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De varios autores
Nota de la redacción: Richard Keeler es el fideicomisario que ha servido durante más tiempo en la Fundación y ha sido uno de los que más ha contribuido al proyecto de El libro de Urantia durante décadas. Toda la junta y muchos miembros de la comunidad Urantia le dan las gracias por su entrega, generosidad y buena voluntad. Agrademos que Richard continúe como fideicomisario emérito.
En otoño de 1959 Richard Keeler, recientemente elegido por sus compañeros gobernador del Oklahoma Boys State (un proyecto de capacitación de líderes), dejó Bartlesville (Oklahoma) y siguió las huellas de varios miembros de la familia hasta la universidad de Kansas. Como sus parientes antes que él, Richard se unió a la fraternidad Sigma Chi, donde conoció a otro nuevo miembro, Vern Grimsley.
Vern había asistido recientemente a una clase de Meredith Sprunger. Al final de la clase Vern preguntó a Meredith si tenía alguna sugerencia como lectura para el verano. Meredith escribió «El libro de Urantia» en la pizarra pero no hizo ningún comentario. A Vern le cautivó el libro y muy pronto habló de él a otros hermanos de la fraternidad, entre los que estaba Richard. Todos leían el libro y conversaban sobre él, y algunos se quedaron enganchados de por vida.
Al cabo de unos años Richard viajó a Chicago para visitar la Fundación Urantia en el 533 W. Diversey Parkway y conoció al Dr. William Sadler, a E.L. Christensen (Christy) y a otros. Fue aceptado inmediatamente en este grupo de primeros lectores y supo de la historia y cultura de las dos organizaciones que se habían establecido inicialmente para diseminar El libro de Urantia y sus enseñanzas: la Fundación Urantia y la Urantia Brotherhood.
Uno de los documentos que Richard leyó durante estos primeros años fue el Mandato de Publicación. Una de las frases que captó su atención fue: «Pero la publicación del libro no se ha pospuesto hasta esa (hipotética) fecha futura. Se ha provisto una publicación temprana del libro con el fin de que esté disponible para capacitar a líderes e instructores. También es necesario que el libro esté presente para llamar la atención de las personas con medios económicos que puedan así proporcionar fondos para traducir el libro a otros idiomas».
Llegados a este punto nuestro joven estudiante universitario decidió que su misión en la vida sería asegurar los fondos para garantizar las traducciones, la publicación y la distribución de El libro de Urantia en el futuro. Se convirtió en un agente de éxito de materias primas y donó dinero a la Fundación Urantia con ese fin. Fue generoso de maneras que fueron mucho más allá del apoyo económico.
En 1989 Richard aceptó el honor y la responsabilidad de servir en la junta de fideicomisarios. Durante su mandato fue entre otras cosas tesorero y presidente de la junta durante seis años. Sirvió también en los comités de Relaciones Públicas, Recaudación de Fondos, Finanzas, Compensaciones y Traducciones. En cierto momento, cuando las circunstancias así lo exigieron, incluso se mudó a Chicago durante varios meses y sirvió como director ejecutivo.
Richard viajó extensamente para expandir las actividades de la Fundación Urantia. Conoció a innumerables lectores de El libro de Urantia de todo el mundo, creó proyectos de traducción en tantos idiomas como fue posible, mantuvo el texto impreso en todo momento y afianzó la estabilidad económica de la Fundación, a menudo de su bolsillo. Quizá lo más importante es que se comprometió a promover la unidad espiritual mientras mantenía vivos los esfuerzos y proyectos de la Fundación Urantia.
Quizá sepan que, debido a problemas de salud, Richard ha dimitido de sus tareas como fideicomisario para servir como fideicomisario emérito. Su entrega a la revelación Urantia, que queda demostrada por su trabajo en la Fundación Urantia, se ha hecho legendaria. Richard dio generosamente su amor, su tiempo y su dinero a la misión de sembrar El libro de Urantia y sus enseñanzas por todo el mundo.
Richard, ¡gracias por todo lo que has dado y por quién eres! ¡Sobre todo por lo que nos has hecho reír, bailar y acompañar tus famosas canciones con el banjo!
Esta declaración de cuando Richard era presidente de la Fundación representa la manera en la que él servía: «Que nos unamos con nuestro Padre celestial, nuestro Hijo Creador, nuestros hermanos y hermanas (visibles e invisibles) para participar en cooperación paciente y servicio desinteresado en nuestro joven movimiento. Que estemos todos tan saturados con el amor, la verdad y la bondad de Dios que todas las personas que contacten con nosotros sepan por nuestro comportamiento que somos buscadores de la verdad y exploradores espirituales dedicados a la tarea sublime de hacer la voluntad de nuestro Padre celestial».
¡Amén!
Richard, ¡gracias por todo lo que has dado y por quién eres!
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