«Una nota agradable». Esta historia la contó el Maestro en Jetavana, sobre un hermano con muchas pertenencias. El incidente es idéntico al del Devadhamma-jātaka supra [1].
«¿Es cierto, hermano?», preguntó el Maestro, «¿que tienes tantas pertenencias?». «Sí, señor». «¿Por qué has llegado a tener tantas?». Sin escuchar más allá de esto, el Hermano se arrancó toda la ropa y se quedó completamente desnudo ante el Maestro, gritando: «¡Así andaré!». «¡Ay, qué asco!», exclamaron todos. El hombre huyó y regresó al estado inferior de laico. Reunidos en el Salón de la Verdad, los Hermanos hablaron de su incorrección al comportarse de esa manera delante del Maestro. Entró el Maestro y preguntó cuál era el tema de discusión en el cónclave. «Señor», fue la respuesta, «estábamos discutiendo la impropiedad de ese Hermano, y diciendo que en su presencia y delante de las cuatro clases de sus seguidores [2] había perdido tanto el sentido de la vergüenza como para estar allí completamente desnudo como un niño de pueblo, y que, al verse aborrecido por todos, recayó en el estado inferior y perdió la fe».
Dijo el Maestro: «Hermanos, esta no es la única pérdida que su desvergüenza le ha causado; pues en tiempos pasados perdió la joya de su esposa, así como ahora ha perdido la joya de la fe». Y diciendo esto, contó esta historia del pasado.
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[207] Érase una vez, en el primer ciclo de la historia del mundo, los cuadrúpedos eligieron al León como rey, los peces al pez monstruo Ānanda, y las aves al Ánade Dorado [3]. El Rey Ánade Dorado tenía una hermosa hija, y su regio padre le concedió cualquier favor que pidiera. El favor que pidió fue poder elegir esposo; y el rey, cumpliendo su promesa, reunió a todas las aves del Himalaya. Acudieron aves de todo tipo: cisnes, pavos reales y otras aves; y se congregaron en una gran meseta de roca desnuda. Entonces el rey mandó llamar a su hija y le ordenó que fuera a elegir un esposo a su gusto. Mientras observaba la multitud de aves, su mirada se posó en el pavo real, con su cuello enjoyado y su cola de variados tonos; y lo eligió, diciendo: «Que este sea mi esposo». Entonces la asamblea de aves se acercó al pavo real y le dijo: «Amigo pavo real, esta princesa, al elegir a su esposo entre todas estas aves, te ha elegido a ti».
Llevado por su extrema alegría, el pavo real exclamó: «Hasta este día nunca has visto lo activo que soy»; y desafiando toda decencia, extendió sus alas y comenzó a bailar; y al bailar se expuso.
Avergonzado, el rey Ánade Dorado dijo: «Este hombre no tiene modestia en su corazón ni decencia en su comportamiento exterior; de ninguna manera entregaré a mi hija a un desvergonzado como él». Y allí, en medio de toda aquella asamblea de pájaros, repitió esta estrofa:
Una nota agradable es tuya, una hermosa espalda,
Un cuello en tono como el lapislázuli;
Tus plumas extendidas alcanzan una longitud de una braza.
Con todo, tu baile te hace perder, hijo mío.
Ante la concurrencia, el Rey Ánade Real entregó a su hija a un joven ánade real, sobrino suyo. Avergonzado por la pérdida de la princesa ánade real, el pavo real se alzó del lugar y huyó. Y el Rey Ánade Real también regresó a su morada.
«Así, hermanos», dijo el Maestro, «esta no es la única vez que su falta de modestia le ha causado pérdida; así como ahora le ha hecho perder la joya de la fe, en tiempos pasados le hizo perder la joya de su esposa». Al terminar esta lección, mostró la conexión e identificó el Nacimiento diciendo:
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«El Hermano con tantas pertenencias era el pavo real de aquellos días, y yo mismo, el ánade real.»
Nota. Véase la Lámina XXVII (11) de la Estupa de Bharhut (donde se representa un fragmento de una talla de esta historia), el Pañca-Tantra de Benfey, I, pág. 280, y los Sagewiss Studien de Hahn, pág. 69. Cf. también Heródoto, VI, 129.