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Conocer que Dios es mi Padre
De Andrew Story, Dayton (Ohio, EEUU)
El valor, el significado y la belleza que encuentro en El libro de Urantia es el resultado directo de mi experiencia de conocer a Dios y de conocer que Dios es mi Padre.
El momento de mi vida en que encontré El libro de Urantia fue de muchos cambios personales. Había crecido en una familia cristiana, y mi padre era pastor de una iglesia cristiana. Recuerdo mi primera confirmación y tener muchas preguntas sobre mi relación con Dios y el significado de la vida de Jesús, tal como se relaciona con nuestro crecimiento espiritual personal y nuestra capacidad de alcanzar la vida eterna.
Le pregunté a mi Padre por qué era necesario aceptar a Jesús como salvador para tener una vida eterna. No podía comprender que alguien no fuera al cielo si jamás había oído hablar de él. La respuesta que me dieron solo explicaba que ese era el plan de Dios y que, para que se restableciera la relación del hombre con Dios, Jesús tuvo que morir en la cruz. Esta respuesta me llevó a distanciarme de la vida espiritual. Creía que vivir una vida buena debía ser suficiente para tener una relación con Dios.
Más adelante, me interesé en leer acerca de otras religiones y libros new-age. Cuando leí El reino de Dios está dentro de vosotros, de Leon Tolstoi, mi búsqueda espiritual se rejuveneció. Tolstoi escribió acerca de considerar específicamente las enseñanzas de Jesús y la manera en que vivió su vida como el mejor enfoque para comprender su mensaje. Él sentía que el mensaje de Jesús era que Dios está dentro de cada uno de nosotros, que forma parte de cada uno de nosotros y que, cuando experimentamos esta verdad, comenzamos a ver la verdad de la regla de oro.
Unos meses después, le dije a un amigo que quería conocer verdaderamente a Dios. Abandoné los miedos relacionados con mis experiencias religiosas anteriores, me abrí y dejé que Dios entrara en mí. Entonces, mi amigo me presentó El libro de Urantia. Lo leí por mi cuenta y acerca de los grupos de estudio. Quería conocer a otros lectores y compartir con ellos lo que estaba experimentando. Le pregunté a mi amigo si sabía de algún grupo en nuestra zona, y él sugirió que creáramos uno.
Recuerdo leer el Documento 1, «El Padre Universal», y me resonaron muy claramente las palabras que describen el propósito de Dios, su bondad y su plan para que cada persona logre la perfección.
El siguiente párrafo del Documento 1 alberga un profundo significado para mí:
En aquellos mundos donde un Hijo Paradisiaco ha vivido una vida de donación, a Dios se le conoce generalmente por algún nombre que indica una relación personal, un tierno afecto y una devoción paternal. En la sede de vuestra constelación se refieren a Dios como el Padre Universal, y en diferentes planetas de vuestro sistema local de mundos habitados se le conoce de manera diversa como el Padre de los Padres, el Padre Paradisiaco, el Padre Havoniano y el Padre Espiritual. Aquellos que conocen a Dios gracias a las revelaciones de las donaciones de los Hijos Paradisiacos, ceden finalmente al atractivo sentimental de la conmovedora relación que supone la asociación entre el Creador y la criatura, y se refieren a Dios como «nuestro Padre» El Libro de Urantia, LU 1:1.5
There is much meaning in El Libro de Urantia, but the truth of the Fatherhood Hay muchos significados en El libro de Urantia, pero la verdad de la paternidad de Dios y la hermandad del hombre es la verdad más cercana a mi experiencia de conocer a Dios.
Lo que El libro de Urantia significa para mí
De Angela Thurston, Brooklyn (Nueva York, EEUU)
Estas palabras solo comienzan a describirlo:
Perspicacia sobre el propósito de mi existencia, que comienza y termina con el amor.
Inspiración para establecer metas incluso más altas y para tomar los fracasos como las lecciones cósmicas más valiosas.
Aprecio por el mundo que me rodea, bello, desafiante, diseñado con amor y que evoluciona torpemente, y por los habitantes destacados a los que llamo hogar.
Ánimo para buscar relaciones amorosas con mis hermanos y hermanas, mediante los cuales encuentro a Dios.
Libertad de todo dogma que me pida juzgar a estos hermanos y hermanas, o a mí misma.
Responsabilidad para actuar, para servir, para enseñar con el ejemplo – para poner las palabras de la revelación en los hechos de una nueva era de crecimiento espiritual.
Poder para correr riesgos en un universo amoroso, sabiendo que me sostiene un cosmos en el que lo único que puedo hacer es caer profundamente en su descubrimiento.
Permiso para disfrutar de la existencia, para participar del humor, la creatividad, el goce, la confusión y los momentos de gracia extraordinaria.
Oportunidad para salvar la brecha del diálogo entre la religión, la ciencia y la filosofía a través de las culturas y los cultos existentes.
Fe en que Dios ha puesto su fe en mí para que viaje cada vez más cerca de él.
Consuelo de que tengo una legión de animadores cósmicos en cada paso del camino.
Expectativa de un futuro brillante y eterno en el que todos, en nuestra magnífica unicidad, digamos juntos: Es nuestra voluntad que se haga tu voluntad.