1 Y Enoc fue y dijo: «Azazel, no tendrás paz: se ha pronunciado contra ti una sentencia severa para encarcelarte».
2 «Y no se te concederá tolerancia ni petición por la injusticia que has enseñado, y por todas las obras de impiedad, injusticia y pecado que has mostrado a los hombres».
3 Entonces fui y les hablé a todos juntos, y todos tuvieron miedo, y el miedo y el temblor se apoderaron de ellos.
4 Y me rogaron que les redactara una petición para que pudieran encontrar perdón y que leyera su petición en presencia del Señor del cielo.
5 Porque desde entonces no pudieron hablar (con Él) ni alzar los ojos al cielo avergonzados de los pecados por los que habían sido condenados.
6 Luego escribí su petición y la oración en relación con sus espíritus y sus obras individualmente y en relación con sus peticiones para que tuvieran perdón y duración.
7 Y fui y me senté junto a las aguas de Dan, en la tierra de Dan, al sur del oeste de Hermón; leí su petición hasta que me quedé dormido.
8 Y he aquí, tuve un sueño, y cayeron sobre mí visiones, y vi visiones de castigo, y vino una voz que me ordenaba que lo contara a los hijos del cielo y los reprendiera.
9 Y cuando desperté, me acerqué a ellos, y estaban todos sentados juntos, llorando en Abelsjail, que está entre el Líbano y Seneser, con sus rostros cubiertos.
10 Y les conté todas las visiones que había tenido en sueños, y comencé a pronunciar palabras de justicia y a reprender a los Vigilantes celestiales.