1 Entonces el profeta Elías se levantó como fuego, y su palabra ardía como una lámpara.
2 Les trajo un hambre terrible y con su celo disminuyó su número.
3 Por palabra del Señor cerró el cielo y también hizo descender fuego tres veces.
4 ¡Oh Elías, cómo fuiste honrado por tus maravillas! ¿Y quién puede gloriarse como tú?
5 ¿Quién resucitaste de la muerte a un muerto y su alma del lugar de los muertos, por la palabra del Altísimo?
6 Quien hizo perecer a reyes y a hombres ilustres de sus lechos;
7 ¿Quién oyó en el Sinaí la reprensión del Señor, y en Horeb el juicio de venganza?
8 Quien ungió reyes para vengarse y profetas para sucederlo:
9 Quien fue arrebatado en un torbellino de fuego y en un carro de caballos de fuego;
10 Quien fue ordenado para reprender en sus tiempos, para apaciguar la ira del juicio del Señor, antes de que estalle en furor, y para volver el corazón del padre hacia el hijo, y para restaurar las tribus de Jacob.
11 Bienaventurados los que te vieron y durmieron en amor; porque ciertamente viviremos.
12 Era Elías, que estaba cubierto por un torbellino, y Eliseo estaba lleno de su espíritu; mientras vivió, no se conmovió ante la presencia de ningún príncipe, ni nadie pudo someterlo.
13 Ninguna palabra pudo vencerlo; y después de su muerte su cuerpo profetizó.
14 Hizo maravillas en su vida, y en su muerte sus obras fueron maravillosas.
15 Por todo esto el pueblo no se arrepintió ni se apartó de sus pecados, hasta que fueron despojados y expulsados de su tierra y esparcidos por toda la tierra; sin embargo, quedó un pequeño pueblo y un gobernante en la casa de David:
16 De los cuales algunos hacían lo que agrada a Dios, y otros multiplicaban los pecados.
17 Ezequías fortificó su ciudad y metió agua en ella; cavó con hierro la dura roca y hizo pozos para las aguas.
18 En su tiempo, Senaquerib subió y envió a Rabsaces, y alzó su mano contra Sión y se jactó con orgullo.
19 Entonces les tembló el corazón y las manos, y sintieron dolor como mujeres de parto.
20 Pero ellos invocaron al Señor, que es misericordioso, y extendieron sus manos hacia él; e inmediatamente el Santo los escuchó desde el cielo y los libró por el ministerio de Esay.
21 Derrotó al ejército de los asirios, y su ángel los destruyó.
22 Porque Ezequías había hecho lo que agradó al Señor y se fortaleció en los caminos de su padre David, tal como le había ordenado el profeta Esay, que era grande y fiel en su visión.
23 En su tiempo el sol se puso hacia atrás, y él prolongó la vida del rey.
24 Vio con gran espíritu lo que sucedería al final, y consoló a los que estaban de duelo en Sión.
25 Él mostró lo que sucedería para siempre, y las cosas secretas que alguna vez sucedieron.