© 1986 Charles Laurence Olivea, John Lange
© 1986 The Urantia Book Fellowship (anteriormente Urantia Brotherhood)
Este pequeño ensayo está escrito con la esperanza de poder aprovechar la noción expresada en El Libro de URANTIA que sugiere con cierta suavidad que el romance universal en la búsqueda de la verdad a menudo se caracteriza más por la intuición que por los hechos.
Probablemente hayas oído hablar de la idea (como sea que esté expresada) de que, aunque el «amor» es real, es imposible «sostenerlo» como es posible sostener una pelota de béisbol o una pluma estilográfica en la mano. Puesto que nuestro vehículo vital es un cuerpo material, podemos relacionarnos fácilmente con la realidad física. El superuniverso de Orvonton en el que vivimos contiene realidades tanto físicas como espirituales, pero estas dimensiones no entran en contacto entre sí en ningún lugar de este segmento espacio-temporal del gran universo. Aunque nuestro cuerpo y cerebro están compuestos de energía-materia, los humanos poseemos capacidades mentales que nos permiten salvar la diferencia entre las realidades física y espiritual. Ésta es la función creatural de la mente humana.
Charles Laurence Olivea
Watertown, Connecticut
A lo largo de los siglos, el hombre mortal ha sentido que algo vital crece dentro de él y está destinado a perdurar más allá del breve lapso de su vida terrenal. Así, el concepto de alma ha encontrado su camino en muchos de los sistemas planetarios del pensamiento religioso. El hombre primitivo asociaba el alma con la sangre, el aliento, las sombras y los reflejos en el agua; y más tarde se pensó que habitaba en varios órganos físicos: el ojo, el riñón, el hígado, el corazón y, finalmente, el cerebro.
Con una conciencia cada vez mayor de la rica herencia espiritual del hombre, el concepto de alma comenzó a adquirir varios significados a medida que extendía su deseo de conocer a Dios. Los egipcios desarrollaron la imagen más clara con su creencia en el ka y el ba, el espíritu y el alma respectivamente. Lao-tsé enseñó la ascensión del hombre a la unión espiritual con Tao, la Deidad Eterna y Creador Absoluto. A pesar de sus elevadas enseñanzas, el fracaso en el verdadero camino hacia la conciencia de Dios entre los chinos impidió una imagen más clara de la evolución del alma inmortal. Gautama Siddhartha no percibió la personalidad del Único Universal y, por tanto, no creía en la existencia de almas humanas individuales.
John Lange, M.D.
Fort Smith, Arkansas
«La inteligencia nace de una existencia material que está iluminada por la presencia de la mente cósmica. La sabiduría consta de la conciencia del conocimiento, elevada a nuevos niveles de significados, y activada por la presencia de la dotación universal del espíritu ayudante de la sabiduría. La verdad es un valor de la realidad espiritual que sólo lo experimentan los seres dotados de espíritu que ejercen su actividad en los niveles supermateriales de conciencia del universo, y que después de reconocer la verdad, permiten que su espíritu activador viva y reine en sus almas.» (LU 180:5.3)