José regresa y es recibido por Asenat.
1 Y mientras aún hablaban estas cosas, vino un niño y le dijo a Asenat: «¡Mira! José está ante las puertas de nuestro patio». Entonces Asenat se apresuró y bajó las escaleras de su desván con las siete vírgenes para encontrarse con José y se paró en el pórtico de su casa.
2 Y cuando José entró en el atrio, se cerraron las puertas y todos los extranjeros se quedaron fuera. Y Asenat salió del pórtico para encontrarse con José, y al verla se maravilló de su belleza, y le dijo: «¿Quién eres tú, doncella? Dímelo rápido».
3 Y ella le dijo: «Yo, Señor, soy tu sierva Asenat; Todos los ídolos los he desechado y perecieron. Y hoy vino a mí un hombre del cielo y me dio pan de vida y comí y bebí una copa bendita, y me dijo: Te he dado por esposa a José, y él mismo será tu esposo para siempre; y tu nombre no se llamará Asenat, sino que se llamará «Ciudad de Refugio», y el Señor Dios reinará sobre muchas naciones, y en ti buscarán refugio en el Dios Altísimo». Y el hombre dijo: «Iré también a José para hablarle al oído estas palabras acerca de ti. Y ahora sabes, señor, si aquel hombre ha venido a ti y si te ha hablado de mí.
4 Entonces José dijo a Asenat: «Bendita tú, mujer, del Dios Altísimo, y bendito sea tu nombre para siempre, porque el Señor Dios ha puesto los cimientos de tus muros, y los hijos del Dios viviente serán Habita en tu ciudad de refugio, y el Señor Dios reinará sobre ellos para siempre. Porque aquel hombre vino hoy a mí del cielo y me dijo estas palabras acerca de ti. Y ahora ven acá a mí, virgen y pura, ¿y por qué estás tan lejos?
5 Entonces José extendió sus manos y abrazó a Asenat y a Asenat José, y se besaron durante mucho tiempo, y ambos vivieron nuevamente en su espíritu. Y José besó a Asenat y le dio el espíritu de vida, luego la segunda vez le dio el espíritu de sabiduría, y la tercera vez la besó tiernamente y le dio el espíritu de verdad.