Las bestias se reconcilian.
1 CUANDO Adán y Eva oyeron estas palabras de Dios, lloraron y sollozaron aún más; pero fortalecieron sus corazones en Dios, porque ahora sentían que el Señor era para ellos como un padre y una madre; y por esta misma razón lloraron delante de Él y le pidieron misericordia.
2 Entonces Dios tuvo compasión de ellos y dijo: «Oh Adán, he hecho mi pacto contigo y no me apartaré de él; ni te dejaré volver al huerto, hasta que se cumpla Mi pacto de los grandes cinco días y medio».
3 Entonces Adán dijo a Dios: «Oh Señor, tú nos creaste y nos hiciste aptos para estar en el jardín; y antes que yo transgrediera, tú hiciste venir a mí todos los animales, para que yo les pusiera nombre».
4 «Tu gracia estaba entonces sobre mí; y nombré a cada uno según Tu mente; y tú los sujetaste a todos a mí».
5 «Pero ahora, oh Señor Dios, que he transgredido Tu mandamiento, todas las bestias se levantarán contra mí y me devorarán a mí y a Eva Tu sierva; y cortará nuestra vida de la faz de la tierra».
6 «Por tanto, te ruego, oh Dios, que, ya que nos has hecho salir del jardín y nos has hecho estar en tierra extraña, no permitas que las bestias nos hagan daño».
7 Cuando el Señor escuchó estas palabras de Adán, se compadeció de él y pensó que había dicho en verdad que las bestias del campo se levantarían y lo devorarían a él y a Eva, porque Él, el Señor, estaba enojado con ellos dos a causa de su transgresión.
8 Entonces Dios ordenó a las bestias, a las aves y a todo lo que se mueve sobre la tierra, que vinieran a Adán y se familiarizaran con él, y no molestaran a él ni a Eva; ni tampoco ninguno de los buenos y justos de su posteridad.
9 Entonces los animales rindieron homenaje a Adán, según el mandamiento de Dios; excepto la serpiente, contra la cual Dios se enojó. No le llegó a Adán, con las bestias.