica intelectual que reconoce a la Primera Causa Universal como Eso, y las afirmaciones positivas del alma que afirman que esta Primera Causa es Él, el Padre celestial del evangelio de Jesús, el Dios personal de la salvación humana. (LU 196:3.1)