Creo en el Espíritu Santo; en la santa Iglesia cristiana, en la comunión de los santos; en el perdón de los pecados; en la resurrección de la carne; y en la vida eterna. Amén.
Como ya he dicho, este artículo se relaciona mejor con la santificación, pues mediante ella se declara y describe al Espíritu Santo, con su oficio de santificar. Por lo tanto, debemos basarnos en la palabra Espíritu Santo, pues es tan precisa y completa que no encontramos otra. Además, se mencionan muchas clases de espíritus en las Sagradas Escrituras, como el espíritu humano, los espíritus celestiales y los espíritus malignos. Pero solo el Espíritu de Dios se llama Espíritu Santo, es decir, aquel que nos ha santificado y aún nos santifica. Pues así como el Padre es llamado Creador, el Hijo Redentor, así también el Espíritu Santo, por su obra, debe ser llamado Santificador, o Aquel que santifica. Pero ¿cómo se realiza esta santificación? Respuesta: Así como el Hijo obtiene el dominio, por medio del cual nos gana, a través de su nacimiento, muerte, resurrección, etc., así también el Espíritu Santo efectúa nuestra santificación por las siguientes partes, a saber, por la comunión de los santos o la Iglesia cristiana, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna; es decir, primero nos conduce a su santa congregación, y nos coloca en el seno de la Iglesia, por donde nos predica y nos lleva a Cristo.
Porque ni tú ni yo podríamos saber nada de Cristo, ni creer en Él, ni obtenerlo como nuestro Señor, a menos que nos fuera ofrecido y concedido a nuestros corazones por el Espíritu Santo mediante la predicación del Evangelio. La obra está hecha y consumada; pues Cristo adquirió y obtuvo el tesoro para nosotros mediante su sufrimiento, muerte, resurrección, etc. Pero si la obra permaneciera oculta, de modo que nadie la conociera, sería en vano y se perdería. Para que este tesoro, por lo tanto, no permaneciera enterrado, sino que fuera apropiado y disfrutado, Dios ha hecho que la Palabra se propague y se proclame, en la cual da el Espíritu Santo para traer este tesoro a casa y apropiárnoslo. Por lo tanto, santificar no es otra cosa que acercarnos a Cristo para recibir este bien, que no podríamos alcanzar por nosotros mismos.
Aprende, entonces, a comprender este artículo con la mayor claridad. Si te preguntan: ¿Qué quieres decir con las palabras “Creo en el Espíritu Santo”?, puedes responder: “Creo que el Espíritu Santo me santifica, como su nombre lo indica”. Pero ¿cómo logra esto, o cuáles son sus métodos y medios para lograrlo? Respuesta: Por la Iglesia cristiana, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Porque, en primer lugar, Él tiene una congregación peculiar en el mundo, que es la madre que engendra y da a luz a cada cristiano mediante la Palabra de Dios, que Él revela y predica, y mediante la cual ilumina y enciende los corazones para que la comprendan, la acepten, se aferren a ella y perseveren en ella.
Porque donde Él no la predica y la hace vivificante en el corazón, para que se comprenda, se pierde, como ocurrió bajo el papado, donde la fe fue relegada por completo a un segundo plano, y nadie reconoció a Cristo como su Señor ni al Espíritu Santo como su Santificador; es decir, nadie creyó que Cristo es nuestro Señor en el sentido de que adquirió este tesoro para nosotros, sin nuestras obras ni méritos, y nos hizo aceptables al Padre. ¿Qué faltaba, entonces? Que el Espíritu Santo no estaba allí para revelarla y predicarla; sino que había hombres y espíritus malignos que nos enseñaron a obtener la gracia y ser salvos por nuestras obras. Por lo tanto, tampoco es una Iglesia cristiana; pues donde no se predica a Cristo, no hay Espíritu Santo que cree, llame y congregue a la Iglesia cristiana, sin la cual nadie puede venir a Cristo el Señor. Con esto basta para resumir este artículo. Pero como las partes aquí enumeradas no son del todo claras para los ingenuos, las repasaremos también.
El Credo denomina a la santa Iglesia cristiana, communionem sanctorum, una comunión de santos; pues ambas expresiones, tomadas en conjunto, son idénticas. Pero anteriormente la primera expresión no existía, y se ha traducido de forma deficiente e ininteligible al alemán como eine Gemeinschaft der Heiligen, una comunión de santos. Para traducirlo con claridad, debe expresarse de forma muy diferente en el idioma alemán; pues la palabra ecclesia significa propiamente en alemán eine Versammlung, una asamblea. Pero estamos acostumbrados a la palabra iglesia, por la cual los simples no entienden una multitud reunida, sino la casa o edificio consagrado, aunque la casa no debería llamarse iglesia, salvo por el simple hecho de que la multitud se reúne allí. Pues quienes nos reunimos allí, nos hacemos y elegimos un lugar particular, y le damos un nombre a la casa según la asamblea.
