1 Y en aquellos días vino a mí la palabra de Dios, y me dijo: «Noé, tu suerte ha llegado delante de mí, mucha sin culpa, mucho amor y rectitud».
2 «Y ahora los ángeles están construyendo un (edificio) de madera, y cuando hayan completado esa tarea, pondré Mi mano sobre él y lo preservaré, y de él brotará la semilla de vida, y se producirá un cambio para que la tierra no quede sin habitante».
3 «Y afirmaré tu semilla delante de mí por los siglos de los siglos, y esparciré a los que habitan contigo: no quedará infructuosa sobre la faz de la tierra, sino que será bendita y se multiplicará sobre la tierra en el nombre del Señor».
4 Y encarcelará a esos ángeles que han mostrado injusticia, en ese valle ardiente que mi abuelo Enoc me había mostrado anteriormente en el oeste, entre las montañas de oro, plata, hierro, metal blando y estaño.
5 Y vi aquel valle en el que había una gran convulsión y una convulsión de las aguas.
6 Y cuando todo esto sucedió, del metal fundido en llamas y de su convulsión en ese lugar, se produjo un olor a azufre, que estaba relacionado con aquellas aguas y con aquel valle de los ángeles que habían extraviado (La humanidad) ardió debajo de esa tierra.
7 Y por sus valles corren corrientes de fuego, donde son castigados estos ángeles que han extraviado a los habitantes de la tierra.
8 Pero aquellas aguas en aquellos días servirán a los reyes, a los poderosos, a los excelsos y a los habitantes de la tierra, para la curación del cuerpo, pero para el castigo del espíritu; ahora su espíritu está lleno de lujuria, para que sean castigados en su cuerpo, porque han negado al Señor de los espíritus y ven su castigo diariamente, y sin embargo no creen en Su nombre.
9 Y a medida que la quema de sus cuerpos se vuelve más intensa, también se producirá un cambio correspondiente en su espíritu por los siglos de los siglos; porque ante el Señor de los Espíritus nadie pronunciará una palabra ociosa.
10 Porque les sobrevendrá el juicio, porque creen en los deseos de su cuerpo y niegan el Espíritu del Señor.
11 Y esas mismas aguas sufrirán un cambio en aquellos días; porque cuando esos ángeles sean castigados en estas aguas, estos manantiales cambiarán de temperatura, y cuando los ángeles asciendan, esta agua de los manantiales cambiará y se enfriará.
12 Y oí a Miguel responder y decir: «Este juicio con el que se juzga a los ángeles es un testimonio para los reyes y los poderosos que poseen la tierra».
13 «Porque estas aguas del juicio ministran la curación del cuerpo de los reyes y la concupiscencia de su cuerpo; por eso no verán ni creerán que esas aguas cambiarán y se convertirán en fuego que arderá para siempre».