1 Entonces ella se apresuró a bajar las escaleras de su desván y se acercó a su padre y a su madre y los besó.
2 Y Pentefres y su esposa se regocijaron con gran alegría por su hija Asenat, porque la vieron adornada y embellecida como la esposa de Dios;
3 y sacaron todos los bienes que habían traído de la posesión de su herencia y se los dieron a su hija;
4 Y Asenat se regocijó por todos los bienes, por las frutas tardías del verano, por las uvas, por los dátiles, por las palomas, por las moras y por los higos, porque todos eran hermosos y agradables al paladar.
5 Y Pentefres dijo a su hija Asenat: «Niña». Y ella dijo: «Aquí estoy, mi señor».
6 Y él le dijo: «Siéntate entre nosotros y te hablaré mis palabras». Y se sentó entre su padre y su madre,
7 Y Pentefres, su padre, tomó con la suya la mano derecha de ella, la besó tiernamente y le dijo: «Querida hija». Y ella le dijo: «Aquí estoy, mi señor padre».
8 Y Pentefres le dijo: «¡He aquí! José, el Poderoso de Dios, viene hoy a nosotros, y este hombre es gobernante de toda la tierra de Egipto; y el rey Faraón lo nombró gobernante de toda nuestra tierra y rey, y él mismo da trigo a todo este país, y lo salva de la hambruna venidera;
9 Y este José es un hombre que adora a Dios, y discreto y virgen como tú hoy, y un hombre poderoso en sabiduría y conocimiento, y el espíritu de Dios está sobre él y la gracia del Señor está en él.
10 Ven, hija querida, y te entregaré a él por esposa, y tú serás para él por esposa, y él mismo será tu esposo para siempre.
11 Cuando Asenat oyó estas palabras de su padre, un gran sudor se derramó sobre su rostro y se enojó con gran ira.
12 Y ella miró de reojo a su padre y dijo: «¿Por qué, señor padre, hablas estas palabras? ¿Quieres entregarme cautivo a un extranjero, a un fugitivo y a un vendido?
13 ¿No es éste el hijo del pastor de la tierra de Canaán? y él mismo ha sido dejado atrás por él.
14 ¿No es éste el que se acostó con su ama, y su señor lo arrojó en la prisión de las tinieblas, y Faraón lo sacó de la prisión, interpretando su sueño, como también lo interpretan las ancianas de los egipcios?
15 No, sino que me casaré con el hijo primogénito del rey, porque él mismo es rey de toda la tierra.
16 Al oír estas cosas, Pentefres se avergonzó de seguir hablando de José con su hija Asenat, porque ella le respondía con jactancia y enojo.