Pentefres regresa y desea desposar a Asenat con José, pero José decide pedirle la mano a Faraón.
1 Y cuando estuvieron abrazados durante mucho tiempo y entrelazaron las cadenas de sus manos, Asenat dijo a José: «Ven acá, señor, y entra en nuestra casa, porque yo he preparado nuestra casa por mi parte y una gran cena.»
2 Ella lo tomó de la mano derecha, lo llevó a su casa y lo sentó en la silla de su padre Pentefres; y ella trajo agua para lavarle los pies. Y José dijo: «Que venga una de las vírgenes y me lave los pies».
3 Y Asenat le dijo: «No, señor, porque de ahora en adelante tú eres mi señor y yo tu esclava. ¿Y por qué buscas esto, que otra virgen te lave los pies? porque tus pies son mis pies, y tus manos mis manos, y tu alma mi alma, y otro no lavará tus pies». Y ella lo contuvo y le lavó el fect.
4 Entonces José la tomó de la mano derecha y la besó tiernamente, y Asenat le besó tiernamente la cabeza y entonces la sentó a su derecha.
5 Su padre y su madre y todos sus parientes salieron entonces de la posesión de su herencia y la vieron sentada con José y vestida de boda. Y se maravillaron de su belleza y se regocijaron y glorificaron a Dios que da vida a los muertos. Y después de estas cosas comieron y bebieron;
6 Pentefres, todos alegres, dijo a José: Mañana llamaré a todos los príncipes y sátrapas de toda la tierra de Egipto, y te celebraré una boda, y tomarás por esposa a mi hija Asenat. »
7 Pero José dijo: «Mañana iré al rey Faraón, porque él mismo es mi padre y me nombró gobernante sobre toda esta tierra, y le hablaré acerca de Asenat, y él me la dará por esposa.» Y Pentefres le dijo: «Ve en paz».