Dios le cuenta a Adán el propósito del Diablo. (v. 4).
1 PERO cuando el Dios misericordioso vio que Satanás deseaba matar a Adán con sus múltiples artimañas, y vio que Adán era manso y sin engaño, Dios habló a Satanás en alta voz y lo maldijo.
2 Entonces él y sus ejércitos huyeron, y Adán y Eva permanecieron en la cima de la montaña, desde donde vieron debajo de ellos el vasto mundo, muy por encima del cual se encontraban. Pero no vieron a nadie del ejército que al poco tiempo estaba junto a ellos.
3 Adán y Eva lloraron delante de Dios y le suplicaron perdón.
4 Entonces vino la Palabra de Dios a Adán, y le dijo: Conoce y entiende acerca de este Satanás, que busca engañarte a ti y a tu descendencia después de ti.
5 Y Adán lloró delante del Señor Dios, y le rogó y le rogó que le diera algo del jardín, como señal para él, para consolarlo.
6 Y Dios miró el pensamiento de Adán y envió al ángel Miguel hasta el mar que llega hasta la India, para tomar de allí varas de oro y llevárselas a Adán.
7 Esto hizo Dios en su sabiduría, para que estas varas de oro, estando con Adán en la cueva, brillaran con luz en la noche a su alrededor y acabaran con su miedo a la oscuridad.
8 Entonces el ángel Miguel descendió por orden de Dios, tomó varas de oro, como Dios le había ordenado, y se las trajo a Dios.