1 Y después de aquellos días en aquel lugar donde había visto todas las visiones de lo oculto —pues había sido arrastrado por un torbellino y me habían llevado hacia el oeste—,
2 Allí mis ojos vieron todas las cosas secretas del cielo que serán: una montaña de hierro, una montaña de cobre, una montaña de plata, una montaña de oro, una montaña de metal blando y una montaña de plomo.
3 Y pregunté al ángel que iba conmigo, diciendo: ¿Qué es esto que he visto en secreto?
4 Y me dijo: «Todas estas cosas que has visto servirán al dominio de Su Ungido para que sea poderoso y poderoso en la tierra».
5 Y aquel ángel de paz respondió, diciéndome: «Espera un poco, y se te revelarán todas las cosas secretas que rodean al Señor de los Espíritus».
6 Y estos montes que han visto tus ojos, el monte de hierro, el monte de cobre, el monte de plata, el monte de oro, el monte de metal blando y el monte de plomo, todos éstos estarán en presencia del Elegido como cera: delante del fuego, y como el agua que corre desde arriba [sobre esas montañas], y quedarán impotentes ante sus pies».
7 «Y sucederá en aquellos días que nadie se salvará, ni con oro ni con plata, y nadie podrá escapar».
8 «Y no habrá hierro para la guerra, ni nadie se vestirá con coraza. El bronce no servirá para nada, y el estaño [no servirá para nada y] no será estimado, y el plomo no será deseable».
9 «Y todas estas cosas serán [negadas y] destruidas de la faz de la tierra, cuando el Elegido aparezca ante la faz del Señor de los Espíritus».