1 Entonces tuve un sueño y he aquí que subía del mar un águila que tenía doce alas emplumadas y tres cabezas.
2 Y miré, y he aquí, ella extendió sus alas sobre toda la tierra, y todos los vientos del aire soplaron sobre ella y se juntaron.
3 Y miré, y de sus plumas nacieron otras plumas contrarias; y se convirtieron en plumas pequeñas y pequeñas.
4 Pero sus cabezas estaban en reposo: la cabeza en medio era más grande que la otra, pero reposaba con el resto.
5 Y miré, y he aquí, el águila volaba con sus plumas y reinaba sobre la tierra y sobre los que en ella habitaban.
6 Y vi que todas las cosas bajo el cielo estaban sujetas a ella, y ningún hombre hablaba contra ella, ni siquiera una sola criatura sobre la tierra.
7 Y miré, y he aquí, el águila se levantó sobre sus garras y habló a sus plumas, diciendo:
8 No veléis todos a la vez: duerme cada uno en su lugar y velad por turno:
9 Pero que las cabezas se conserven para el final.
10 Y miré, y he aquí, la voz no salía de su cabeza, sino de en medio de su cuerpo.
11 Y conté sus plumas contrarias, y he aquí, eran ocho.
12 Y miré, y he aquí, a la derecha se levantaba una pluma y reinaba sobre toda la tierra;
13 Y sucedió que cuando reinó, llegó su fin y su lugar desapareció: así se levantó el siguiente y reinó, y la pasó muy bien;
14 Y aconteció que cuando reinó, vino también su fin, como el primero, de modo que no apareció más.
15 Entonces llegó una voz que decía:
16 Oye tú, que has gobernado la tierra durante tanto tiempo: esto te digo, antes de que comiences a no aparecer más:
17 Nadie después de ti alcanzará tu tiempo, ni la mitad de él.
18 Entonces se levantó el tercero y reinó como el otro antes, y tampoco apareció más.
19 Así sucedió con todos los demás, uno tras otro, de modo que cada uno reinó y luego no apareció más.
20 Entonces miré, y he aquí, con el tiempo las plumas que seguían se levantaron hacia el lado derecho, para poder también gobernar; y algunos de ellos gobernaron, pero al cabo de un tiempo ya no aparecieron:
21 Porque algunos de ellos fueron establecidos, pero no gobernaron.
22 Después de esto miré, y he aquí, ya no aparecieron las doce plumas, ni las dos plumitas:
23 Y sobre el cuerpo del águila ya no había más que tres cabezas que descansaban y seis alitas.
24 Entonces vi también que dos plumitas se separaban de las seis y quedaban debajo de la cabeza que estaba al lado derecho; porque las cuatro continuaban en su lugar.
25 Y miré, y he aquí, las plumas que estaban debajo del ala pensaron levantarse y dominar.
26 Y miré, y he aquí que había uno colocado, pero al poco tiempo ya no apareció.
27 Y el segundo estaba más cerca que el primero.
28 Y miré, y he aquí, los dos que quedaban pensaban también reinar en sí mismos.
29 Y cuando pensaban así, he aquí, una de las cabezas que estaban en reposo, es decir, la que estaba en medio, se despertó; porque ésta era mayor que las otras dos cabezas.
30 Y entonces vi que las otras dos cabezas estaban unidas a él.
31 Y he aquí, la cabeza se volvió con los que estaban con ella y se comió las dos plumas debajo del ala que habría de reinar.
32 Pero este jefe infundió temor a toda la tierra y ejerció dominio sobre todos los que habitaban la tierra con mucha opresión; y tenía el gobierno del mundo más que todas las alas que habían existido.
33 Y después de esto miré, y he aquí, la cabeza que estaba en medio de repente dejó de aparecer como las alas.
34 Pero quedaron las dos cabezas, que también gobernaban sobre la tierra y sobre los que en ella habitaban.
35 Y miré, y he aquí, la cabeza del lado derecho devoró a la que estaba del lado izquierdo.
36 Entonces oí una voz que me dijo: Mira delante de ti y considera lo que ves.
37 Y miré, y he aquí, como un león rugiente perseguido fuera del bosque; y vi que envió una voz de hombre al águila, y dijo:
38 Oye, hablaré contigo y el Altísimo te dirá:
39 ¿No eres tú el que queda de las cuatro bestias, a quienes hice reinar en mi mundo, para que por medio de ellas llegue el fin de sus tiempos?
40 Y vino el cuarto, y venció a todas las bestias que habían pasado, y tuvo poder sobre el mundo con gran pavor, y sobre toda la extensión de la tierra con gran opresión perversa; y por tanto tiempo habitó sobre la tierra con engaño.
41 Porque no has juzgado la tierra con verdad.
42 Porque afligiste a los humildes, heriste a los pacíficos, amaste a los mentirosos, destruiste las moradas de los que daban fruto y derribaste los muros de los que no te hacían daño.
43 Por eso tu maldad ha subido al Altísimo, y tu orgullo al Poderoso.
44 El Altísimo también miró los tiempos de soberbia, y he aquí, han llegado a su fin y sus abominaciones se han cumplido.
45 Por tanto, no aparezcas más, águila, ni tus horribles alas, ni tus malvadas plumas, ni tus maliciosas cabezas, ni tus dañinas garras, ni todo tu vano cuerpo.
46 Para que toda la tierra se renueve y vuelva, libre de tu violencia, y pueda esperar el juicio y la misericordia de aquel que la hizo.