1 Y Él respondió y me dijo, y oí su voz: «No temas, Enoc, hombre justo y escriba de justicia: acércate acá y escucha mi voz».
2 «Y ve, di a los Vigilantes del cielo, que te han enviado a interceder por ellos: «Debéis interceder» por los hombres, y no los hombres por vosotros:»
3 «¿Por qué habéis dejado el cielo alto, santo y eterno, y os acostasteis con mujeres, y os contaminasteis con las hijas de los hombres, y tomasteis mujeres, y habéis hecho como los hijos de la tierra, y engendrasteis gigantes (como vuestros) hijos.»
4 «Y aunque erais santos, espirituales y vivíais la vida eterna, os habéis contaminado con sangre de mujeres, y habéis engendrado (hijos) con sangre de carne, y, como hijos de hombres, habéis codiciado carne y sangre, como también hacen los que mueren y perecen».
5 Por eso les he dado también esposas para que las conciban y engendren hijos de ellas, para que así nada les falte en la tierra.
6 «Pero vosotros antes erais espirituales, vivíais la vida eterna y erais inmortales para todas las generaciones del mundo».
7 Por eso no os he designado esposas; porque en cuanto a los espirituales del cielo, en el cielo está su morada».
8 «Y ahora, los gigantes, que son producidos a partir de espíritus y carne, serán llamados espíritus malignos sobre la tierra, y en la tierra será su morada».
9 «De sus cuerpos han salido espíritus malignos; porque nacen de los hombres y de los santos Vigilantes es su principio y origen primordial; serán espíritus malignos en la tierra, y espíritus malignos serán llamados».
10 «[En cuanto a los espíritus del cielo, en el cielo serán su morada, pero en cuanto a los espíritus de la tierra que nacieron sobre la tierra, en la tierra será su morada.]»
11 «Y los espíritus de los gigantes afligen, oprimen, destruyen, atacan, luchan, destruyen la tierra y causan disturbios: no comen, pero sin embargo tienen hambre y sed y causan escándalo».
12 «Y estos espíritus se levantarán contra los hijos de los hombres y contra las mujeres, porque de ellos proceden».