1 Y así el Señor ordenó a los reyes, a los poderosos, a los exaltados y a los habitantes de la tierra, y dijo: «Abrid vuestros ojos y alzad vuestros cuernos si podéis reconocer al Elegido». [1]
2 Y el Señor de los espíritus lo sentó en su trono de gloria, y el espíritu de justicia se derramó sobre él, y la palabra de su boca mata a todos los pecadores, y todos los injustos son destruidos delante de él.
3 Y en aquel día se levantarán todos los reyes, los poderosos, los excelsos y los que poseen la tierra, y verán y reconocerán cómo él se sienta en el trono de su gloria, y la justicia es juzgada delante de él. , y ante él no se pronuncia palabra mentirosa.
4 Entonces les sobrevendrá dolor como a la mujer que está de parto, [y tiene dolor al dar a luz] cuando su hijo entra en la boca del vientre, y ella tiene dolor al dar a luz.
5 Y una parte de ellos mirará a la otra, y se aterrorizarán, y se abatirán de rostro, y el dolor se apoderará de ellos, cuando vean al Hijo del Hombre sentado en el trono de su gloria.
6 Y los reyes y los poderosos y todos los poseedores de la tierra bendecirán, glorificarán y ensalzarán al que domina sobre todo, el que estaba escondido.
7 Porque desde el principio el Hijo del Hombre estaba escondido, y el Altísimo lo preservó en presencia de su poder y lo reveló a los elegidos.
8 Y será sembrada la congregación de los elegidos y santos, y todos los elegidos estarán delante de él en aquel día.
9 Y todos los reyes, los poderosos, los exaltados y los que gobiernan la tierra se postrarán ante él sobre sus rostros, y adorarán y pondrán su esperanza en ese Hijo del Hombre, y le suplicarán y suplicarán misericordia de sus manos.
10 Sin embargo, el Señor de los espíritus los presionará de tal manera que se apresurarán a salir de su presencia, y sus rostros se llenarán de vergüenza y la oscuridad se hará más profunda en sus rostros.
11 Y los entregará a los ángeles para que los castiguen y se venguen de ellos por haber oprimido a sus hijos y a sus elegidos.
12 Y serán un espectáculo para los justos y para sus elegidos: se alegrarán con ellos, porque la ira del Señor de los espíritus reposa sobre ellos, y su espada está ebria con su sangre.
13 Y los justos y los elegidos serán salvos en ese día, y nunca más volverán a ver el rostro de los pecadores e injustos.
14 Y el Señor de los espíritus morará sobre ellos, y con ese Hijo del Hombre comerán, se acostarán y se levantarán por los siglos de los siglos.
15 Y los justos y los elegidos se levantarán de la tierra y dejarán de estar abatidos. Y serán vestidos con vestiduras de gloria,
16 Y éstas serán las vestiduras de vida del Señor de los espíritus: y vuestras vestiduras no envejecerán, ni vuestra gloria pasará ante el Señor de los espíritus.