Así, la palabra Kirche (iglesia) no significa en realidad otra cosa que una asamblea común y no es alemana por su origen idiomático, sino griega (como también lo es la palabra ecclesia); pues en su propio idioma la llaman kyria, como en latín se llama curia. Por lo tanto, en alemán genuino, en nuestra lengua materna, debería llamarse congregación o asamblea cristiana (eine christliche Gemeinde oder Sammlung), o, mejor aún, y con mayor claridad, santa cristiandad (eine heilige Christenheit).
Así también, la palabra communio, que se añade, no debería traducirse como comunión (Gemeinschaft), sino como congregación (Gemeinde). Y no es más que una interpretación o explicación con la que alguien quiso explicar qué es la Iglesia cristiana. Esto lo han traducido nuestros compatriotas, que no entendían ni latín ni alemán, Gemeinschaft der Heiligen (comunión de los santos), aunque ninguna lengua alemana lo expresa ni lo entiende así. Pero para hablar correctamente en alemán, debería ser eine Gemeinde der Heiligen (una congregación de santos), es decir, una congregación compuesta exclusivamente por santos, o, dicho más claramente, eine heilige Gemeinde, una congregación santa. Digo esto para que se entiendan las palabras Gemeinschaft der Heiligen (comunión de los santos), porque la expresión se ha establecido de tal manera por la costumbre que no se puede erradicar, y se trata casi como herejía si uno intenta cambiar una palabra.
Pero este es el significado y la esencia de esta adición: Creo que existe en la tierra un pequeño grupo santo y una congregación de santos puros, bajo una sola cabeza, Cristo, convocados por el Espíritu Santo en una sola fe, una sola mente y entendimiento, con múltiples dones, pero unidos en amor, sin sectas ni cismas. También soy parte y miembro de la misma, partícipe y copropietario de todos los bienes que posee, traídos a ella e incorporados a ella por el Espíritu Santo al haber escuchado y seguir escuchando la Palabra de Dios, que es el comienzo para entrar en ella. Porque antes, antes de llegar a esto, éramos completamente del diablo, sin saber nada de Dios ni de Cristo. Así, hasta el último día, el Espíritu Santo mora con la santa congregación o cristiandad, mediante la cual nos lleva a Cristo y la emplea para enseñarnos y predicarnos la Palabra, mediante la cual obra y promueve la santificación, haciendo que esta comunidad crezca y se fortalezca diariamente en la fe y los frutos que Él produce.
Creemos además que en esta Iglesia cristiana tenemos perdón de pecados, el cual se obra mediante los santos Sacramentos y la absolución, además de mediante toda clase de promesas consoladoras de todo el Evangelio. Por lo tanto, todo lo que se predica sobre los Sacramentos pertenece aquí, y, en resumen, todo el Evangelio y todos los oficios del cristianismo, que también deben ser predicados y enseñados sin cesar. Porque aunque la gracia de Dios se obtiene por medio de Cristo, y la santificación se obra por el Espíritu Santo mediante la Palabra de Dios en la unidad de la Iglesia cristiana, sin embargo, debido a nuestra carne que llevamos con nosotros, nunca estamos libres de pecado.
Por lo tanto, todo en la Iglesia cristiana está ordenado para que diariamente obtengamos allí solo el perdón de los pecados mediante la Palabra y las señales, para consolar y animar nuestras conciencias mientras vivamos aquí. Así, aunque tengamos pecados, la gracia del Espíritu Santo no permite que nos dañen, porque estamos en la Iglesia cristiana, donde solo hay perdón continuo e ininterrumpido de los pecados, tanto en que Dios nos perdona como en que nos perdonamos, nos soportamos y nos ayudamos mutuamente.
Pero fuera de esta Iglesia cristiana, donde no está el Evangelio, no hay perdón, como tampoco puede haber santidad [santificación]. Por lo tanto, todos los que buscan y desean merecer la santidad [santificación], no por el Evangelio y el perdón de los pecados, sino por sus obras, se han alejado de esta Iglesia.
Mientras tanto, aunque la santificación ha comenzado y crece día a día, esperamos que nuestra carne sea destruida y sepultada con toda su impureza, y que resurja gloriosamente, alcanzando una santidad completa y perfecta en una nueva vida eterna. Porque ahora somos solo medio puros y santos, de modo que el Espíritu Santo tiene siempre [alguna razón para] continuar su obra en nosotros a través de la Palabra y dispensar perdón diariamente, hasta que alcancemos esa vida donde ya no habrá perdón, sino solo personas perfectamente puras y santas, llenas de piedad y justicia, libres del pecado, la muerte y todo mal, en un cuerpo nuevo, inmortal y glorificado.
