Un capítulo de consuelo divino.
1 ENTONCES vino la Palabra de Dios a Adán y le dijo:
2 «Oh Adán, mira ese jardín de alegría y esta tierra de trabajo, y contempla a los ángeles que están en el jardín, que está lleno de ellos, y mírate solo en esta tierra, con Satanás a quien obedeciste.»
3 «Sin embargo, si te hubieras sometido y me hubieras obediente y hubieras guardado mi palabra, estarías con mis ángeles en mi jardín».
4 «Pero cuando transgrediste y escuchaste a Satanás, te convertiste en su huésped entre sus ángeles, que están llenos de maldad; y viniste a esta tierra que te produce espinas y cardos».
5 «Oh Adán, pídele al que te engañó que te dé la naturaleza divina que te prometió, o que te haga un jardín como yo te hice; o para llenarte de esa misma naturaleza brillante con la que yo te había llenado».
6 «Pídele que te haga un cuerpo como el que yo te hice, o que te dé un día de descanso como te di; o crear dentro de ti un alma razonable, como yo creé para ti; o para trasladarte de aquí a otra tierra que ésta que te di. Pero, oh Adán, él no cumplirá ni una sola de las cosas que te dijo».
7 «Reconoce, pues, mi favor para contigo y mi misericordia para contigo, criatura mía; que no te he pagado por tu transgresión contra Mí, pero en Mi compasión por ti te he prometido que al final de los grandes cinco días y medio vendré y te salvaré».
8 Entonces Dios volvió a decir a Adán y a Eva: «Levántense y bajen de aquí, no sea que el querubín con una espada de fuego en la mano los destruya».
9 Pero las palabras de Dios consolaron el corazón de Adán y se postró delante de Él.
10 Y Dios ordenó a sus ángeles que escoltaran a Adán y Eva a la cueva con alegría, en lugar del temor que los había invadido.
11 Entonces los ángeles tomaron a Adán y a Eva y los bajaron del monte, junto al jardín, con cánticos y salmos, hasta llevarlos a la cueva. Allí los ángeles comenzaron a consolarlos y fortalecerlos, y luego partieron de ellos hacia el cielo, hacia su Creador, que los había enviado.
12 Pero, después que los ángeles se fueron de Adán y Eva, vino Satanás, avergonzado, y se paró a la entrada de la cueva en la que estaban Adán y Eva. Luego llamó a Adán y le dijo: «Oh Adán, ven, déjame hablarte».
13 Entonces Adán salió de la cueva, pensando que era uno de los ángeles de Dios que había venido para darle un buen consejo.