1 Vi allí la figura del ídolo de los celos, que tenía la forma de una pieza de madera como la que mi padre solía hacer, y su estatua era de bronce reluciente; y delante de ella un hombre, y la adoró; y delante de él un altar, y sobre él un niño inmolado en presencia del ídolo.
2 Pero yo le dije: «¿Qué es este ídolo, o qué es el altar, o quiénes son los que son sacrificados, o quién es el sacrificador? ¿O qué es el templo que veo, que es hermoso en arte, y su belleza (se parece) a la gloria que yace debajo de tu trono?»
3 Y Él dijo: «Oye, Abraham. Esto que ves, el Templo, el altar y la belleza, es mi idea del sacerdocio de mi glorioso Nombre, en el que mora cada oración del hombre, y el surgimiento de reyes y profetas, y cualquier sacrificio que ordeno que se me ofrezca entre mi pueblo que ha de salir de tu generación. Pero la estatua que has visto es mi ira con la que me enoja el pueblo que ha de partir de ti por mí. Pero el hombre a quien viste degollar, ése es el que incita a sacrificios asesinos, de (sic) los cuales son testigo para mí del juicio final, incluso al comienzo de la creación».