He aquí, todo esto será el oficio y la obra del Espíritu Santo: Él comenzará y aumentará diariamente la santidad en la tierra mediante estas dos cosas: la Iglesia cristiana y el perdón de los pecados. Pero en nuestra disolución, Él lo completará por completo en un instante, y nos preservará para siempre en ella mediante las dos últimas partes.
Pero el término «Aufrstehung des Fleisches» (resurrección de la carne) empleado aquí no se ajusta al buen idioma alemán. Pues cuando los alemanes oímos la palabra «Fleisch» (carne), no pensamos más allá del destrozo. Pero en buen idioma alemán diríamos «Aufrstehung des Leibes» o «Leichnams» (resurrección del cuerpo). Sin embargo, no es un asunto de gran importancia, si tan solo entendemos las palabras correctamente.
Este es, pues, el artículo que debe estar y permanecer siempre vigente. Porque hemos recibido la creación; la redención también ha terminado. Pero el Espíritu Santo continúa su obra sin cesar hasta el último día. Y para ello ha designado una congregación en la tierra mediante la cual habla y hace todo. Pues aún no ha reunido a toda su Iglesia cristiana ni ha dispensado el perdón. Por tanto, creemos en Aquel que, mediante la Palabra, nos introduce diariamente en la comunión de esta Iglesia cristiana, y mediante la misma Palabra y el perdón de los pecados, otorga, aumenta y fortalece la fe para que, cuando Él lo haya consumado todo, y permanezcamos en ella, y muramos al mundo y a todo mal, Él finalmente nos haga perfectos y eternos santos; lo cual ahora esperamos con fe mediante la Palabra.
Mira, aquí tienes toda la esencia, voluntad y obra divinas, descritas de la manera más exquisita en palabras breves pero ricas, donde reside toda nuestra sabiduría, que supera y excede la sabiduría, la mente y la razón de todos los hombres. Pues aunque el mundo entero se ha esforzado con diligencia por determinar qué es Dios, qué tiene en mente y qué hace, nunca ha podido alcanzar [el conocimiento y la comprensión de] ninguna de estas cosas. Pero aquí lo tenemos todo en su máxima expresión; pues aquí, en los tres artículos, Él mismo ha revelado y abierto el abismo más profundo de su corazón paternal y de su puro e inefable amor. Pues nos ha creado precisamente para este fin: para redimirnos y santificarnos; y además de darnos e impartirnos todo en el cielo y en la tierra, nos ha dado incluso a su Hijo y al Espíritu Santo, por medio de los cuales nos acercamos a Él. Pues (como se explicó anteriormente) jamás podríamos alcanzar el conocimiento de la gracia y el favor del Padre sino por medio de Cristo, el Señor, quien es un espejo del corazón paternal, fuera del cual no vemos nada más que un Juez airado y terrible. Pero de Cristo tampoco podríamos saber nada, a menos que nos lo hubiera revelado el Espíritu Santo.
Estos artículos del Credo, por lo tanto, nos dividen y separan a los cristianos de todas las demás personas de la tierra. Porque todos los que no pertenecen al cristianismo, ya sean paganos, turcos, judíos, falsos cristianos e hipócritas, aunque creen y adoran a un solo Dios verdadero, desconocen su voluntad hacia ellos y no pueden esperar de Él amor ni bendición alguna; por lo tanto, permanecen en la ira y la condenación eternas. Porque no tienen a Cristo el Señor y, además, no están iluminados ni favorecidos por ningún don del Espíritu Santo.
De esto se desprende que el Credo es una doctrina muy diferente de los Diez Mandamientos; pues este último enseña, en efecto, lo que debemos hacer, mientras que el primero nos dice lo que Dios hace por nosotros y nos da. Además, aparte de esto, los Diez Mandamientos están escritos en el corazón de todos los hombres; el Credo, sin embargo, ninguna sabiduría humana puede comprenderlo, sino que debe ser enseñado únicamente por el Espíritu Santo. Esta última doctrina [de la Ley] no nos hace cristianos, pues la ira y el desagrado de Dios aún persisten sobre nosotros, porque no podemos cumplir lo que Dios nos exige; pero esta [es decir, la doctrina de la fe] nos trae pura gracia y nos hace piadosos y aceptables a Dios. Pues mediante este conocimiento obtenemos amor y deleite en todos los mandamientos de Dios, porque aquí vemos que Dios se entrega por completo a nosotros, con todo lo que tiene y puede hacer, para ayudarnos y guiarnos en el cumplimiento de los Diez Mandamientos: el Padre, todas las criaturas; el Hijo, toda su obra; y el Espíritu Santo, todos sus dones.
Que esto baste respecto al Credo para sentar las bases para los sencillos, a fin de que no se sientan agobiados, de modo que, si comprenden la esencia, ellos mismos puedan después esforzarse por aprender más y por referir a estas partes todo lo que aprendan de las Escrituras, y así crecer y enriquecer cada vez más su comprensión. Mientras vivamos aquí, tendremos suficiente trabajo cada día para predicar y aprender esto.