«Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica»
De «Los Evangelios Apócrifos», Aurelio de Santos Otero (1956); redacción original del Libro de Juan de Tesalónica, según la edición crítica de M. Jugie.
Dice Aurelio de Santos Otero:
Tischendorf opinaba que el llamado Transitus B, venerable apócrifo latino que se remonta al siglo IV y es atribuído a Melitón, obispo de Sardes, era tributario del mencionado libro de Juan el Teólogo. Sin embargo, tanto el estilo como el contenido estaba reclamando una fuente distinta para ambos, si no es que había que considerar ya al Ps. Melitón como fuente de inspiración para muchas otras narraciones apócrifas.
Esto último pensó Jugie al ofrecernos en 1926 el texto crítico de la Homilía de Juan de Tesalónica, en la que no vió sino una simple redacción corregida y amplificada del Ps. Melitón. Por su parte, A. Wilmart publicó en 1933 su Transitus W, a base de diez mss. del siglo VIII-XIII, cuyo fondo está íntimamente relacionado con las narraciones asuncionistas de Juan de Tesalónica y del Ps. Melitón.
Nos encontramos, pues, por 10 menos con tres narraciones análogas, procedentes del mismo tronco apócrifo, cada una de las cuales reclama para sí la primacía sobre las otras. Wilmart piensa que su Transitus W es la fuente del Ps. Melitón.
Riviére abunda en el mismo sentido, haciendo al Transitus W fuente del Tesalonicense y del Ps. Melitón.
Faller quiere reivindicar la primacía del Ps. Melitón, a quien considera predecesor del Transitus W y del Tesalonicense.
Jugie asimismo sale por los fueros del Ps. Melitón, de quien hace depender al Tesalonicense, considerando al Transitus W como un mero resumen de este último.
Quizá todos estos investigadores tengan alguna razón en su punto de vista; pero urge delimitar la cuestión, considerando dos problemas distintos en ella latentes: prirnero, la data de los documentos que poseemos; segundo, el origen y prioridad de la narración apócrifa contenida en dichos documentos.
Con relación al primer problenma, es evidente que el documento más antiguo de los tres que consideramos es el Ps. Melitón, que se remonta a finales del siglo IV o principios del V, mientras que el Tesalonicense data de principios del siglo VII.
Con relación al segundo problema, nos atenemos a las conclusiones de Dom B. Capelle, que parecen ser decisivas.
Este benemérito investigador de la literatura apócrifo-asuncionista, después de someter a un estudio comparativo el Transitus W y el Tesalonicense, deduce que aquél, «simple épitomé en vue de l’usage liturgique», no puede ser en manera alguna el modelo del Tesalonicense, y que, si no deriva de éste, está inspirado por lo menos en el apócrifo por él representado.
Sometiendo después a un examen comparativo los tres apócrifos mencionados y notando que las glosas marginales del Transitus W coinciden casi exactamente con el Tesalonicense, aduciendo adernás otro testimonio sacado del manuscrito latino 2672 de la Biblioteca Nacional de París, análogo en todo al Transitus W, llega, por fin, a la conclusión de que tanto el Ps. Melitón como el Transitus W y el manuscrito latino 2672 de París no reflejan sino parcialrnente el texto del documento que sirvió a Juan de Tesalónica para componer su homilía, y que sólo ésta nos ha conservado el texto completo del apócrifo en cuestión en su lengua original, prescindiendo únicarnente de algún detalle y de la ornisión del milagro final de la Asunción.