El relato de la embajada de Hircano a César, pidiendo una renovación del tratado entre ellos; y de la copia del tratado que le envió Hircano.
1 Por lo tanto, Hircano envió embajadores a César con una carta relativa a la renovación del tratado que había entre él y los romanos.
2 Cuando los embajadores de Hircano llegaron a César, éste les ordenó que se sentaran en su presencia; un honor que no había conferido a ninguno de los embajadores de los reyes que solían acudir a él.
3 Además, se mostró bondadoso con ellos, agilizó sus negocios y ordenó que se respondiera a la carta de Hircano; a quien también escribió el tratado, del cual copiamos a continuación.
4 «Desde César, rey de reyes, hasta los príncipes de los romanos que están en Tiro y Sidón, la paz sea con vosotros.
5 Os hago saber que me han traído una carta de Hircano, hijo de Alejandro, ambos reyes de los judíos;
6 de cuya llegada me alegré, por la continua buena voluntad que tanto él como su pueblo declaran tener hacia mí y la nación romana.
7 Y en verdad, con esto he probado la verdad de sus palabras; que antes envió a Antípatro, capitán de los judíos, y su caballería, con mi amigo Mitrídates, a quien atacaron las tropas de Egipto;
8 y salvó de la muerte a Mitrídates, habiendo conquistado para nosotros el país de Egipto y sometiendo a los egipcios a la obediencia de los romanos; también marchó conmigo al país de los persas, sirviendo como voluntario.
9 Por eso ordeno que todos los habitantes de la costa del mar, desde Gaza hasta Sidón, paguen todos los años todos los tributos que nos deben a la casa del gran Dios que está en Jerusalén;
10 excepto los ciudadanos de Sidón; y éstos le paguen, según la designación de su tributo, veinte mil quinientas cincuenta vibras de trigo cada año.
11 También ordeno que Laodicea y sus posesiones, y todo lo que estaba en manos de los reyes de Judá, hasta la orilla del Éufrates;
12 con todos los lugares que los asmoneos ganaron al pasar el Jordán, serán devueltos a Hircano, hijo de Alejandro, rey de Judá.
13 Porque sus padres habían conquistado todas estas cosas con la espada, pero Pompeyo se las había arrebatado injustamente en tiempos de Aristóbulo:
14 y desde ahora y en adelante serán propiedad de Hircano y de los siguientes reyes de Judá.
15 Y este tratado es para mí y para cada uno de los reyes de Roma, mis sucesores: cualquiera que lo rompa, o cualquier parte de él, que Dios lo destruya a espada, y que su casa y su gobierno sean reparados. ¡Desolado y cortado!
16 Y cuando leas esta mi epístola, escríbela con letras grabadas en tablas de bronce, en lengua romana y en sus caracteres, y en lengua griega y en sus caracteres:
17 y colocarán las mesas en los lugares visibles de los templos que están en Tiro y Sidón; para que todos puedan verlos y comprender lo que he designado para «Hircano y los judíos».