1 Después de esto, Saúl tuvo envidia de David y trató de matarlo. Pero David y Jonatán, hijo de Saúl, hicieron juntos un pacto. Y cuando David vio que Saúl procuraba matarlo, huyó a Armathem; y Saúl salió tras él.
2 Y el espíritu reposó en Saúl, y él profetizó, diciendo: ¿Por qué te engañas, oh Saúl, o a quién persigues en vano? El tiempo de tu reino se ha cumplido. Ve a tu lugar, porque morirás y David reinará. ¿No moriréis tú y tu hijo juntos? Y entonces aparecerá el reino de David. Y el espíritu se apartó de Saúl, y no supo lo que había profetizado.
3 Pero David se acercó a Jonatán y le dijo: Ven y hagamos un pacto antes de que nos separemos el uno del otro. Porque Saúl, tu padre, busca matarme sin causa. Y como ha visto que me amas, no te dice lo que trama acerca de mí.
4 Pero él me odia por esto: porque tú me amas y para que yo no reine en su lugar. Y mientras le he hecho bien, él me recompensa con mal. Y mientras que maté a Golia por palabra del Más Poderoso, mira qué fin se propone para mí. Porque ha decidido destruir la casa de mi padre. Y ojalá se pusiera en la balanza el juicio de la verdad, para que la multitud de los prudentes oyera la sentencia.
5 Y ahora temo que me mate y pierda su vida por mi causa. Porque nunca derramará sangre inocente sin castigo. ¿Por qué mi alma debe sufrir persecución? Porque yo era el más pequeño entre mis hermanos al pastorear las ovejas, y ¿por qué estoy en peligro de muerte? Porque soy justo y no tengo ninguna iniquidad. ¿Y por qué me odia tu padre? Sin embargo, la justicia de mi padre me ayudará a no caer en manos de tu padre. Y como soy joven y de corta edad, en vano Saúl me tiene envidia.
6 Si le hubiera hecho daño, le pediría que me perdonara el pecado. Porque si Dios perdona la iniquidad, ¿cuánto más tu padre, que es de carne y hueso? He caminado en su casa con un corazón perfecto, sí, crecí ante su rostro como un águila veloz, puse mis manos en el arpa y lo bendije con canciones, y él pensó matarme, y como un gorrión que Huyo ante la faz del halcón, así he huido yo ante su faz.
7 ¿A quién he hablado esto, o a quién he contado lo que he padecido sino a ti y a tu hermana Melcol? Porque en cuanto a nosotros dos, vayamos juntos en la verdad.
8 Y sería mejor, hermano mío, que yo muriera en la batalla que caer en manos de tu padre; porque en la batalla mis ojos miraban a todos lados para defenderlo de sus enemigos. Oh hermano mío Jonatán, escucha mis palabras, y si hay iniquidad en mí, repréndeme.
9 Y Jonatán respondió y dijo: Ven a mí, hermano David, y te declararé tu justicia. Mi alma suspira dolorosamente por tu tristeza porque ahora estamos separados el uno del otro. Y a esto nos obligan nuestros pecados, a separarnos unos de otros. Pero acordémonos unos de otros día y noche mientras vivamos. Y aunque la muerte nos separe, sé que nuestras almas se conocerán unas a otras. Porque tuyo es el reino en este mundo, y de ti será el principio del reino, y vendrá a su tiempo.
10 Y ahora, como un niño que es destetado de su madre, así será nuestra separación. Sea testigo el cielo y testigo la tierra de lo que hemos hablado juntos. Y lloremos unos con otros y juntemos nuestras lágrimas en un vaso y encomendemos el vaso a la tierra, y será un testimonio para nosotros. Y se lamentaron dolorosamente el uno por el otro, y se besaron. Pero Jonatán tuvo miedo y dijo a David: Acordémonos, hermano mío, del pacto que hemos hecho entre nosotros y del juramento puesto en nuestro corazón. Y si muero antes que ti y tú reinas, como el Señor ha dicho, no te acuerdes de la ira de mi padre, sino del pacto que se ha hecho entre mí y ti. Ni pienses en el odio con que mi padre te odia en vano sino en el amor con que yo te he amado. No pienses en aquello en lo que mi padre te fue desagradecido, sino recuerda la mesa en la que hemos comido juntos. Ni te acuerdes de la envidia con que mi padre te envidiaba perversamente, sino de la fe que tú y yo guardamos. No te preocupes por la mentira con que mintió Saúl, sino por los juramentos que nos hemos hecho unos a otros. Y se besaron. Y después de esto David se fue al desierto, y Jonatán entró en la ciudad.