1 El recuerdo de Josías es como la composición del perfume elaborado por el arte del boticario: es dulce como la miel en todos los paladares, y como la música en un banquete de vino.
2 Se comportó con rectitud al convertir al pueblo y quitó las abominaciones de la iniquidad.
3 Dirigió su corazón al Señor y en tiempos de los impíos estableció el culto a Dios.
4 Todos, excepto David, Ezequías y Josías, fracasaron: porque abandonaron la ley del Altísimo, incluso los reyes de Judá fracasaron.
5 Por eso entregó su poder a otros y su gloria a una nación extraña.
6 Incendiaron la ciudad escogida del santuario y asolaron sus calles, conforme a la profecía de Jeremías.
7 Porque le rogaban mal a él, que sin embargo era profeta, santificado en el vientre de su madre, para desarraigar, afligir y destruir; y para que también edifique y plante.
8 Fue Ezequiel quien tuvo la gloriosa visión que le fue mostrada en el carro de los querubines.
9 Porque él hizo mención de los enemigos bajo la figura de la lluvia y dirigió a los que iban bien.
10 Y de los doce profetas, que se bendiga el recuerdo y que sus huesos vuelvan a florecer en su lugar, porque consolaron a Jacob y los libraron con una esperanza segura.
11 ¿Cómo magnificaremos a Zorobabel? Incluso él era como un sello en la mano derecha:
12 Así fue Jesús, hijo de Josedec, quien en su tiempo edificó la casa y levantó un templo santo al Señor, preparado para la gloria eterna.
13 Y entre los elegidos estaba Neemías, cuyo renombre es grande, quien levantó para nosotros los muros caídos, levantó las puertas y los cerrojos y levantó de nuevo nuestras ruinas.
14 Pero ningún hombre fue creado sobre la tierra como Enoc; porque fue quitado de la tierra.
15 No hubo ningún joven nacido como José, gobernador de sus hermanos, sostén del pueblo, cuyos huesos fueran considerados por el Señor.
16 Sem y Set gozaban de gran honor entre los hombres, y Adán también estaba por encima de todos los seres vivientes de la creación.