© 1950 William S. Sadler Jr.
© 2003 Antonio Moya, traducción
© 2024 Asociación Urantia de España
Transcripción de una charla grabada de Bill Sadler a un grupo de estudio.
Si examináis a fondo el documento «la Deidad y la Realidad», tendréis la mejor discusión sobre los documentos de Urantia.
Cuando pienso en la Deidad estática, pienso en un huevo frito. Éste es el YO SOY. Los potenciales aún no se han diferenciado de las manifestaciones. Tal como el documento lo describe, éste es el hipotético momento estático de la eternidad. Éste es el lenguaje que utilizan en la referencia que os di.
Pero los documentos no dan por válido lo que los filósofos y los metafísicos llaman monismo, que no es un huevo frito, sino un huevo revuelto. Hay una gran diferencia.
En un huevo revuelto tenéis una unidad, ¿no es cierto? Pero en un huevo frito tenéis un núcleo y un citoplasma. El núcleo es la parte amarilla; el citoplasma es la blanca. Siempre, incluso en el hipotético momento estático, en el principio de los principios (antes del principio de los principios) siempre estuvo allí la posibilidad del libre albedrío.
Cuando diferenciáis los potenciales de las manifestaciones ¿tengo que utilizar otra vez unos símbolos realmente infantiles para llegar a comprenderlo? ¿Sabéis lo que sucedió? La yema se apartó de la clara. ¿Cuántos de vosotros han separado la yema de la clara?
(Risas entre el público)
La yema se alejó de la clara. Ésta es la creación, la existenciación, la aparición, de la posibilidad. Algo sucedió. Y, por supuesto, en el instante en que la yema se apartó de la clara, ya no tenéis dos realidades, tenéis tres realidades.
Tenéis la clara, tenéis la yema, y además tenéis la relación entre la clara y la yema. ¿No sirve de ayuda el huevo frito? Quiero decir que no podéis tener miedo del concepto de un huevo frito, ¿verdad?
(Risas entre el público)
(Público): Seguro que no…
(Interrupción en el cassette)
La yema se apartó de la situación estática. Al apartarse así, la yema demostró tener voluntad, y también se modificó a sí misma. Tomó una nueva posición. La clara nunca se movió, ¿verdad? Y nunca se modificó. De ahí que esté inmodificada. Y puesto que estamos tratando con realidades absolutas, creo que aquí se encuentra la derivación genética del término «Absoluto Incalificado o Inmodificado»
Inmodificado porque nunca se movió. Y, en este punto, la clara se convirtió en un ello, porque los potenciales personales estaban en la yema. Cuando ustedes retiran la yema de la clara, le quitáis todas las cualidades de deidad y de personalidad. De ahora en adelante, lo inmodificado es «ello», no él.
La yema (¿qué nombre le daremos a la yema?) Me gusta el término Absoluto Calificado o Modificado. Lo utilizan en los documentos con poca frecuencia.
¿Y qué nombre le damos a la relación entre la clara y la yema? Los documentos nos dan el nombre: Absoluto Universal, cuya función es interrelacionar las tensiones, las relaciones, entre el Absoluto Calificado y el Absoluto Incalificado.
Y aquí está el comienzo de la separación entre la Deidad y la no-Deidad. El Absoluto Incalificado es la realidad estática menos todo lo que sea Deidad. El Absoluto Calificado contiene dentro de sí mismo las semillas de la manifestación de la Deidad.
La voluntad es inherente a la yema. La reacción es inherente a la clara, al citoplasma, al Absoluto Incalificado.
¿Sabéis? Una de las críticas más sagaces al libro del Génesis la escribió un antiguo teólogo zoroastriano. Se encuentra en los textos Pehlevi. Y este antiguo persa, zoroastriano, y por supuesto premahometano, dice: «Esta historia de la creación es para los pájaros. Dios no estaba solo, porque cuando ordenó que sucediera algo, eso significa que también estaba presente alguien que obedeciera las órdenes».
¿Qué os parece? Creo que es una definición bastante buena del Absoluto Incalificado. Cuando la Deidad habla con voz absoluta, las órdenes son obedecidas por el Absoluto Incalificado.
O, por decirlo de otra manera, cuando la Deidad total toma rapé, el Absoluto Incalificado estornuda.
Traducido del inglés por Antonio Moya.
Junio de 2003