1 Hizo otros cinco dioses y me los dio y me ordenó que los vendiera afuera, en la calle de la ciudad. Y ensillé el asno de mi padre, y las puse encima, y fui hacia la venta a venderlas. ¡Y he aquí! Los comerciantes de Fandana en Siria viajaban con camellos hacia Egipto para comerciar. Y hablé con ellos. Y uno de sus camellos lanzó un gemido, y el asno se asustó y saltó y trastornó a los dioses; y tres de ellos fueron destrozados, y dos se conservaron. Y aconteció que cuando los sirios vieron que yo tenía dioses, me dijeron: «¿Por qué no nos dijiste [que tenías dioses? Entonces los habríamos comprado] antes de que el asno oyera el ruido del camello, y no se habrían perdido. Danos, en cualquier caso, los dioses que quedan, y te daremos el precio adecuado por los dioses rotos, también por los dioses que se han conservado. Porque estaba preocupado en mi corazón sobre cómo podría llevarle a mi padre el precio de compra, y los tres rotos los arrojé al agua del río Gur, que estaba en ese lugar, y se hundieron en las profundidades, y no había nada más de ellos.