1 Y comencé a hablar la tercera parábola sobre los justos y los elegidos.
2 Bienaventurados vosotros, justos y elegidos, porque gloriosa será vuestra suerte.
3 Y los justos estarán a la luz del sol. Y los elegidos a la luz de la vida eterna: Los días de su vida serán interminables, y los días de los santos innumerables.
4 Y buscarán la luz y encontrarán justicia en el Señor de los espíritus: habrá paz para los justos en el nombre del Señor Eterno.
5 Y después de esto se dirá a los santos en el cielo que busquen los secretos de la justicia, la herencia de la fe: porque se ha vuelto brillante como el sol sobre la tierra, y las tinieblas han pasado.
6 Y habrá una luz que nunca se acaba, y hasta un límite (lit. número) de días no vendrán, porque las tinieblas primero habrán sido destruidas, [y la luz establecida ante el Señor de los espíritus] y la luz de la rectitud establecida para siempre ante el Señor de los espíritus.