1 Gedeón tomó trescientos hombres y partió y llegó al extremo del campamento de Madián, y oyó a cada uno hablar con su vecino y decir: Veréis una confusión incalculable de la espada de Gedeón que viene sobre nosotros, porque Dios ha entregado en sus manos el campamento de los madianitas, y comenzará a acabar con nosotros, incluso con la madre con los hijos, porque nuestros pecados están llenos, así como también nuestros dioses nos han mostrado y nosotros No les creí. Y ahora levantémonos, socorramos nuestras almas y volemos.
2 Y cuando Gedeón oyó estas palabras, inmediatamente se invistió del espíritu del Señor y, dotado de poder, dijo a los trescientos hombres: Levantaos y ceñios cada uno su espada, porque los madianitas son entregados en nuestras manos. Y los hombres descendieron con él, y él se acercó y comenzó a pelear. Y tocaron la trompeta y clamaron a una, y dijeron: La espada del Señor está sobre nosotros. Y mataron de los madianitas a unos ciento veinte mil hombres, y el resto de los madianitas huyó.
3 Después de estas cosas vino Gedeón, reunió a los hijos de Israel y les dijo: He aquí, el Señor me envió a pelear vuestra batalla, y fui tal como él me había ordenado. Y ahora te pido una petición: no apartes tu rostro; y que cada uno de vosotros me dé los brazaletes de oro que tenéis en las manos. Y Gedeón extendió una túnica, y cada uno echó sobre ella sus brazaletes, y todos fueron pesados, y se halló que su peso era de 12 talentos (o 12.000 siclos). Y Gedeón los tomó, y con ellos hizo ídolos y los adoró.
4 Y dijo Dios: En verdad está establecido un camino: no reprender a Gedeón mientras viva, incluso porque cuando destruyó el santuario de Baal, entonces todos dijeron: ¡Que Baal se vengue! Ahora, pues, si le castigo por haber hecho mal contra mí, diréis: No fue Dios el que le castigó, sino Baal, porque pecó antes contra él. Por tanto, ahora Gedeón morirá en buena vejez, y no tendrán de qué hablar. Pero después que Gedeón muera, lo castigaré una vez más, porque se ha rebelado contra mí. Y Gedeón murió en buena vejez y fue sepultado en su propia ciudad.