1 Y aconteció que cuando terminé de pronunciar las palabras de esta oración, me senté allí debajo de un árbol para descansar a la sombra de las ramas.
2 Y quedé maravillado y asombrado, y reflexioné en mis pensamientos acerca de la multitud de bienes que los pecadores que están sobre la tierra han rechazado, y acerca del gran tormento que han despreciado, aunque sabían que serían atormentados por causa de el pecado que habían cometido. Y cuando estaba pensando en estas cosas y cosas semejantes, ¡he aquí! Me fue enviado el ángel Ramiel que preside las visiones verdaderas, y me dijo:
3 [...]
4 «¿Por qué te angustia el corazón, Baruc,
y ¿por qué te perturba tu pensamiento?
5 Porque si por el informe que habéis oído sólo de sentencia os conmueves,
¿Qué serás cuando lo veas claramente con tus ojos?
6 Y si con la esperanza con que esperáis el día del Poderoso estáis tan abrumados,
¿Qué (serás) cuando llegues a su advenimiento?
7 Y si al escuchar la noticia del castigo de los que han obrado neciamente os sentís tan perturbados,
¿Cuánto más cuando el evento revelará cosas maravillosas?
8 Y si oísteis noticias de los bienes y de los males que se avecinan entonces y os entristecéis,
¿Qué (serás) cuando veas lo que la majestad revelará, Que convencerá a estos y hará que aquellos se regocijen?