Dios le muestra a Enoc la edad de este mundo, su existencia de siete mil años, y el octavo mil es el fin, ni años, ni meses, ni semanas, ni días.
1 Y también designé el octavo día, para que el octavo día fuera el primero en ser creado después de mi obra, y que los primeros siete giraran en forma de los séptimos mil, y que al comienzo de los octavos mil será un tiempo sin contar, sin fin, sin años ni meses ni semanas ni días ni horas.
2 Y ahora, Enoc, todo lo que te he dicho, todo lo que has entendido, todo lo que has visto de las cosas celestiales, todo lo que has visto en la tierra y todo lo que he escrito en libros con mi gran sabiduría. , todas estas cosas las he ideado y creado desde el fundamento superior hasta el inferior y hasta el fin, y no hay consejero ni heredero de mis creaciones.
3 Yo soy eterno, no hecho de manos y sin cambio.
4 Mi pensamiento es mi consejero, mi sabiduría y mi palabra están hechas, y mis ojos observan todas las cosas cómo están aquí y tiemblan de terror.
5 Si aparto mi rostro, entonces todo será destruido.
6 Y aplica tu mente, Enoc, y conoce a quien te habla, y toma los libros que tú mismo has escrito.
7 Y te daré a Samuel y a Raguil, quienes te guiaron arriba, y los libros, y bajaré a la tierra, y contaré a tus hijos todo lo que te he dicho, y todo lo que has visto, desde el cielo inferior hasta mi trono y todas las tropas.
8 Porque yo creé todas las fuerzas, y no hay ninguna que se me resista o que no se sujete a mí. Porque todos se someten a mi monarquía y trabajan por mi único gobierno.
9 Dadles los libros escritos a mano, y los leerán y me reconocerán como el creador de todas las cosas, y comprenderán que no hay otro Dios fuera de mí.
10 Y que distribuyan los libros de tu escritura, de niños a niños, de generación en generación, de naciones a naciones.
11 Y te daré a ti, Enoc, mi intercesor, el archistratege Miguel, por los escritos de tus padres Adán, Set, Enós, Cainán, Mahaleleel y Jared, tu padre.