Un relato del comienzo del poder de los romanos y de la ampliación de su imperio.
1 En el mismo tiempo del que hemos hablado, los asuntos de los romanos comenzaron a ser exaltados, para que el Dios grande y bueno cumpliera lo que el profeta Daniel (la paz sea con él) había predicho acerca del cuarto imperio.
2 Había también en aquella época en África un rey muy generoso, cuyo nombre era Aníbal. Y la sede real de su imperio era Cartago. Decidió tomar posesión del reino de los romanos:
3 por lo que se unieron para oponerse a él; y se multiplicaron las guerras entre ellos, de modo que pelearon dieciocho? batallas en el espacio de diez años; y no pudieron expulsarlo de su país, a causa de su innumerable ejército y pueblo.
4 Por lo tanto, decidieron reunir una gran fuerza seleccionada entre sus tropas y ejércitos más valientes, y atacar a Aníbal en la guerra, y perseverar hasta que pudieran alejar sus fuerzas de ellos.
5 Lo cual verdaderamente hicieron: y pusieron al frente de sus ejércitos a dos hombres muy ilustres; el nombre de uno era Aimilius, y el del otro Varro.
6 Quien, al encontrarse con Aníbal, se comprometió con él; y fueron muertos de su ejército noventa mil hombres; y del ejército de Aníbal murieron cuarenta mil hombres.
7 Pero Varrón huyó a una ciudad muy grande y fuerte llamada Venusia; Aníbal no lo persiguió; pero marchó a Roma para tomarla y quedarse allí.
8 Así que permaneció allí ocho días y comenzó a construir casas frente a él;
9 Lo cual, cuando los ciudadanos lo vieron, deliberaron sobre hacer paz y tratado con él y entregarle el país.
10 Había entre ellos un joven llamado Escipión (porque en aquel tiempo los romanos no tenían rey, y toda la administración de sus asuntos estaba encomendada a trescientos veinte hombres, los cuales presidía una persona que era llamado mayor o anciano.)
11 Entonces Escipión se acercó a ellos y los convenció de que no confiaran en Aníbal ni se sometieran a él. A quienes respondieron que no confiaban en él, pero que no podían resistirle.
12 A quien dijo; El país de África está totalmente desprovisto de soldados, porque todos están aquí con Aníbal: dame, pues, una tropa de hombres escogidos, para que pueda ir a África.
13 y haré tales hazañas en él, que cuando le llegue la noticia de ellas, tal vez él os abandone, y os liberéis de él y estéis en paz; y habiendo recuperado y fortalecido vuestros recursos, si Si debe prepararse para regresar, podrás oponerte a él.
14 Y les pareció correcto el consejo de Escipión; y le entregaron treinta mil de sus hombres más valientes.
15 Y se fue a África. Y salió al encuentro Asdrúbal, hermano de Aníbal, y peleó con él; a quien Escipión derrotó, le cortó la cabeza, la tomó con el resto de la presa y regresó a Roma.
16 Y subiendo a la muralla, llamó a Aníbal y le dijo: ¿Cómo podrás prevalecer contra este nuestro país, si no puedes expulsarme de tu propia tierra a la que he ido? la destruiste, y mataste a tu hermano, y le cortaste la cabeza.
17 Entonces le arrojó la cabeza. Lo cual, llevado a Aníbal y reconocido por él, se enfureció y se enojó contra el pueblo, y juró que no partiría hasta haber tomado Roma.
18 Pero los ciudadanos, para apartarlo de ellos y tenerlo bajo control, decidieron enviar a Escipión de regreso para sitiar y atacar a Cartago.
19 Y Escipión regresó con su ejército a África, y acamparon alrededor de Cartago y la sitiaron con un asedio muy activo.
20 Entonces los habitantes escribieron a Aníbal, diciéndole: «Estás codiciando una tierra extranjera, que no sabes si podrás conquistar o no; pero ha llegado a tu propia tierra uno que intenta apoderarse de ella».
21 Por lo tanto, si tardas en venir, le entregaremos el país, y le entregaremos a tu familia, todas tus riquezas y tus tesoros; para que nosotros y nuestra propiedad salgamos ilesos.
22 Cuando le trajeron esta carta, salió de Roma; y se apresuró hasta llegar a África:
23 Escipión avanzó y salió a su encuentro, y libró contra él tres veces encarnizada batalla, y murieron cincuenta mil de sus hombres.
24 Pero Aníbal, puesto en fuga, se retiró a la tierra de Egipto; a quien Escipión persiguió, lo tomó prisionero y regresó a África.
25 Y estando allí, Aníbal desdeñó ser visto por los africanos; por lo que tomó veneno y murió.
26 Y Escipión conquistó el país de África y se apoderó de todos los bienes, servidores y tesoros de Aníbal.
27 De este modo se engrandeció la fama de los romanos y desde entonces comenzó a aumentar su poder.