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Sobre el libre albedrío | Volumen 9 - No. 1 — Índice | ¿Qué se espera de los lectores de El libro de Urantia? |
No es posible que el Espíritu pueda tener más bondad que el Padre, ya que toda bondad tiene su origen en el Padre, pero en los actos del Espíritu podemos comprender mejor tal bondad.
«¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino Dios.» (LU 196:2.2 )
El Jesús humano vio a Dios como santo, justo y grande, así como verdadero, hermoso y bueno. Todos estos atributos de la divinidad los enfocó en su mente como la «voluntad del Padre que está en los cielos». El Dios de Jesús era al mismo tiempo «El Santo de Israel» y «El Padre viviente y amoroso que está en los cielos».
El bien, como la verdad, es siempre relativo y el mal contrastado.
En su verdadera esencia, la religión es fe-confianza en la bondad de Dios. Dios podría ser grande y absoluto, de alguna manera incluso inteligente y personal, en filosofía, pero en religión Dios también debe ser moral; el debe ser bueno El hombre puede temer a un gran Dios, pero confía y ama solo a un Dios bueno. Esta bondad de Dios es parte de la personalidad de Dios, y su plena revelación aparece sólo en la experiencia religiosa personal de los hijos creyentes de Dios.
Dios no puede crear círculos cuadrados o producir el mal que es inherentemente bueno. Dios no puede hacer lo que no es divino.
Todo lo bueno desciende del Padre de la luz, en quien no hay mudanza ni sombra de cambio.
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