1 No luches con un hombre fuerte, no sea que caigas en sus manos.
2 No te enemistades con el rico, no sea que te supere; porque el oro ha destruido a muchos y pervertido el corazón de los reyes.
3 No riñas con el hombre de lengua llena, ni amontones leña sobre su fuego.
4 No bromees con el hombre grosero, para que tus antepasados no caigan en desgracia.
5 No reproches al hombre que se aparta del pecado, sino recuerda que todos somos dignos de castigo.
6 No deshonres a nadie en su vejez, porque incluso algunos de nosotros envejecemos.
7 No te regocijes por la muerte de tu mayor enemigo, sino recuerda que todos morimos.
8 No desprecies las palabras de los sabios, sino familiarízate con sus proverbios, porque de ellos aprenderás la instrucción y cómo servir con facilidad a los grandes.
9 No te pierdas el discurso de los ancianos, porque ellos también aprendieron de sus padres, y de ellos aprenderás a entender y a responder según sea necesario.
10 No enciendas las brasas del pecador, no sea que te quemes con la llama de su fuego.
11 No te levantes [enfadado] ante la presencia de una persona injuriosa, no sea que esté al acecho para atraparte en tus palabras.
12 No prestes a quien es más fuerte que tú; porque si lo prestas, tenlo por perdido.
13 No fies más que tu poder; porque si eres fiador, cuídate de pagarlo.
14 No vayas a pleito con un juez; porque juzgarán por él según su honor.
15 No vayas por el camino con un hombre valiente, no sea que te resulte gravoso; porque él hará según su voluntad, y tú perecerás con él por su necedad.
16 No pelees con un hombre enojado, ni vayas con él a un lugar solitario; porque la sangre es nada ante sus ojos, y donde no hay ayuda, te derribará.
17 No consultes con un necio; porque no puede mantener un consejo.
18 No hagas nada secreto delante de un extraño; porque no sabes lo que dará a luz.
19 No abras tu corazón a nadie, no sea que te pague con astucia.