1 Y me dijo: «Enoc, ¿por qué me preguntas sobre la fragancia del árbol y por qué deseas aprender la verdad?»
2 Entonces le respondí diciendo: «Quiero saber de todo, pero especialmente de este árbol».
3 Y él respondió diciendo: «Este monte alto que has visto, cuya cumbre es como el trono de Dios, es Su trono, donde se sentará el Santo Grande, el Señor de la Gloria, el Rey Eterno, cuando Él descenderá a visitar la tierra con bondad».
4 «Y en cuanto a este árbol fragante, a ningún mortal le está permitido tocarlo hasta el gran juicio, cuando Él se vengará de todos y llevará (todo) a su consumación para siempre. Entonces será dada a los justos y santos».
5 «Su fruto será alimento para los elegidos: será trasplantado al lugar santo, al templo del Señor, el Rey Eterno».
6 «Entonces se regocijarán y se alegrarán, y entrarán en el lugar santo; y su fragancia estará en sus huesos, y vivirán una larga vida en la tierra, como vivieron tus padres; y en sus días no los tocará tristeza, ni plaga, ni tormento, ni calamidad».
7 Entonces bendije al Dios de la Gloria, al Rey Eterno, que preparó tales cosas para los justos, las creó y prometió dárselas.